Qui té la sobirania dels Pols? (EOM)
La soberanía del Ártico o Polo Norte se reparte entre los países colindantes, mientras que la Antártida o Polo Sur es un “bien común” de la humanidad donde las reclamaciones territoriales están congeladas. Ambos espacios plantearon al derecho internacional la pregunta de a quién pertenece un territorio nunca ocupado por una potencia. Establecer su estatus ha sido necesario debido a su creciente atractivo y las disputas entre los Estados interesados.
La jurisdicción sobre los Polos parte de su propia geografía. El Ártico se rige por el derecho del mar porque es un conjunto de aguas heladas que conforman el océano Glacial Ártico, rodeado por Canadá, Groenlandia —territorio autónomo del Reino de Dinamarca—, Noruega, Alaska (parte de Estados Unidos) y Rusia. Por el contrario, la Antártida es un continente cubierto de hielo y rodeado por los océanos Antártico, Índico y Pacífico, cuyo estatus se regula por medio de un acuerdo internacional.
El Polo Norte, repartido
El Ártico se reparte en función de la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar de 1982, que aplica la teoría de los sectores. Según esta teoría, los cinco países con litoral en el océano Ártico pueden explotar los recursos de sus respectivas zonas económicas exclusivas (ZEE), un espacio de hasta doscientas millas náuticas, que se extienden desde el límite de sus aguas interiores. El resultado es que el Polo Norte está dividido en porciones triangulares en las que las costas estatales conforman las aristas, y el vértice es el polo norte de la Tierra. Los cinco Estados costeros, conocidos como Arctic Five, reafirmaron este reparto de soberanía con la Declaración de Ilulissat en 2008 para evitar cualquier otro acuerdo ártico internacional.
Los otros tres países árticos son Finlandia, Islandia y Suecia. Tienen un estatus jurídico inferior porque su ZEE queda en el límite del Círculo Polar Ártico, sin acceso para reclamar soberanía sobre el océano Ártico. Sin embargo, sí son parte del Consejo Ártico, el foro multilateral que los ocho Estados formaron en 1996 para tomar decisiones conjuntas y promover la cooperación en la región. El interés por el Polo Norte ha aumentado desde entonces, por lo que otros Estados, organizaciones intergubernamentales y ONG han postulado para ser miembros observadores del Consejo. Los Estados son Francia, Alemania, Italia, Japón, Países Bajos, China, Polonia, India, Corea del Sur, Singapur, España, Suiza y el Reino Unido.
El atractivo geopolítico del Ártico se debe a sus recursos naturales, desde las grandes reservas de petróleo y gas natural hasta metales valiosos para la industria tecnológica, como el litio. Como el derretimiento del hielo por el calentamiento global deja al descubierto estas reservas y hace más accesible las actividades pesqueras, los países árticos se lanzaron a la conquista, reclamando nuevas porciones a partir de 2008. De momento, la Comisión de Límites de la Plataforma Continental sólo ha aceptado la petición de Noruega de aumentar su jurisdicción 235.000 kilómetros cuadrados.
La Antártida, para la investigación
El Polo Sur también ha tenido disputas. Los reclamos sobre la Antártida surgieron en la primera mitad del siglo XX, por parte del Reino Unido (1908), Nueva Zelanda (1923), Francia (1924), Australia (1933), Noruega (1939), Chile (1940) y Argentina (1942). Entre 1957 y 1958 se desplegaron investigaciones científicas con motivo del Año Geofísico Internacional. Bélgica, Sudáfrica, la Unión Soviética y Japón, que también participaron, reclamaron los espacios que habían ocupado en sus expediciones.
Estados Unidos y la Unión Soviética mediaron en la disputa bajo la condición de ser parte de cualquier acuerdo, lo que resultó en el Tratado Antártico, en vigor desde 1961. Mientras esté vigente, este acuerdo congela las reivindicaciones territoriales de los Estados aspirantes así como toda confrontación militar, lo cual no implica que los firmantes renuncien a su soberanía. El tratado fue un éxito internacional porque limpió el continente de armas, incluidas las nucleares, y lo consagró para la investigación científica. A finales de siglo se completó con tres protocolos que regulan la flora y fauna antártica (1980), las focas marinas (1988) y la conservación del medioambiente (1991). Los cuatro instrumentos componen el Sistema del Tratado Antártico (STA), que ha convertido la Antártida en un bien común de la humanidad.
Desde la firma en 1959, 53 países se han adherido al STA, atraídos una vez más por los recursos naturales. Se estima que bajo el hielo del Polo Sur —y Groenlandia— se encuentra el 70% de las reservas de agua dulce del planeta, además de petróleo, gas natural y materiales esenciales para las industrias actuales, como el uranio. Su explotación violaría las normas internacionales, pero esto puede cambiar si los Estados modifican el Tratado en la revisión del STA en 2048.