Clotilde Cerdà, o la llibertofòbia culturicida sistèmica espanyola
Barcelona rescata la fascinante historia de Clotilde, la hija insurrecta de Cerdà
Fue una estrella precoz del arpa que causó admiración en todo el mundo, pero sus convicciones políticas, su lucha contra el esclavismo y su irreductible libertad la condenaron al olvido
El 27 de abril de 1864, Idelfons Cerdà escribe en su diario: “Trueno grande de familia”. Y dos días después: “Cambio de todos los muebles de la casa”. El creador del plan urbanístico de l’Eixample registra así el momento de la ruptura de su matrimonio con la pintora Clotilde Bosch, que abandona el domicilio familiar y marcha a Madrid llevándose consigo a la menor de sus cuatro hijas, Clotildina, de tres años. El ingeniero acaba de descubrir que la pequeña es fruto de una aventura extramatrimonial, corta toda relación con ella y la deshereda, pero sin saberlo la pone en la pista de despegue de una vida extraordinaria.
Tras una primera estancia en Madrid, madre e hija viajarán luego a Roma y más tarde a París, y con sólo 12 años Clotilde Cerdà debutará como concertista de arpa bajo la batuta de Johann Strauss II en la Exposición Universal de Viena. Fue bautizada para el arte como Esmeralda Cervantes por Victor Hugo –que le prestó el nombre de la heroína de Nuestra señora de París– y la reina Isabel II le puso el apellido en honor al autor del Quijote. Su fama da la vuelta al mundo. En Alemania toca ante Richard Wagner, que la califica de “genio” en presencia de Luis II de Baviera, y antes de cumplir los 15 años hace ya las Américas con multitudinarios conciertos en Brasil, Argentina, Perú, Chile, Uruguay, Cuba, México y Estados Unidos, donde actúa en la Casa Blanca ante el presidente Cleveland.
Clotilde Cerdà/Esmeralda Cervantes con las flores recibidas tras un concierto en el Chickering Hall de Nueva York, en 1876 (Biblioteca de Catalunya)Pero la rutilante historia de Clotilde Cerdà como una de las mejores arpistas del mundo, y sobre todo el sorprendente olvido que todavía hoy mantiene en penumbra su figura, supera con mucho la de tantas otras estrellas extraviadas en la historia del arte. Fue una activista política y luchó desde una perspectiva feminista contra la pena de muerte y la abolición de la esclavitud. Y por la mejora de las condiciones de vida de los vulnerables en un mundo en transformación. Pagó un precio muy alto por ello.
Luchó desde una perspectiva feminista contra la pena de muerte y la abolición de la esclavitud. Y por la mejora de las condiciones de vida de los vulnerables en un mundo en transformación. Pagó un precio muy alto por ello
“Es un personaje deslumbrante: por su genio, por su inteligencia política, por su coraje, por su libertad y por una bondad genuina que va mucho más allá de la actitud de buena niña que se le exige a una chica de finales del siglo XIX”, señala Lorena Fuster, profesora de Filosofía y Teoría Feminista en la Universidad de Barcelona y responsable de una investigación que ahora culmina en una exposición en el Palau Robert: Clotilde Cerdà/Esmeralda Cervantes, una mujer ante una época.
“Es una mujer compleja a la que no se le pueden colocar etiquetas simplificadoras porque ella no las quería, y parte de su inteligencia y su libertad durante su vida fue precisamente mediar y hacer de contrabandista entre mundos muy heterogéneos y a menudo opuestos”, relata Fuster.
En México, consiguió el indulto de José María Téllez, un reo condenado a muerte que luego le salvaría la vida con un tónico local, el Tonatiyacapan. Madre e hija mejoraron la fórmula y lo comercializaron en Europa y América
Con 14 años obtuvo el indulto de Alfonso XII para dos condenados a muerte, y dos años más tarde, en una visita a México, consiguió que el presidente Porfirio Díaz indultara a otro reo que estaba a la espera de su ejecución. Se llamaba José María Téllez y será él quien le salvará la vida cuando enferme de fiebre amarilla o vómito negro gracias a un tónico de hierbas local a base de plantas llamado Tonatiyacapan. El remedio no sólo funcionó, sino que madre e hija se embarcaron en una aventura empresarial mejorando la fórmula y comercializando el bálsamo en Europa y América.
El rescate actual de Clotilde Cerdà comienza con el hallazgo de un álbum (360 documentos: fotos, diplomas, poemas, ilustraciones, cartas...) que la Biblioteca de Catalunya adquirió a un anticuario de Naumburg (Alemania). En 2012, Isabel Segura le dedicó un libro, Els viatges de Clotilde , y más recientemente Fuster emprendió una nueva investigación con el apoyo de la Fundación Mir-Puig, “tirando del hilo mediante un trabajo minucioso en los archivos y rastreando las hemerotecas de casi todos los países donde estuvo para recuperar los centenares de artículos de prensa que se escribieron sobre ella. Y todavía falta mucho por encontrar”.
Clotilde Cerdà con su madre Clotilde Bosch, pintora y mujer de poderosas convicciones políticas (Biblioteca de Catalunya)“No sabemos quién es el padre, aunque teníamos nuestras conjeturas, pronto nos dimos cuenta que fuese quien fuese, quien era realmente importante en su vida era su madre, Clotilde Bosch, una mujer artista con poderosas convicciones políticas que la inspiró, apoyó y acompañó en todas sus aventuras artísticas y políticas”, continúa Fuster.
Lorena Fuster
“No sabemos quién es el padre, pero la importante en su vida fue su madre, una mujer artista con poderosas convicciones que la inspiró, apoyó y acompañó en todas sus aventuras artísticas y políticas”
Perteneciente a la masonería e hija de banqueros y políticos liberales, fue ella, por ejemplo, quien envió una carta a Isabel II, de la que había sido dama de honor en su exilio parisino, para que se la remitiera a su hijo Alfonso XII. En ella reivindicaba mejoras en las condiciones laborales para las mujeres trabajadoras, con propuestas concretas como una retribución mensual obligatoria por parte del Gobierno, una pensión de orfandad y viudedad o la construcción de viviendas de alquiler para las familias obreras.
Clotilde Cerdà a en La Habana, retratada con parte del uniforme del cuerpo de bomberos, que la nombraron socia de mérito (Biblioteca de Catalunya)En 1876, el mismo año que moría Ildefons Cerdà, madre e hija viajaron a una Cuba incendiada por la primera guerra de la independencia, significándose a favor de la causa y contra el sistema esclavista. Aquel posicionamiento les pasaría una factura muy cara. Poco a poco los centros de poder dejaron de mirar con simpatía aquella niña caritativa que tocaba el arpa como los ángeles, y a mostrarse hostiles contra la mujer feminista y pacifista que se manifestaba a favor de la emancipación de los pueblos.
“Yo creí que V. aspiraba a tocar muy bien el arpa o a lo sumo a ser una gran artista; gloria con la cual se han contentado hombres como Beethoven y Mozart”, le reprocha el secretario de la reina regente Maria Cristina
“Yo creí que V. aspiraba a tocar muy bien el arpa o a lo sumo a ser una gran artista; gloria con la cual se han contentado hombres como Beethoven y Mozart y que es en mi concepto la mayor de las glorias humanas; pero un día aparece V. en Cuba, como queriendo resolver por su influencia el problema de la esclavitud; y presidiendo manifestaciones y juntas que nada tienen que ver con el arte, y ahora la veo á V. erigida en protectora de la clase obrera catalana y de la educación de la mujer”, le reprocha el conde Morphy, secretario de la reina regente María Cristina.
La carta está fechada en 1887, dos años después de que, ya de vuelta en Barcelona, con 24 años, abriera la Academia de Ciencias, Artes y Oficios para la mujer Esmeralda Cervantes, que tuvo su sede en el último piso y la buhardilla del Gran Hotel Continental, en la esquina de la Rambla con plaza de Catalunya. Una institución pionera de formación científica, artesanal y artística dirigida sobre todo a las mujeres obreras cuya subsistencia, pese a que el número de alumnas llegó a ser muy alto, dependía de unos apoyos que nunca llegaron. Movió todos sus contactos en la realeza y la burguesía. Pero le dieron la espalda y dos años después de su apertura tuvo que cerrar sus puertas.
Clotilde Cerdà, con la cabeza apoyada en la mano, rodeada de las alumnas de la Academia de Ciencias, Artes y Oficios para la Mujer que fundó en 1885 en Barcelona para dar acceso a la educación a las mujeres de clase obrera. (Biblioteca de Catalunya)“Veo con gran pena los contratiempos que acabaron alejándola de la patria; pero recuerde que todos somos desterrados en este mundo”, le escribió Jacint Verdaguer cuando dejó Barcelona. Y años más tarde ella misma le reconocería a Víctor Balaguer: “Como si hubiera fundado una escuela de malas costumbres, así se desencadenaron todas las malas posiciones sobre mí”.
“Como si hubiera fundado una escuela de malas costumbres, así se desencadenaron todas las malas posiciones sobre mí”, escribió años después a Victor Balaguer
Sería luego arpista del palacio de Callenberg de los duques de Sajonia-Coburgo en Montecarlo, profesora de arpa y piano del harén del sultán Abdul Hamid Khan II en Turquía y, ya casada con el industrial Oscar Grossman, se estableció en Belém do Pará, centrándose principalmente en la docencia en Brasil, saltando luego a Cuba y a México. En 1918 fijó su residencia en Tenerife, donde murió en 1926. Su legado incluye varias revistas ( L’Étoile Polaire/La Estrella Polar o El Ángel del Hogar ), libros ( Historia del arpa ) y el opúsculo Address on the Education and Literature of the Women of Turkey , y asociaciones pacifistas como la Unión Universal o los Asilos de protección internacional de la Infancia.
La artista con los miembros del jurado de los premios musicales de la Exposición Universal de Chicado de 1893 (Biblioteca de Catalunya)Más allá de la reconstrucción histórica, Lorena Fuster apunta que el objetivo de su proyecto es poner de manifiesto su perspectiva filosófica pionera. “Su respuesta y la de otras muchas mujeres a la explotación de la vulnerabilidad y a la precarización de la existencia denota una comprensión de la condición humana muy diferente a la que proponía la filosofía moderna con el ideal del individuo autosuficiente”, señala.
“Estas mujeres están atravesadas por una comprensión de la condición humana mucho antes de que la idea de fragilidad y vulnerabilidad se conceptualice en el pensamiento contemporáneo del siglo XX”
“Estas mujeres están atravesadas por esta comprensión mucho antes de que la idea de fragilidad y vulnerabilidad se conceptualice en el pensamiento contemporáneo del siglo XX gracias a pensadoras como Hannah Arendt, Simone Weil o Rachel Bespaloff, revolucionando la comprensión de la condición humana y del mundo en la filosofía. En el siglo XXI son conceptos centrales en el debate filosófico (Judith Butler, Adriana Cavarero) y, sobre todo, en este momento en que la pandemia vuelve a sacarlos a la luz”, concluye Fuster.
En Barcelona, en el interior de una isla a la que se accede desde la calle Marina, hay un jardín que lleva el nombre de Clotilde Cerdà