Anna Buj
Roma. Corresponsal
02/03/2022 lavanguardia
Con la popularidad de Petró Poroshenko por los suelos, en las elecciones ucranianas del 2019 reinaba la incertidumbre. Parecía que la única alternativa era la exprimera ministra Yulia Timoshenko, motor de la revolución naranja del 2004. Pero un cómico se interpuso en su camino. Volodimir Zelenski, que había protagonizado una serie de televisión – El sirviente del pueblo – sobre un profesor de secundaria que se convertía en presidente del país, irrumpió por sorpresa en la campaña hablando a los jóvenes desencantados por la corrupción. Prometió que iba a acabar con el conflicto en el este del país. Arrasó con más del 70% de los votos frente a su antecesor, siguiendo la estela de otras figuras ajenas a la política, como Donald Trump o el cómico italiano Beppe Grillo, fundador del Movimiento 5 Estrellas.
Son muchas las críticas que ha suscitado Zelenski desde entonces. Fue acusado de ser poco serio y de no estar preparado para gobernar. Se le consideraba un personaje frívolo con el que Vladímir Putin jugaría a su antojo. Se decía que iba a ser una marioneta de Ihor Kolomoisky, propietario del canal que emitía su serie de televisión, investigado en EE.UU. por posible fraude y lavado de dinero. Su nueva ley contra la influencia de los oligarcas generó preocupación por el temor a convertirse en un canal para acabar con sus oponentes. Incluso se vio arrastrado por la ola de Trump, quien intentó extorsionarle para conseguir sacar a la luz trapos sucios políticos de Joe Biden.
Nada de eso importa ya. Sin afeitar, ojeroso y con camisetas de corte militar, con sus emotivos discursos para animar a los ucranianos a defender la libertad ante la invasión rusa, Zelenski ha dejado de ser considerado un actor. Cuando rechazó la ayuda de Washington para escapar del país se convirtió en el símbolo de la resistencia ucraniana. “Necesito munición, no un viaje”, dijo, quedándose en Kíev junto a su familia, y pese a las advertencias de que es el objetivo principal del Kremlin. Todo el mundo recordó entonces a Ashraf Ghani, que huyó de Kabul ante la llegada de los talibanes a la ciudad.
Zelenski conoce bien las armas de la comunicación de masas. Ya durante su campaña demostró su manejo de las redes sociales: las prefería a entrevistas y mítines políticos. Ha respondido a los rumores de su huida publicando imágenes en el centro de Kíev. “Yo estoy aquí, no vamos a deponer las armas, defenderemos nuestro Estado, nuestro territorio, a nuestra Ucrania, a nuestros hijos”, afirmaba en uno de sus discursos. El filósofo francés Bernard-Henri Lévy, en Le journal du dimanche , le comparaba con “un joven Churchill, caminando por los barrios pobres de Londres durante los bombardeos alemanes de septiembre de 1940”. La cuenta de Twitter oficial de Ucrania le contrapone directamente con Putin, aislado y escondido, frente a un Zelenski rodeado de su familia o abrazado a su ministro de Defensa, Oleksii Reznikov. El mensaje es tremendamente poderoso.
La insistencia del presidente ucraniano ha dado frutos en Europa. Su llamamiento ante los líderes europeos ha convencido a países como Italia o Alemania, muy vulnerables por su alta dependencia del gas ruso, de que debían dar un paso más en las sanciones económicas. “Esta puede ser la última vez que me veáis con vida”, les avisó. Ayer conmovió de nuevo al Parlamento Europeo, emocionado por un discurso en que les reclamó que Ucrania se estaba ganando el derecho a entrar en el bloque. “Demostrad que estáis con nosotros –urgió–. Demostrad que no nos vais a dejar marchar. Demostrad que sois realmente europeos y entonces la vida ganará a la muerte y la luz ganará a la oscuridad”.
Zelenski, de 44 años, nació en Kryvyi Rih, una ciudad industrial del este de Ucrania, con el ruso como lengua materna. Empezó muy joven en el mundo del espectáculo. Ha participado en Bailando con las estrellas y en comedias románticas, en Rusia y en Ucrania. Su familia es de origen judío, aunque no es practicante. “¿Cómo puedo ser nazi? –respondió a Putin– Dile eso a mi abuelo, que pasó toda la guerra en la infantería del ejército soviético y murió como coronel en Ucrania”. Moscú se enfureció por sus insistentes llamadas a entrar en la OTAN. Ahora, definitivamente, se ha convertido en la pesadilla de Putin. Aunque pierda esta guerra, Zelenski ya es un héroe insospechado, un verdadero comandante de un país amenazado.