*Los árabes. Del imperio otomano a la actualidad,* Eugene Rogan
Eugene Rogan es de Los Angeles, pero vivió la niñez y adolescencia en Beirut y El Cairo, lo que da una pista del grado de pasión, empatía y comprensión que tiene acerca de los árabes. Su nuevo libro, dice, es "la culminación" de su biografía. Alumno del gran historiador inglés de origen libanés Albert Hourani, autor de La historia de los árabes, Rogan es hoy profesor de historia moderna del mundo árabe en la Universidad de Oxford.
´Los árabes. Del imperio otomano a la actualidad´
Eugene Rogan
Editorial Crítica
Eugene Rogan es profesor de historia moderna de Oriente Próximo en la Universidad de Oxford y ha escrito un libro de 846 páginas en el que aborda - desde atrás-varios de los conflictos contemporáneos más candentes: el auge del islamismo radical y la occidentalofobia, Palestina, el burka, las lapidaciones del Islam más radical... Los árabes.Del imperio otomano a la actualidad (Editorial Crítica) es la historia de esta raza desde que en 1516 el sultán otomano Selim vence a los mamelucos que dominan Egipto. El historiador reconstruye con numerosas voces, desde reyes, jeques y traidores hasta barberos y escritores, los 402 años de dominación turca del mediterráneo árabe, el auge del Egipto islámico, las reformas religiosas, el colonialismo británico y francés, el auge del nacionalismo árabe, el petróleo, la creación de Palestina (y el inmediato y perenne problema), la guerra fría... hasta detenerse en el día que marca la posmodernidad: 11/ IX/ 2001.
Es un reportaje de 500 años...
No tengo un método periodístico, pero sí un poco cinematográfico, quiero explicar la historia moderna como si tuviera una cámara. Con muchas voces y gentes, así que, para enriquecer el relato, cuantos más personajes, mejor. Pero yo soy historiador y mi método es historiográfico. En todo caso, no he querido hacer un libro para especialistas sino para el público general.
¿Por qué elige 1516 para arrancar, con la batalla entre otomanos y mamelucos?
Como especialista en historia moderna, quería contar cómo arranca la historia moderna de los árabes. 1516 es fundamental, porque es cuando los árabes comienzan a estar gobernados desde el extranjero y por terceros.
En 1918, los británicos encontraron en Iraq lo mismo que en 2003: una guerrilla desorganizada pero difícil de someter. Como historiador, ¿le frustra que no se aprenda de los errores?
Mi argumento es que para Occidente es importante conocer la historia para no cometer los mismos errores. Pero mucha gente me dice: ´Si Bush hubiera leído tu libro, ¿habría invadido Iraq?´ Yo no creo que le hubiera influido, porque había unas supuestas razones de interés nacional, que ni yo sé cuáles son.
Y... ¿cuáles son?
¡No lo sé! Bush quería relacionarlo con la guerra contra el terrorismo. Han gastado un trillón de dólares, han matado a cien mil o doscientos mil iraquíes, han derrocado a Sadam Husein, han puesto otro gobierno, inseguro, y han dejado un país en el que han entrenado miles de terroristas, así que la lógica de la acción se me pierde. Cuando pienso en las razones, no las encuentro: ¿armas de destrucción masiva? No existían. ¿Guerra contra el terrorismo? Hay más terroristas que antes. ¿El petróleo? Era más fácil controlarlo de manera indirecta a través de compañías.
¿Cómo encaja usted esta invasión en una perspectiva histórica? ¿Qué cabe esperar?
Los americanos podían imaginarse que si invadían Iraq no se les iba a recibir como liberadores, y que cualquier sistema político hecho por extranjeros se va a ver como un sistema extranjero. No te haces amigo de quien te invade. Creo que EE.UU. tiene para veinte años de difíciles relaciones en Iraq.
En su libro subraya el papel de Francia o Gran Bretaña en la región, en especial en Palestina. ¿Se les puede exigir mayor implicación actualmente?
Yo soy políticamente liberal. Creo en una justicia política, creo en una política moral, aunque creo que eso, hoy, ha desaparecido. No tiene sentido equiparar responsabilidades históricas y obligaciones actuales.
Pero son los causantes de muchos problemas de la región...
La responsabilidad británica en Palestina es, desde luego, histórica, pero esos países no actuarán por responsabilidad histórica, sino por interés nacional.
Entonces, usted no denuncia.
Mi obligación es hacer entender a Occidente por qué está en su interés nacional resolver estos problemas, por ejemplo con la inmigración. Europa tiene un problema con ella desde África.No habrá crecimiento económico allí mientras haya inestabilidad política. Y si no lo hay, habrá emigración de gente joven buscando su camino en Europa.
Es imparable, claro.
Nosotros creemos que ellos vienen y se sienten en el paraíso, porque somos europeos y porque nunca hemos tenido que vivir en Europa como inmigrantes. Para ellos, Europa es el infierno, prejuicios, racismo, la gente diciéndole cómo tienen que vestir, y aplicando leyes en su contra. ¿No estarían mejor en su casa?
... sin ley del burka...
El debate es equivocado. Entre los valores de Occidente está el de la libertad de expresión, y para mí el modo de vestir es una manifestación de esta libertad.
¿Mejor no legislar?
El número de gente que lo usa es mínimo, así que hacer una ley para un número insignificante no tiene sentido, porque el perjuicio que causa, que es el daño a la convivencia, es mucho mayor.
Desde septiembre de 1946, los encuentros entre palestinos e israelíes han fracasado. Así, ¿el tiempo juega a favor o en contra?
Mmmm… El conflicto entre Israel y Palestina es por la tierra. Son dos nacionalismos irreconciliables. Hay sendas minorías en ambos lados que quieren toda la tierra para sí. Y en medio, una mayoría que quiere una solución intermedia: dos estados. Pero el tiempo no va a su favor. Porque por un lado los palestinos tienen muy difícil crear un estado viable en Cisjordania - me encanta esta palabra-y, por otro, la fragmentación política en Israel hace inviable que las decisiones difíciles sean adoptadas. Si los israelíes quieren conservar su estado deberían moverse con velocidad para que los palestinos lograran un estado viable rápidamente.
Usted sostiene que si se pudieran celebrar elecciones libremente, en muchos países árabes ganaría un gobierno islamista. Entonces, ¿toleramos su democracia o imponemos un gobierno que toleremos?
Hay que aceptar lo que cada país elija, incluso si no nos gusta su elección. En algunos países árabes, muchas personas desearían poder votar en EE.UU., porque está decidiendo cosas sobre países terceros que no han podido elegir. No seamos hipócritas, ¿estamos celebrando las maravillas de la democracia, pero sólo si nos gustan a nosotros?
28-XI-10, I. Orovio, lavanguardia