la desaparición de una académica célebre y la persecución a una minoría musulmana en China

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Rahile Dawut, la tercera desde la izquierda, es una académica de la etnia uigur, trabajaba en 2005 en la región china de Xinjiang. Desde hace ocho meses está desaparecida. Credit Lisa Ross

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ÜRÜMQI, China – Era una de las académicas más reverenciadas de la minoría étnica uigur, de la parte más occidental de China. Había escrito extensamente y dado conferencias por toda China y el mundo para explicar y celebrar las múltiples tradiciones uigur. Sus investigaciones eran financiadas por ministerios gubernamentales chinos y alabadas por otros estudiosos.

Y de pronto desapareció.

En diciembre pasado, la académica Rahile Dawut, de 52 años, le dijo a un familiar que planeaba viajar a Pekín desde Ürümqi, la capital de la región Xinjiang, donde daba clases. Dawut tenía prisa cuando se fue, según dijo su familiar, quien habló bajo la condición de que se guardara su anonimato por temor a algún castigo por parte de las autoridades chinas.

Desde entonces no se sabe de ella, y su familia y amigos cercanos están seguros de que la detuvieron de manera secreta como parte de las severas restricciones impuestas a los uigures, el grupo mayoritariamente musulmán que considera a Xinjiang su tierra natal.

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La ciudad vieja de Kashgar en 2016. Para muchos de los once millones de uigures en Xinjiang, su tierra se ha convertido en un Estado vigilante en el que abundan las revisiones de seguridad, las cámaras y patrullas armadas. Credit Gilles Sabrie para The New York Times

La trayectoria de Dawut —de celebrada etnógrafa de la Universidad de Xinjiang en Ürümqi a detenida clandestina— ilustra las medidas severas más amplias que han constreñido de manera drástica la vida y la cultura uigures.

El familiar y los amigos de Dawut dicen que decidieron hacer pública su desaparición ahora, ocho meses después, pues ha quedado claro que permanecer en silencio no hará que la liberen de algún centro de reeducación, una celda de detención o quizá de una cárcel.

“Prácticamente todas las expresiones de la singular cultura uigur son peligrosas ahora, y no hay mejor evidencia de ello que la desaparición de Rahile Dawut”, dijo Rian Thum, un profesor adjunto de la Universidad Loyola en Nueva Orleans, cuyas investigaciones históricas sobre el peregrinaje y los manuscritos uigures se basan en los estudios pioneros de Dawut. “Había muchas esperanzas de que se dieran cuenta de que ella no es una amenaza y la liberaran, pero estas se han ido esfumando poco a poco”.

La región de Xinyiang, más que ninguna otra parte de China, ha demostrado la manera en que Xi Jinping, el presidente del país y líder del Partido Comunista, está decidido a redefinir los límites de lo permitido en términos de religión, investigación académica, sociedad civil y expresión étnica.

Bajo su gobierno se han redoblado las antiguas restricciones a los uigures, a quienes se señala como posibles simpatizantes de la independencia o el extremismo islámico. Para muchos de los once millones de uigures de Xinyiang, su tierra natal se ha convertido en un Estado vigilante en el que proliferan los puestos de revisión, las cámaras de seguridad y las patrullas armadas.

Cientos de miles de uigures han estado detenidos en centros de reeducación secretos durante semanas, meses e incluso años, según creen los académicos y los grupos internacionales de derechos humanos. Los uigures también han experimentado cada vez más restricciones en cuanto a su movilidad, rezo y comunicaciones.

En general, los funcionarios chinos han evitado reconocer los confinamientos masivos. Sin embargo, ni siquiera los académicos moderados como Dawut parecen estar seguros. El gobierno ha purgado lo que denomina maestros y funcionarios uigures “de doble rostro”, de quienes sospecha una resistencia secreta a las políticas de mano dura.

“Puesto que los uigures están ahora de manera colectiva bajo sospecha, cualquier académico uigur con lazos en el extranjero es etiquetado como ‘intelectual de dos caras’: desleal al Estado y con necesidad de ser reeducado”, dijo Rachel Harris, quien estudia música uigur en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos en Londres y conoce a Dawut como amiga y colega académica.

“Los relatos sobre el régimen de ‘reeducación’ al que se somete a la gente en esos campos son espantosos”, señaló Harris en un correo electrónico. “Me imagino a mi adorada, recta y dedicada colega ahí, y me siento increíblemente enojada”.

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Un afiche en el que aparece el presidente chino, Xi Jinping, cerca de Hotan, en Xinjiang, en 2017. En el gobierno de Xi se han duplicado los esfuerzos para controlar a los uigures. Credit Thomas Peter/Reuters

Un mes antes del último mensaje de Dawut, su vida parecía normal en apariencia. Ese noviembre dio una conferencia sobre las mujeres uigures en la Universidad de Pekín, frente a un foro de estudiosos que habían respaldado las políticas étnicas de asimilación de Xi en Xinyiang.

Los uigures son un pueblo túrcico, mucho más cercano en apariencia, lengua y costumbres a los pueblos de todo el centro de Asia que a los han, quienes conforman la mayoría de la población china. El gobierno chino ha estado atento desde hace mucho a cualquier señal de desafío por parte de ellos, dado su legado e historia independentistas. La alarma oficial se disparó después de disturbios mortales en Xinyiang en 2009 y una serie de asaltos rudimentarios pero sangrientos contra ciudadanos, agentes de policía y funcionarios han.

No obstante, hasta hace poco el trabajo de Dawut era bien recibido por los burócratas chinos, como muestran las becas y apoyos que recibía por parte del Ministerio de Cultura. Ya tenía fama internacional como experta en las celebraciones, el folclor, la música y las artesanías uigures, que habían sido ignorados por las anteriores generaciones de estudiosos.

“Me sentía profundamente atraída hacia estas vívidas y animadas costumbres y cultura del pueblo, tan distintas a los relatos de los libros de texto”, dijo en una entrevista para un periódico de artes chino en 2011. “Sobre todo, estamos conservando y documentando este legado cultural del pueblo no para que descanse en los archivos o sirva como una exposición de museo, sino para que pueda regresar a la gente”.

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Hombres bailaban frente a la mezquita Id Kah en Kashgar, después de sus oraciones de la mañana durante la culminación del Ayuno en año pasado. Credit Johannes Eisele/Agence France-Presse — Getty Images

Aunque a los diseñadores de las políticas chinas les preocupaba que los uigures se sintieran cada vez más atraídos a formas radicales del islam provenientes del Medio Oriente, el trabajo de Dawut retrataba la herencia uigur como más diversa y tolerante, moldeada por tradiciones espirituales sufí, contrarias al extremismo actual. En 2014 dijo a The New York Times que le preocupaba que a las mujeres uigures les atrajera el islam conservador.

Tras terminar su doctorado en Pekín, Dawut comenzó a dar clases en la Universidad de Xinyiang, la mejor escuela de la región. Fundó un instituto folclórico y compartió su trabajo tanto en Europa como en Estados Unidos, lo que la llevó a convertirse en una guía para muchos académicos extranjeros.

Dawut se mantuvo lejos de las disputas políticas sobre el futuro de Xinyiang. Si necesitaba alguna advertencia sobre los riesgos de hablar al respecto, ahí estaba el caso Ilham Tohti, un economista uigur de la Universidad Minzu, con sede en Pekín, y crítico mesurado de las políticas chinas en Xinyiang. En 2014, Tohti fue sentenciado a cadena perpetua en prisión por cargos de separatismo. También se acusó a siete de sus estudiantes.

Sin embargo, la preeminencia internacional de Dawut y su orgullo por las tradiciones uigur podrían ayudar a explicar su ruina.

Luego de que Xi asumiera el poder en 2012 e instalara a un funcionario de línea dura del partido para dirigir Xinyiang, el impulso por arrancar de raíz la disidencia se aceleró. La Universidad de Xinyiang y otras escuelas se convirtieron en un blanco particular.

En marzo del año pasado se remplazó a los líderes de la universidad y, poco después, un equipo de inspectores del partido informó que la universidad había sido laxa en términos políticos. Los nuevos administradores juraron desenmascarar a los académicos uigures de “doble rostro” que se resistían a las nuevas ortodoxias. Las investigaciones y los lazos con extranjeros, que antes se toleraban, empezaron a levantar cada vez más sospechas.

Mientras sus amigos en el extranjero expresaban una creciente preocupación, Dawut continuó preparando sus clases e investigaciones en la medida en que las nuevas restricciones se lo permitían. También se mostraba renuente a dejar a su madre sola en Ürümqi, dijo Harris.