acord de mínims entre Sudan i Sudan del Sud
Sudán y el nuevo Estado de Sudán del Sur, que estuvieron a punto de enzarzarse en una guerra el pasado abril, han llegado a un acuerdo de mínimos sobre sus fronteras en disputa que, al menos, permitirá a ambos países beneficiarse de la producción y el tránsito de petróleo. El pacto se alcanzó ayer en la capital etíope, Adís Abeba, con la mediación del expresidente sudafricano Thabo Mbeki y la Unión Africana, después de cuatro días de reuniones. El Consejo de Seguridad de la ONU había dado el plazo límite del 22 de septiembre, amenazando con imponer sanciones.
Los gobiernos de Jartum (norte) y Yuba (sur) aceptan trazar una zona desmilitarizada en su frontera y retirar sus tropas a diez kilómetros. Pero el territorio de Abyei, que fue el pretexto para la guerra en abril, sigue quedando en disputa. Abyei está en medio de una zona petrolífera y el tratado de paz del 2005 lo atribuyó a Sudán, pero de forma lo bastante imprecisa –y según la vieja demarcación colonial británica– como para que Sudán del Sur halle motivos para reclamarlo.
El acuerdo de Adís
Abeba, no obstante, parece
suficiente para refrendar
otro, mucho más importante,
sobre el tránsito
de petróleo, que se firmó
a principios de agosto
–también en la capital
etíope y bajo presión de
la ONU–. Dos tercios de
la capacidad petrolera
del antiguo Sudán quedaron
en territorio de Sudán
del Sur después de
la secesión de julio del
2011, con lo cual el Gobierno
de Jartum perdió
el 75% de sus ingresos.
Pero si el sur tiene los pozos, el
norte tiene los oleoductos y los
puertos del mar Rojo para exportar
el crudo. El rifirrafe sobre
cuánto debía pagar el Gobierno
de Yuba por el tránsito llevó en
enero al secuestro de petróleo
por parte de Jartum y a la paralización
de la producción en el sur.
Al final se llegó a un entendimiento.
Si Jartum pedía 30 euros
por barril transportadoyYuba sólo
ofrecía 50 céntimos, el pacto
de agosto dejó el precio en 7,35
euros por barril. Durante ocho
meses, unoy otro gobiernos estuvieron
jugando con la ruina. Sudán,
porque se quedó sin petrodólares
y –consecuencia de las sanciones
internacionales por las masacres
de la provincia de Darfur–
sin créditos.YSudán del Sur, porque
su economía depende totalmente
del petróleo.
Por las mismas razones, en
abril unos yotros tan sólo amagaron
con la guerra. Al cabo de
unos pocos días de refriegas en el
campo petrolífero de Heglig, quedó
claro que había más ganas de
discutir que de revivir una guerra
norte-sur que duró 40 años
(1955-1972 y 1983-2005).
Sin embargo, los focos de tensión
permanecen. No sólo en Abyei
sino sobre todo en las regiones
de Kordofán del Sur y Nilo
Azul. Jartum y Yuba se acusan
mutuamente de azuzar rebeliones
en el campo contrario. Ayer
mismo, pese al acuerdo de Adís
Abeba, la aviación del norte bombardeó
en Kordofán, donde la población
vive en situación desesperada
y precisa ayuda urgente.
Así, las disputas territoriales
quedan abiertas para nuevos choques.
Según Yuba, el pacto petrolero
tiene una validez de tres
años y medio, lo que le permitirá
seguir con su proyecto de oleoducto
hacia Kenia, burlando así a
Sudán. Por lo pronto, Sudán del
Sur se felicita del regreso de la petrolera
Total y espera la llegada
de ChevronyAmerican, según dijo
un consejero del presidente
Salva Kiir al Financial Times. China,
IndiayMalasia son hasta ahora
los principales inversores en
Sudán del Sur.
28-IX-12, F. Flores, lavanguardia