"Alan W. Watts o el hippy místic", Luis Racionero

Intel·lectual, místic, professor, budista i cristià, Watts és el filòsof occidental queambmés claredat i agudesa ha explicat la utilitat del pensament oriental per a un homeoccidental del segle XX. Els seus llibres no són tractats d’erudició filosòfica oriental, sinó manuals per a la seva aplicació pràctica a les situacions vitals. D’aquí l’enorme audiència que els seus llibres han rebut almónanglosaxó i el creixent nombre de traduccions.

Watts va néixer a la vila de Chislehurst (Kent, Londres) el 6 de gener del 1915. La seva infantesa i adolescència van tenir com a música de fons els himnes religiosos de la puritana Anglaterra. Creient que la veritable religió és “la transformació de l’angoixa en alegria”, Watts va iniciar una recerca personal que el portariaambels anys a un sincretisme religiós, definit per ell mateix com “una barreja de budisme mahayana i taoisme, ambcerta inclinació envers el vedanta i l’Església cristiana ortodoxa grega”. Per la lectura deLafcadioHearn i la companyia de Christmas Humphreys, Watts va entrar en el pensament oriental i va freqüentar l’Agrupació Budista de Londres els anys trenta. El 1938, davant les perspectives de guerra mundial i per altres motius, va emigrar als EstatsUnits; com ell mateix explica: “Tothom sap que la raó principal de les gestes imperials britàniques va ser el desig dels nadius més imaginatius per escapar del clima i la cuina anglesos”. En aquesta època, Watts ja havia publicat els seus dos primers llibres, en els quals intentava amalgamar budisme, vedanta, taoisme, psicologia junguiana i misticisme cristià.

El seu primer llibre alsEUA, el 1939, va ser El significat de la felicitat. Poc després, convençut que “la comunitat anglicana semblava el context més adequat per desenvolupar el que podia fer en la societat occidental”, Watts es va ordenar sacerdot i es va instal·lar de capellà a Chicago el 1945. Durant aquesta època va escriure sobre teologia cristiana i filosofia oriental, fins que el 1952 va penjar els hàbits i es va instal·lar aCalifòrnia, on va ser degà de l’Acadèmia Americana d’Estudis Asiàtics el 1955.

De este período datan sus mejores libros como Naturaleza, hombre y mujer (1958), en que propone que la hostilidad hacia la naturaleza es característica de nuestra cultura y es la raíz de la angustia y soledad personales, el temor a sentir y la resistencia a amar. Traza los orígenes de esta alienación de la naturaleza en el cristianismo y el pensamiento occidental, contrastándolo con la filosofía china del Tao y su visión de la naturaleza como un todo orgánico en el que el hombre está plenamente incluido. Al final propone el amor entre hombre y mujer como un medio para superar este apartamiento de la naturaleza. En Psicoterapia del Este y del Oeste (1960) presenta las técnicas de yoga y meditación orientales como métodos de terapia análogos en finalidad al psicoanálisis moderno. La cosmología gozosa (1962) es la descripción de un viaje con LSD en la que interpreta las visiones y experiencias en términos de imágenes de la filosofía oriental. En total, Watts publicó 21 libros y su autobiografía.

Quizás su mejor obra sea El Libro: acerca del tabú de conocer quién eres. En ella Watts destruye el engaño cultural de que las personas son egos contenidos en un saco de piel. Siguiendo los textos de la filosofía vedanta, Watts demuestra cómo la persona no se acaba en el cuerpo, sino que desborda los límites de la apariencia física porque el hombre es un campo electromagnético de partículas en vibración que interaccionan y están indisolublemente unidas con el entorno que las rodea. La sensación prevalente de uno mismo como un ego separado, encerrado por el envoltorio epidérmico es una alucinación que no es coherente con la ciencia occidental ni con las filosofías experimentales de Oriente. La personalidad de Alan Watts está reflejada en estas palabras suyas: “Conocerse a sí mismo lleva a maravillarse, y el asombro a la curiosidad y la investigación. Mi vocación es maravillarme ante el universo”.

Yo tuve el privilegio de conocerle en San Francisco en 1970, una tarde que vino a la Universidad de Berkeley a dar una clase sobre meditación. “Si oyes un ruido, no te resistas, déjalo pasar como quien oye llover o voces en el valle, que dicen los chinos. Lo mismo vale para los pensamientos: déjalos pasar, bla, bla, bla”. Lo he practicado y el resultado es que entre un bla y el siguiente bla, primero pasan segundos: “He de llamar a X, mañana hay fútbol, etcétera”, y luego minutos, y con el tiempo se llega a callar la voz interior en ese silencio. “Yoga consiste en parar los movimientos de la mente –dice Patanjali–, se experimenta lo que uno realmente es”.

Luego fuimos a una cena macrobiótica, en la que nos dieron zumo de naranja y él le echó un tanganazo de ginebra que llevaba en una cantimplora en la bocamanga de su túnica japonesa. Murió de cirrosis en 1974. Pero su legado no era su vida, sino su obra, que ayuda como ninguna a entender y practicar la filosofía oriental, que es una psicoterapia más que una logomaquia.

Les recomiendo para empezar The spirit of zen y luego The way of zen, que deben de estar traducidos por Kairós. Si esos libros no les dicen nada, dedíquense a santo Tomás de Aquino o a Lacan; pero si Watts les mola, les dará muchas satisfacciones.

5-X-13, Luis Racionero, lavanguardia