La Juani era guapa y tenía unas piernas largas y un novio que era mecánico y el mejor a la hora de tunear el coche. La Juani quería ser artista y llegó a apuntarse a una escuela de interpretación. Pero fracasó, porque para ser artista hacía falta esfuerzo, algo que no formaba parte del vocabulario básico de la Juani y sus amigos. Porque la Juani, más que artista, lo que quería era ser famosa, salir en la tele y todo eso. La Juani de la película de Bigas Luna era un personaje anónimo surgido de la periferia urbana. Y en un ejercicio de sociología recreativa, su figura fue ensalzada en determinados foros como la espontaneidad de la calle, la verdad del país real frente al país oficial.
En realidad, la Juani tenía un problema que pocos se atrevieron a diagnosticar: su horizonte laboral era demasiado estrecho para las ganas de consumir que tenía. La Juani era hija del fracaso escolar, del triunfo del consumo sobre la cultura del trabajo. Empezó con el carrito del híper el sábado por la tarde para saltar después cada noche a la televisión, a los concursos de famoseo.
La Juani era hija de su tiempo, de los contratos temporales, los bajos sueldos y de unas empresas que hacían muy poco para seducir a sus empleados. Los abuelos de la Juani habían vivido siempre pegados al trabajo. Fueron años muy duros, pero en aquel entonces el trabajo era para toda la vida y las fábricas no se movían de sitio. Creían en la empresa para la que trabajaban tanto como eran capaces de combatirla desde el sindicato. Sus hijos, los padres de la Juani, ya fueron otra cosa. Eran menos crédulos, más mercenarios y competitivos. Y poco o nada leales a unas empresas que tampoco lo fueron nunca con ellos. Pero todavía creían que el esfuerzo lleva asociada la recompensa.
Hoy la Juani y sus amigos, los desheredados de la cultura del trabajo y del esfuerzo, constituyen uno de los grandes retos de la sociedad catalana. Abocado a convertirse en una sociedad del conocimiento, imposibilitado para volver atrás y jugar con la industria del bajo coste, el país necesita ahora construir una economía en la que la eficiencia y el trabajo bien hecho son referentes básicos. Algo para lo cual nadie parece haber educado a la Juani.
Toda esto pueden ustedes leerlo, mejor contado y de manera más exhaustiva, en un librito de color blanco que se lee con gran rapidez y que ha escrito Carlos Obeso, profesor de Esade. Lleva por título El significat del treball avui a Catalunya.El libro desmonta algunos tópicos que todavía colean: el de la laboriosidad catalana en contraposición a la ociosidad española, por ejemplo. Al fin y al cabo, las maneras de entender el trabajo son siempre deudoras del entorno en el que se desenvuelven. Pero para hacer boca, sepan antes de leerlo que Obeso ha desmontado a la Juani.
18-X-08, Ramon Aymerich, lavanguardia