perenne Santa Mare Rússia

Matilda (2017 film).jpgLas producciones de Hollywood (Dunkerque, El planeta de los simios o la última entrega de Gru, mi villano favorito) siguen siendo líderes en los cines de Rusia. Pero ninguna ha provocado tantos ríos de tinta como una superproducción propia, el drama histórico Matilda, sobre los amoríos de una bailarina del Teatro Marinski de San Petersburgo con el último zar, Nicolás II.

La cinta, dirigida por Alexéi Uchítel, se terminó de filmar hace ya casi un año y en invierno pasado estaba lista para su estreno. Pero las críticas de activistas ultrareligiosas y la campaña de una diputada provocaron el aplazamiento. La película se estrenará previsiblemente el próximo mes de octubre, poco antes del centenario de la Revolución Rusa de 1917.

Las primeras críticas contra la película llegaron desde el movimiento religioso Tsarski krest (la cruz del zar), que calificaron la cinta de “provocación antirrusa y antirreligiosa”. Pero la diputada Natalia Poklónskaya, conocida por su veneración del último zar, ha convertido este asunto en un casus belli casi personal.

La legisladora, que se hizo famosa en Rusia en el 2014 por renegar del Gobierno de Ucrania y ponerse de lado de Moscú durante los acontecimientos que terminaron con la anexión a Rusia de la península de Crimea, denunció a Alexéi Uchítel en dos ocasiones ante la Fiscalía. En la primera ocasión, en noviembre pasado, alegó daño moral contra los creyentes. En el filme Rusia se presenta “como un país de patíbulo, de embriaguez y fornicación”, llegó a decir. En la segunda, en enero, solicitó que se comprobase la legalidad de la concesión de fondos públicos al proyecto.

Poklónskaya llegó a encargar una comisión de “expertos ortodoxos”. Aunque la relación de la bailarina con Nicolás II es un hecho histórico, reflejado en los diarios de varios personajes de la época, incluido el propio soberano, Poklónskaya argumenta que los principales personajes de la película son “santos”. En el año 2000 la Iglesia ortodoxa rusa canonizó a Nicolás II y su familia, asesinados por los bolcheviques en Yekaterimburgo en 1918.

Como toda su familia polaca, Matilda Kschessínskaya desarrolló su carrera en el Teatro Marinski de San Petersburgo (entonces conocido como Gran Teatro Imperial), donde ingresó en 1890. Se
formó en la escuela del conocido pedagogo italiano Enrico Cechetti y alcanzó popularidad con sus papeles en los ballets con los que el coreógrafo francés Marius Petipá renovó el ballet ruso. Pero además de ser una de las principales bailarinas rusas de la época, se la conoce sobre todo por sus contactos con la aristocracia y la elite política de la época.

Fue amante del zarévich Nikolái Alexándrovich durante dos años, entre 1892 y 1894, hasta que el futuro Nicolás II se comprometió oficialmente con la princesa alemana Alix de Hesse, quien tras subir al trono en 1896 se convirtió en la emperatriz Alejandra Románova.

Más tarde, entre otros amantes Matilda mantuvo relaciones sentimentales con los familiares del
zar los príncipes Sergio Románov
y Andrés Románov. Terminó casándose con este último en el año 1921 en Cannes (Francia), donde ambos habían llegado huyendo de la revolución rusa. El príncipe adoptó al hijo de Matilda, Vladímir, quien nació en 1902 de padre desconocido.

Matilda Kschessínskaya desarrolló su carrera en el Marinski de San Petersburgo (entonces Gran Teatro Imperial); arriba, el zar Nicolás II Matilda Kschessínskaya desarrolló su carrera en el Marinski de San Petersburgo (entonces Gran Teatro Imperial); arriba, el zar Nicolás II

Años después, Matilda Kschessínskaya abrió una escuela de ballet en París. Junto a su marido escribió sus memorias en la década de 1960, aunque en Rusia no se publicaron hasta 1992. La ex amante del último zar falleció en 1971, poco antes de cumplir un siglo de intensa y apasionada vida.

La Iglesia ortodoxa rusa ha preferido mantener una posición moderada respecto a la polémica y ha anunciado que no se va a pronunciar oficialmente sobre la película. El portavoz del Patriarcado de Moscú, Alexánder Vólkov, ha dicho recientemente que la Iglesia no cree que el film sea una caricatura del santo zar, aunque entiende natural la reacción de parte de los creyentes. Según Vólkov, es una película realizada para el gran público. El director “tiene que comprender que por ese motivo la percepción de su obra puede ser muy diversa. Es evidente que la película causa controversia y no pasa desapercibida, incluso desde un punto de vista negativo”, ha explicado.

Y ha recordado que Nicolás II no es sólo un personaje histórico, sino un santo ortodoxo. “El director tiene que comprender que con esta película golpea a mucha gente”, aunque también ha dicho que habrá reacciones positivas. “Creo que en él hay partes correctas, buenas”.

En junio se celebró un visionado privado de la película para valorarla. La diputada Poklónskaya reaccionó diciendo que la Iglesia ortodoxa ha declarado el film una blasfemia contra el Espíritu Santo y que todos los asistentes están excomulgados durante seis meses. Un portavoz de la Iglesia tuvo que salir enseguida a negar tal afirmación.

El Patriarcado ortodoxo de Moscú también ha criticado las amenazas por parte de los activistas religiosos. Hace meses, varios cines y el equipo de Uchítel recibieron cartas amenazantes de un grupo llamado Estado Cristiano-Santa Rusia. Decían que quemarían las salas si ponían la película en cartel.

En el arsenal de críticas que en los últimos meses ha utilizado la diputada Poklónskaya también se encuentra la elección del actor alemán Lars Eidinger para interpretar en la gran pantalla al joven zar. Poklónskaya se ha referido a él en varias ocasiones como “actor porno”, al parecer por su papel en el drama histórico Goltzius y la compañía del pelícano (Peter Greenaway, 2012), en la que aparecía desnudo.

Uchítel confió el papel de Matilda a la actriz polaca Michalina Olszanska.

El Consejo Social adjunto al Ministerio de Cultura ha pedido al director que corte una escena en la que aparece la bailarina con el torso desnudo. “No lo voy a hacer, porque no se trata de una escena erótica”, ha explicado el director. Pável Pazhigailo, presidente del Consejo, un órgano simplemente asesor, ha pedido a Uchítel que quite
las “escenas hollywoodienses”, entre otras una que recrea una sesión de espiritismo de la familia imperial rusa.

El último asalto entre la diputada Poklónskaya y el cineasta Uchítel se libra estos días en torno a los apoyos que tiene la primera para tumbar el estreno de la cinta. Poklónskaya esgrime 40.000 peticiones para que el filme no llegue a las salas de cine de Rusia.

5-VIII-17, G. Aragonés, lavanguadia