La capital de la región congoleña de Kivu Norte, Goma, ha recuperado la calma después de una noche de caos, donde al menos nueve personas han muerto en actos de pillaje. Los rebeldes permanecen a las puertas de la ciudad; el ejército del Gobierno se ha retirado a la región de Bukavu después de renunciar a la defensa de Goma, y los cascos azules (Monuc) siguen acuartelados en la región.
El general rebelde Laurent Nkunda declaró que no es la presencia de los cascos azules la que le impide entrar con su ejército ( "ellos no me impedirán tomar Goma", dijo), sino la voluntad de abrir conversaciones políticas con el Gobierno de Kinshasa para tratar de resolver la crisis.
Así, Nkunda dictó un alto el fuego unilateral para facilitar estos contactos - también a escala internacional- y anunció la apertura de "un corredor humanitario de urgencia" para la población civil y las decenas de miles de refugiados. El portavoz de los rebeldes (CDNP), Bertrand Bisimwa, precisó que el objetivo de este corredor es "facilitar el regreso a sus hogares de todas las personas que han huido", así como permitir que las agencias humanitarias "puedan ayudar a los desplazados".
El personal humanitario, sin embargo, se queja de no poder hacer su trabajo. Andrej Mahecic, portavoz de Acnur, dijo ayer que sus equipos tienen orden de permanecer recluidos debido a las dificultades que encuentran sobre el terreno, mientras que agencias como Intermón Oxfam o Action Aid, han decidió suspender sus actividades y evacuar al personal no local. Debido al enorme número de gente desplazada (unos 200.000 desde el mes de agosto, que ahora ya sobrepasan los 230.000), la situación de la población civil empieza a ser trágica y es evidente que, si no se toman medidas urgentes y se consigue ofrecer mantas y alimentos, así como asistencia médica, en pocos días empezará a deteriorarse todavía más.
Los actores que hoy se enfrentan en esta región del lago Kivu, muy rica en recursos naturales, son la herencia de las guerras que siguieron al genocidio ruandés de 1994. Los rebeldes de las CDNP, del general tutsi congoleño Nkunda, desafían al poder de Kinshasa, al que acusan de discriminar a la minoría tutsi de la RD Congo. Apoyados por Ruanda, disponen de armamento sofisticado y unos cinco mil hombres.
Las fuerzas armadas congoleñas (FRADC) son un ejército que se reestructuró en el año 2004, después de una desmovilización general de los distintos grupos progubernamentales de la región. Las FRADC disponen de 75.000 soldados.
El otro grupo rebelde en litigio es el FDRL, integrado por hutus que quedaron en la región después de los ataques de Ruanda en el Kivu. Este grupo está acusado de tener entre sus filas a militares hutus ruandeses responsables del genocidio de 1994.
31-X-08, red/agcs, lavanguardia