´Wall Street: el bulbo del desenfreno´, Fabián Estapé

El pasado lunes nos levantábamos con la declaración de bancarrota del Lehman Brothers, la cuarta entidad inversora en EE. UU. y el tercer banco americano que quiebra o cambia de manos en seis meses, añadiéndose a la compra de Merrill Lynch por Bank of America, y arrastando en su caída no sólo al parquet americano, sino a todo el sector financiero internacional.

A pesar de que aún es pronto para evaluar los efectos del temblor, no debería alarmarse con exceso al personal porque un colega asiduo lector de Joseph A. Schumpeter, Paul Samuelson, contabilizó que las entidades bancarias víctimas lejanas del proceso que empezó el 29 de octubre de 1929 casi rozaron las 4.000, ¿es bastante, no?…

Ustedes podrían decirme que eran otros tiempos pero les aseguro que siguen siendo escasos los paraguas a la vista. De todos modos, no hace falta ser un gurú de las finanzas para predecir que las pérdidas son gigantescas y que lo peor de esta crisis dista mucho de haber quedado atrás; pero esto no es una situación nueva ni mucho menos la peor en la historia económica, es simplemente, una más. Permítanme, pues, hacer un breve repaso al asunto.

Aunque solemos hablar de especulación como algo inherente a nuestra sociedad; si volvemos la vista atrás comprobaremos que una de las fiebres más intensas de la historia mundial se produjo en Holanda ya en el siglo XVII, motivada por los bulbos de tulipán. Por extraño que parezca, el tulipán llegó a considerarse una inversión y se transformó en una forma de especulación salvaje conocida como Tulipomanía.

La producción de tulipanes no podía crecer para satisfacer la continua demanda del mercado y en ese escenario los precios se multiplicaron durante la década del 1630 pues cada vez entraban en el mercado más y más ofuscados especuladores (llegaban a hipotecar sus casas para poder invertir en el mercado).

BENEFICIOS DEL 500% La tulipomanía llegó a su cumbre en invierno del 1636, cuando algunos bulbos eran vendidos hasta diez veces en un día y los beneficios alcanzaban el 500%. Según los registros, un bulbo se vendía por el precio equivalente de 24 toneladas de trigo, de 1.000 toneladas de mantequilla o intercambiado por una gran casa.

Sin embargo, este crecimiento de precios no podía durar siempre, pues los especuladores estaban siguiendo lo que ahora se llama greater fool theory (teoría del tonto aún mayor), es decir, no hay problema en pagar un precio desproporcionado por algo que no lo vale siempre que haya alguien tan tonto como para pagar más por ello y que sea entrevisto con suficientes recursos para hacerse con el bulbo de sus sueños.

Poco después el mercado se hundió definitivamente, el primer martes de febrero de 1637, cuando en una subasta rutinaria, por primera vez, no apareció el tonto dispuesto a pagar la suma pedida. En pocos días el pánico se extendió por el país. Y pese al esfuerzo de los vendedores la demanda se esfumó.

Esta no ha sido la única burbuja que ha explotado en la historia económica. Una de las más sonadas y que recuerdo con especial intensidad fue la relacionada con una compañía americana de limpieza de alfombras… pero de eso hablaremos otro día.

28-IX-08, Fabián Estapé, lavanguardia