*Tras los hechos*, Clifford Geertz

 

Tras los hechos: Dos países, cuatro décadas y un antropólogo (Básica) :  Geertz, Clifford: Amazon.es: LibrosTras los hechos: Dos países, cuatro décadas y un antropólogo (Básica) :  Geertz, Clifford: Amazon.es: Libros

 

  1. métode

-21-Las historias que uno cuenta adoptan naturalmente el modelo “comienzo, medio y fin”, un modelo que es menos coincidente con la dirección interna de los acontecimientos que con la experiencia en forma de paréntesis que uno tiene de ellos. Eliminar el paréntesis significa perder de vista al mismo tiempo cómo obtuviste lo que consideras que es conocimiento y por qué crees que lo es.

-27-Éstos son los hechos. O, al menos, así los he contado. Las dudas que puedan surgir, en mí o en los lectores, sólo parcialmente estarán relacionadas con la base empírica sobre la cual se apoyan estos relatos u otros semejantes. Siendo como son los cánones de la “prueba” antropológica (mímesis de procedimientos rígidos como si de mecánica o fisiología se tratara), lo que deberíamos preguntarnos es cómo frecuentemente se hacen explícitas tales dudas y, en la medida en que lo sean, cómo son más frecuentemente disipadas. Las notas a pie de página ayudan, las citas textuales más todavía, los detalles impresionan, los números normalmente convencen. Pero, al menos en antropología, todo ello no pasa de ser algo así como una ayuda subsidiaria; necesarios, por supuesto, pero insuficientes, no son el centro de la cuestión. El problema –la rectitud, la justificación, la objetividad, la verdad- radica en otros ámbitos, bastante menos accesibles a las destrezas del método.

En parte el problema está en saber en qué consisten exactamente esos grandes ideales (¿contra qué se supone que nos protege la “objetividad”?: ¿la pasión?, ¿el relativismo?, ¿el intuicionismo?, ¿el prejuicio? ¿Qué es lo que recomienda la “rectitud”?: ¿precisión?, ¿fidelidad?, ¿autenticidad?). Pero, de manera más crítica, el problema reside en el funcionamiento de discursos que están escritos para funcionar. ¿Cómo, si no, puede ser que partiendo de experiencias momentáneas y eventos presenciados a medias uno acabe, como suele ocurrir, con hechos formados, escritos, pormenorizados?

-28-Lo que producen y estudian los antropólogos que creen, como todavía hacemos la mayoría de nosotros, estar describiendo cosas que son realmente ciertas, son sistemas de construcción de discursos –estructuras de representación dentro de las cuales lo que está ocurriendo se plantea en forma de aserciones o argumentos, revestidos con evidencias.

-34-Describir qué es exactamente un país, caracterizarlo como realidad social con una forma y una fuerza determinadas es, pues, un asunto más complicado de hacer que lo que sugieren las estadísticas, figuras y diagramas, las imágenes en los mapas definitivos o la facilidad monográfica con que hablamos de la agricultura marroquí o la cocina indonesia, la alfombra marroquí o la burocracia indonesia. Objetos físicos e ideas abstractas a un tiempo –extensiones dentro de unos límites, variadamente permeables; grandes signos con múltiples lecturas- resisten a toda deducción hecha en un sentido o en otro: ya sea en términos de un lenguaje nominalista de signos materiales (“la agricultura marroquí es la agricultura de Marruecos”) o en términos de un lenguaje platónico de formas ideales (“la cocina indonesia es cocina con un espíritu indonesio”). Como cualquier otra construcción –una alfombra, una burocracia, un campo, una comida o los esfuerzos del viajero profesional por describir dónde ha estado- sólo se puede comprender un país si atendemos a cómo ha sido construido, de qué está hecho y qué tipos de usos puede llegar a tener. (+36) La formación en Marruecos, a lo largo de once siglos, de un enorme laberinto de lealtades personales, rivalidades, conspiraciones y traiciones a partir de una nube de jefes tribales, juristas religiosos y mercaderes ambulantes, descendientes del Profeta y héroes populares carismáticos, y el agrupamiento en Indonesia a lo largo de quince siglos de un vasto conglomerado de pueblos, comunidades, religiones, lenguas, hábitos y formas de vida dentro de una supercultura ideológica, tiene más que decirnos sobre la naturaleza de estos países que los relatos sobre el Leviatán y las historias de fortunas súbitas de las celebridades políticas. Las Estados son tan heterogéneos, tal localmente construidos y tan distintivos como lo son las literaturas, y no menos originales.

Marruecos, una vez que miramos más allá de su autopresentación absolutista, es y ha sido siempre no un monopolio despótico sino un campo irregular de micropolíticas pequeñas, diminutas, restringidas a los microambientes que componen el accidentado interior de Marruecos –montañas, estepas, platós, litorales, desiertos, oasis, piedemontes y llanuras aluviales-, y que alcanzan los rincones sociales más estrechos e íntimos: familias, vecindarios, mercados, tribus. Lo que yace en la base de todo son las relaciones inmediatas, cara a cara, de dependencia negociada, entre personas que se conocen personalmente, lo que algunas veces se denomina patronaje, otras clientelismo, y lo que los marroquíes llaman sedq (que significa al mismo tiempo “lealtad”, “confianza”, “amistad” y “sinceridad”). Cuando se entra en relación con instancias mayores se hace por medio de relaciones similares, igualmente inmediatas e interpersonales.

Al contrario, en Indonesia, dividida en islas y no en paisajes, las unidades son (y han sido siempre) pueblos –suku, suku-bangsa-, el medio transmisor de una ideología de identidad general en un país que aspira a ser una nación de naciones. Hay que juntar javaneses, dyaks, dani; musulmanes, hindúes, cristianos; malayos, chinos. Y lo necesario es juntarlos en una historia que los convenza de que están, por destino y por naturaleza, políticamente juntos.

-37-no es lo mismo una diferencia que una dicotomía. La primera es una comparación, establece una relación; la segunda es una aseveración, aísla.

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-58-comparar incomparables; un ejercicio práctico y, cuando las estrellas acompañan, una tarea instructiva aunque ilógica.

-72-lo que se necesita, o al menos nos debe servir, son anécdotas, relatos, parábolas: mininarraciones en las que el narrador esté incluido.

-88-…parecía un hombre que intentaba sinceramente descubrir la verdad y al mismo tiempo ya saberla, como supongo que hice yo mismo…

110-embarrancados entre paradigmas en una falla epistémica…

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117-esta redefinición consistía en situar el estudio sistemático del significado, de los vehículos de significado y de la comprensión del significado en el mismo centro de la investigación y el anàlisis: hacer de la antropología, o al menos de la antropología cultural, una disciplina hermenéutica.

-120-siempre he pensado que la comprensión de la vida social no significa un avance hacia un punto omega, “la verdad”, “la realidad”, “el ser” o “el mundo”, sino un incesante hacer y deshacer de hechos e ideas. …on s’engage, puis on voit.

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-129-todos éramos igualmente recelosos de las perspectivas que moldean las ciencias sociales a imagen de las ciencias naturales y de los esquemas generales que explican demasiado. En vez de eso, intentamos avanzar una concepción de investigación que se centrara en el análisis de la significación que para los actores tienen las acciones sociales, y las creencias e instituciones que confieren esos significados a dichas acciones. Los seres humanos, dotados de lenguaje y viviendo en la historia, están para bien o para mal poseídos por intenciones, visiones, memorias, esperanzas, estilos, así como pasiones y juicios, y todo ello guarda una estrecha relación con lo que hacen y por qué lo hacen. No parece probable que tenga más éxito intentar comprender su vida social y cultural en términos de fuerzas, mecanismos y tendencias, variables objetivadas instaladas en sistemas cerrados de causalidad.

En cualquier caso, ésta es la senda que hemos trillado en la escuela a lo largo de los años. Ello no nos ha colocado en oposición directa a la corriente dominante en ciencias sociales, que permanece fiel a las ideas recibidas en cuanto a lo que se considera evidencia, conocimiento, explicación y prueba. Más bien nos coloca en un ángulo oblicuo y cuestionador pon respecto a ello: cauteloso, inquieto e inconformista. Tal vez, la posición apropiada para una empresa tan anómala en un lugar tan peculiar.

-130-…resaltando un puñado de preocupaciones radicales tan íntimamente interrelacionadas entre sí que acaban por tornarse las unas extensiones de las otras…

-131-el segundo punto de interés, el referente a la poca habilidad de los antropólogos, en su mayoría americanos, británicos, alemanes o franceses y prácticamente todos ellos educados a la occidental, para liberarse de las visiones derivadas de su propia cultura de forma que puedan ver otros pueblos “en sus propios términos” no es sino la preocupación, expresada en clave epistemológica, por obstruir otras voces. Si los entramados de significados de los cuales dependemos para abrirnos paso en la vida están tan profundamente afianzados como para colorear nuestra percepción, es difícil ver como nuestros relatos sobre lo que otros sienten, piensan o hacen, para no decir nada de nuestras teorías sobre ellos, pueden ser algo más que una imposición directa. Imposición y distorsión sistemática: “orientalismo”, “hegemonía cultural”, “dominación simbólica”. Por todos lados la reivindicación etnográfica del conocimiento está siendo puesta bajo la duda moral, recalificada como una impronta del poder.

Toda esta duda o metaduda se completa y se hace aparentemente inevitable bajo la visión del discurso de las ciencias sociales –o de la antropología o de cualquier otra disciplina- como discurso políticamente cargado, atravesado por llamamientos implícitos al dominio y al control. La capacidad que tiene el lenguaje de construir, sino la realidad “como tal” (sea esto lo que fuere) sí al menos la realidad tal como uno la vive en la práctica cotidiana –nombrada, descrita, catalogada y medida-, hace de la cuestión de quién describe a quién y en qué términos un asunto que en modo alguno es insignificante. Si no hay acceso al mundo que no esté mediatizado por el lenguaje (o al menos por sistemas de signos) es importante saber qué tipo de lenguaje es éste. La representación es poder. La representación de otros no es fácilmente separable de su manipulación.

-135-…nuestra irregular escuela ha demostrado que es un lugar excelente para observar la conmoción y experimentar formas de mantenerse erguidos dentro de ella. Aprender a existir en un mundo bien diferente al que te formó es la condición necesaria hoy en día para practicar una investigación que te resulte medianamente creíble, y para escribir frases que más o menos puedas tolerar. Instalarse en la encrucijada de la controversia , hábilmente diseñada para hacer difícil el acomodo, ha resultado ser una muy buena forma de hacerlo.

-136-A partir del declive, podemos decir generalizado, de la creencia en un único y soberano método científico y la noción asociada de que la verdad ha de ser conseguida por medio de procedimientos de investigación radicalmente objetivadores, se ha hecho más y más difícil separar lo que llega a la ciencia por el lado del investigador y lo que llega por el lado de lo investigado. En antropología en cualquier caso, y en mi caso al menos (asumiendo que ambos tienen algo que ver con la ciencia), la experiencia indivisible de, por un lado, intentar encontrar mi lugar en todo tipo de lugares y, por otro, los propios lugares presionando sobre mí, parece haber producido todo lo que ha aparecido bajo mi firma profesional. Más aún, ha producido la propia firma.

-166-“En pos de los hechos” tiene un doble sentido, dos giros tropológicos de un significado literal. En el sentido literal significa buscar hechos, que es por supuesto lo que he estado haciendo. En el primer giro, significa una interpretación a posteriori, la principal manera (quizá la única) a través de la cual llegamos a entender el tipo de fenómenos vividos-hacia-adelante, comprendidos-hacia-atrás con los que la antropología está condenada a lidiar. El segundo giro (que es incluso más complicado), evoca la crítica pospositivista al realismo empirista, al tomar distancia de las teorías simples sobre la correspondencia entre conocimiento y verdad, y que hacen del propio término “hecho” una cuestión peliaguda. No estoy seguro, ni siquiera tenga la sensación de conclusión, de saber qué es precisamente lo que uno está en pos de, en una búsqueda tan indefinida, en medio de pueblos tan variados, en una diversidad tal de tiempos tan diferentes. Pero es una excelente forma, interesante, agotadora, útil y divertida de pasar una vida.

Trad/mod-rur/urb

15-En las elecciones de 1955 los comunistas habían conseguido aproximadamente las tres cuartas partes de los votos de la ciudad, los musulmanes restauracionistas cerca de tres cuartos del voto rural. Los partidarios de Sukarno y los musulmanes reformistas se dividían la mayor parte del resto de los votos, pero como su apoyo se asentaba en los elementos más influyentes tanto del campo como de la ciudad, les resultados electorales desequilibraban menos en términos de poder de lo que indicaban los números por sí solos. … los partidarios de Sukarno y los reformistas habían logrado un poco más de un quinto de los votos cada uno, los musulmanes restauracionistas y los comunistas un poco menos. Pare, polarizada entre el radicalismo popular y el restauracionismo popular, democracia romántica de izquierdas y de derechas, ambos igualmente poco comedidos en la demostración de sus pasiones políticas…

153-“Una cierta idea de ciudad (islámica)” se hace más viva y más imperiosa conforme se hace más difícil de reconocer en la extensión desordenada de la vida urbana moderna; conforme decaen y desaparecen las condiciones de su existencia va ganando, como un sueño o un recuerdo, cada vez más significado.

164-Lo que ocurre en Sefrou en relación a la ciudad islámica, como lo que ocurre en Pare respecta o la educación islámica, es lo que está ocurriendo al “islam” como tal en estas y en otras muchas ciudades. Está perdiendo definición y ganando energía.

 

Nac

32-El mundo se divide en países. … Estas superficies están separadas (un pedazo de tierra no puede pertenecer a dos países), son categóricas (una extensión de tierra o bien pertenece o bien no pertenece), son exhaustivas (no hay una extensión que no pertenezca a alguien) y… forman un todo ininterrumpido. Las disputas que tienen lugar en torno a sus definiciones rectilíneas… no obstan para que tengamos, hasta la fecha, un mapa definitivo. Definitivo no en el sentido de que nunca cambia; Rand McNally tiene que poner en marcha una nueva edición casi todos los días, estos días. Es definitivo en el sentido de que, a pesar de los cambios, está formado por “países” habitados por “pueblos” e identificados con “Estados”, es decir, con “Estados-nación”.

Por supuesto, no fue siempre así, y para la mayor parte del mundo ha sido así sólo a partir de una fecha reciente. La variedad de imperios, culturas, regiones, ligas comerciales, ciudades-Estado, condominios, dependencias, protectorados, puertos libres, territorios inexplorados, dinastías sin límites definidos, mandatos y colonias semisoberanas que están dispersas por cualquier atlas histórico… acabaron de desaparecer ayer, y el prudente arqueólogo británico que tituló un libro sobre antigüedades hindúes Five thousand years of Pakistan no estaba mirando hacia atrás, sino a los lados. No se puede escribir una historia de “Marruecos” o de “Indonesia” (el primer término nace en el siglo XVI a partir del nombre de una ciudad, el segundo en el siglo XIX a partir de una clasificación lingüística) que vaya más atrás de los años treinta de este siglo, y no porque los nombres o los lugares no existieran con anterioridad, ni tampoco porque no fueran independientes, sino porque no eran países. Marruecos era dinastías, tribus, ciudades y sectas, y después colons. Indonesia era palacios, campesinos, puertos, jerarquías y, posteriormente, indische heren. No formaban todavía polígonos coloridos.

En ambos países, la aparente finalidad de su proceso de formación, como más o menos se presenta a la luz de nuestros días, impide en gran medida tomar conciencia, incluso para quienes saben algo de historia, de que en realidad su existencia es muy reciente. Para la gente que vive allí, ahora llamados ciudadanos, y para los que no viven pero van allí como turistas, diplomáticos, hombres de negocios, periodistas, residentes extranjeros, espías o antropólogos, la extensa neblina de la identidad cartográfica (hasta la oveja parece marroquí e incluso los volcanes parecen indonesios) hace difícil recordar que los lugares son accidentes y que sus nombres son ideas. La ciudadanía aparece como algo nuevo, al menos para los ciudadanos, pero la identidad no: no siempre hemos tenido un Estado, o hemos tenido demasiados; pero, si no desde siempre, al menos desde Barabudur y el paddy, desde las invasiones de los árabes y el islam, siempre hemos sido nosotros.

Esta disposición –no totalmente absoluta, pero casi- a ver la cultura, la geografía, la política y el yo dentro de los espacios demarcados de un mapa definitivo, como una cuestión de países, lleva a una concepción del pasado como un prólogo y del futuro como un dénouement, a una visión de la historia con un sujeto permanente. Esto no es exactamente whiggism aunque la dirección del tiempo apunta ciertamente hacia arriba, y la sensación de progresar desde un pasado oscuro hacia un presente menos oscuro es muy fuerte. Tampoco es mero presentismo, aunque la forma en que las cosas son ahora mismo determina la percepción casi totalmente. Se trata más bien de lo que se podría llamar la ilusión del esencialismo. Entre las infladas categorías de los tipos de régimen –feudalismo o colonialismo, capitalismo tardío o sistema mundial, neomonarquía o militarismo parlamentario- hay una esencia omnipresente, una profunda marroquinidad, una íntima indonesidad, que luchan por obtener reconocimiento.

A este tipo de concepción de las cosas se le suele denominar nacionalismo. No tiene nada de malo pero es menos preciso de lo que parece, otra categoría agrandada que agrupa lo inagrupable y difumina distinciones sentidas internamente.

34-describir qué

PDF) Clifford Geertz