*un nuevo banco mundial de la ira?*, Enric Juliana
...Asesores del expresidente brasileño Jaïr Bolsonaro intervienen en la campaña del hombre de la motosierra y esa pista brasileña posiblemente nos conduzca a Steve Bannon, el estratega que lanzó la primera campaña electoral de Donald Trump y que le asesoró durante su primer año en la Casa Blanca. Bannon lleva años intentando construir una internacional de la extrema derecha del siglo XXI, un nuevo banco mundial de la ira.
‘Ira y tiempo’ (Siruela, 2006). Este es el título de un libro del filósofo alemán Peter Sloterdijk, por el que siento verdadera devoción. Nada más empezar, el profesor de Karlsruhe con bigotes de vikingo nos recuerda que en el principio fue la ira. “En el inicio de la primera frase de la tradición europea, en el verso introductor de 'La Ilíada', aparece, de manera fatal y solemne, la palabra ira: “La ira canta, oh diosa, del Pelida Aquiles…” Sostiene Sloterdijk que la Internacional Comunista logró constituirse durante más de veinte años (1919-1943) en el Banco Mundial de la Ira. Los trabajadores que se sentían injustamente explotados y los desposeídos de todos los países del mundo depositaban su ira en ese banco, que lo administraba mediante una continua elaboración de estrategias a escala planetaria: en unos casos acelerando algunos movimientos revolucionarios, en otros, frenándolos para ganar tiempo.
Con el ascenso de Stalin, la Unión Soviética se convirtió en depositaria casi exclusiva de los intereses de ese banco mundial de la ira. La prioridad de los partidos comunistas de todo el mundo pasó a ser la consolidación de la URSS. A medida que esa prioridad se fue acentuando y deformando, la banca residenciada en Moscú perdió depósitos, primero después de la ocupación de Hungría (1956), y después con la sórdida invasión de Checoslovaquia (1968). En los años sesenta, compitiendo con los soviéticos, los jóvenes guardias rojos de la China de Mao intentaron poner en marcha otra banca mundial de la ira, que tuvo notable éxito en ciudades como París: los mismos universitarios que denunciaban la disciplina de sus padres burgueses, aceptaban la exaltada uniformidad agraria del presidente Mao. Francia fabrica grandes piezas teatrales.
No hay, por el momento, un nuevo banco mundial de la ira, aunque la extrema derecha parece querer constituirlo. Hay cajas de ahorro de la ira y émulos del Conde de Montecristo que predican la venganza, previa acumulación de capital. El multimillonario Trump sería uno de ellos. “En la situación globalizada -concluye el filósofo alemán- ya no es posible ninguna política de la equiparación del sufrimiento al por mayor que se construya sobre las reservas de injusticias pasadas que se presenten como redentoras del mundo”.
Ahora es el tiempo de los estallidos de ira en forma de géiser. Bufidos que pueden ser abrasadores: hacia la derecha o hacia la izquierda. La ira por los crímenes de Hamas en Israel. La ira por la brutal respuesta de Netanyahu. La ira Milei. La motosierra que se encasquilla. La ira que genera clics y las encuestas que se equivocan. La ira que quisiera capitalizar en España Isabel Díaz Ayuso si un día logra ver cumplido su sueño: liderar una candidatura a la presidencia del Gobierno...
24-10-23, lavanguardia