imprescindible cooficialitat del castellà en un Estat català

Una de les preguntes que han aparegut davant la hipòtesi d'una Catalunya independent és què passaria amb la llengua castellana. Sembla evident que el català seria, com diu l’Estatut d’Autonomia, la llengua pròpia de Catalunya. Però, i el castellà? Quin estatus tindria? Si la independència s’hagués produït el 1932, la llengua oficial i única de Catalunya hauria estat el català. Tothom l’hauria trobada l’opció natural, afirma Joaquim Torres, president de la Societat Catalana de Sociolingüística (IEC). Però avui aquesta opció és impensable. Bé, impensable no ho és. De segur que hi ha qui pensa que això hauria de ser així, però en la composició actual de la societat catalana seria una irresponsabilitat i, a més, seria legalment impossible, perquè les mateixes lleis europees que ara protegeixen el català protegirien el castellà.

En un Estado independiente, el estatus de lengua propia del catalán, a pesar de tener la misma definición que ahora, cambiaría sustancialmente sin tener que hacer casi nada. Mientras que ahora sólo es oficial dentro de los territorios de habla catalana, en la hipótesis pasaría a ser la lengua de los acuerdos internacionales y automáticamente, por el hecho de ser lengua de un Estado de la Unión Europea -como debería ser-, sería oficial en Europa, igual que el alemán, con más de cien millones de hablantes, o el maltés, sólo con trescientos mil. Pero el catalán ahora ya podría ser oficial en Europa: sólo sería necesario que el Gobierno español lo pidiera.

Paralelamente, ante los sectores hoy refractarios a la catalanización, como la justicia o el cine, la administración tendría que seguir protegiendo el catalán, aunque tendría más fuerza legal que ahora. Así lo considera Josep Cruanyes, presidente de la Societat Catalana d'Estudis Jurídics (iec).

Por otra parte, el concepto clásico de nacionalismo -definido con la lengua, la cultura, las tradiciones y el derecho- evoluciona hacia un nacionalismo cívico, y todavía lo tendría que hacer más en una Catalunya independiente, donde la lengua del hablante no fuera condición sine qua non para sentirse catalán. Así lo apuntaba ya en el 2001 el lingüista Albert Branchadell en el ensayo La hipótesis de la independencia. "El conocimiento del catalán ha aumentado notablemente, pero su uso social no lo ha hecho de manera suficiente", afirmaba el profesor de la Autònoma. Ante lo que era impensable hace diez años -una Catalunya independiente-, Branchadell planteaba que la única manera de superar esta "relativa precariedad" era desvinculando lengua de identidad nacional.

Tanto Branchadell como Torres coinciden en que es necesario que aumente el valor social. El sociolingüista aporta algunos datos: el 50% de los hijos de la inmigración de los años sesenta, que provenía del resto de España, hoy habla sólo en catalán con sus hijos. Y en el conjunto de la población, el 12% habla castellano con los padres y catalán con los hijos. El valor social de una lengua aumenta cuando los padres deciden que sea la que utilizarán con sus hijos. Y Torres se muestra convencido de que esta transmisión generacional crecería con el nuevo Estado.

Branchadell, sin embargo, no consideraba que la independencia comportara una mejora para el catalán. El camino es otro: "Es posible que la política lingüística tenga que renovar su discurso superando la tradicional orientación nacionalista. Haciéndolo así (...) podrá cautivar almas que ahora son insensibles o adversas a la normalización del catalán".

Pero si la hipótesis ocurriera, ¿qué sucedería con el castellano? Aparte de los extremistas que querrían hacerle pagar lo que ha sufrido el catalán, la realidad de Catalunya es la de una ciudadanía en la que el ciento por ciento es castellanohablante. Eso convierte el castellano en una lengua que ya no es impropia de Catalunya. Como tal también sería oficial (dos lenguas oficiales indistintas) o cooficial (igualmente oficial, pero con el catalán como lengua preferente). En este segundo caso, se produciría una legalidad curiosa: el castellano sería una lengua minoritaria que tendría que ser protegida, según las leyes internacionales. La paradoja es que la lengua minoritaria (castellano) la hablarían todos los catalanes, mientras que la lengua que no hablan todos los catalanes (catalán) sería la prevalente.

En la hipótesis, habrá que articular muy bien los rangos de oficialidad de las dos lenguas -como se ha hecho hasta ahora, a pesar de los continuos ataques-, a fin de que nadie quede fuera por una cuestión de lengua y también para que el catalán no retroceda, dado que convive con "una lengua de poder y de prestigio", como definía Joan Solà el castellano.

És evident que una Catalunya independent no hauria de plantejar cap llei que exclogués el castellà. Hauria de seguir enfortint el català, un fenomen de supervivència únic al món, segons Torres, gràcies a les arrels de la Renaixença i a les estructures culturals i científiques que es van crear ara fa un segle. Però també hauria de considerar el castellà com a llengua de Catalunya. I llavors es fundaria una Acadèmia Catalana de l’Espanyol, com a tots els Estats on es parla castellà..

23-IX-12, Magí Camps, lavanguardia