Etiòpia: el comité del Nobel de la Pau demana a Abiy que s’ho repensi
La ONU alerta de una inminente crisis humanitaria y más de 27.000 personas han huido de la guerra
El comité noruego del premio Nobel de la Paz realizó ayer un comunicado fuera de lo común y, si no fuera por la gravedad del asunto, con tintes surrealistas: pidió a su galardonado en el 2019, el primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, que ponga fin a la guerra declarada por él mismo en la provincia norteña de Tigré el pasado 5 de noviembre. Aunque el organismo no suele expresar opiniones sobre sus premiados, ayer reaccionó llevado por una “profunda preocupación” por el estallido del conflicto en el país africano. “(El Comité) repite hoy lo que ha declarado antes, es decir, que es responsabilidad de todas las partes implicadas poner fin a la escalada de la violencia y resolver los desacuerdos y conflictos por vías pacíficos”, rezaba el comunicado. Las Naciones Unidas ya hablan de “crisis humanitaria a gran escala” en Etiopía, después de que más de 27.000 personas hayan huido de la zona. Amnistía Internacional reportó hace unos días matanzas a machetazos de cientos de civiles y en los últimos días se han producido bombardeos en ambos bandos. El portavoz de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), Jens Larke, reclamó ayer acceso a la zona del norte, que sigue totalmente aislada por el bloqueo de internet y teléfono desde el inicio de la contienda, y temió “un desplazamiento masivo dentro de (la provincia de) Tigré y eso es por supuesto una preocupación y tratamos de prepararnos de la mejor manera posible”.
El conflicto tiene su origen en un cambio de poderes reciente en el segundo país más poblado de África
Pese a la presión internacional sobre Abiy –Uganda y Kenia pidieron ayer que se abra una negociación–, el Nobel de la Paz sigue enrocado. Ayer descartó sentarse con el Frente de Liberación del Pueblo Tigray (FLPT), al mando en la región norteña de Tigré, y subrayó que la guerra ha entrado en su “fase final” después de que ayer terminara un ultimátum de tres días para que los soldados tigray pudieran rendirse sin ser castigados. Abiy aseguró que varias tropas se habían rendido pero no especificó cifras ni mostró imágenes para confirmar sus palabras.
El conflicto en Etiopía, y que ya golpea países vecinos después del bombardeo de la capital de Eritrea por parte de las fuerzas tigray, tiene su origen en un cambio de poderes reciente en el segundo país más poblado de África, con 108 millones de habitantes. Aunque la etnia tigray apenas representa un 6% de la población, el partido del FLPT lideró el país durante 27 años al frente de una coalición desequilibrada y colocó a su gente en los principales puestos políticos, económicos y militares. La irrupción en el año 2018 de Abiy tras una ola de revueltas se entendió como un gesto del FLPT para colocar a un aliado amable y apagar el descontento social. Pero Abiy, de etnia oromo, no aceptó ser un títere del poder en la sombra: echó a varios mandatarios del antiguo régimen acusados de corrupción o abusos de los derechos humanos, tomó el control del partido y le cambió el nombre por el de Partido de la Prosperidad e incluso firmó la paz con Eritrea. El descontento de los tigray estalló cuando en junio Abiy Ahmed anunció que, a causa de la Covid-19, retrasaba las elecciones previstas para el pasado agosto hasta el 2021. El Ejecutivo tigray no solo denunció que el primer ministro buscaba extender su mandato sino que celebró unilateralmente los comicios en su región y anunció que ya no reconocía la autoridad de Addis Abeba. El día 5 de noviembre, un supuesto ataque tigray a una base militar desencadenó la furia del Gobierno etíope. Horas después, el Nobel de la Paz etíope declaró la guerra.