Al precio que se han puesto los pisos de compra y de alquiler para los pírricos sueldos que cobran la mayoría de los jóvenes, no es extraño que prolifere la vida en la calle. Lo del botellón no es más que una respuesta de economía de guerra ante la imposibilidad de pagarse la copa en el local de moda. Todo esto, como las modas o las crisis, son fenómenos cíclicos y como tales, vamos a ver en breve un aumento del uso del espacio público, que es lo único que todavía sale directamente gratis, aunque lo pagamos indirectamente con nuestros impuestos.
Ahora que se acerca el verano, sin piso, sin coche y sin pasta en el bolsillo, las playas vuelven a tomar protagonismo como lugar de ocio. El Ayuntamiento de Malgrat de Mar quiere ser previsor y ha anunciado multas de hasta 600 euros a las parejas que la policía local pille haciendo el amor en la playa. Aunque seguramente la norma no la ha promovido el lobby de hoteleros de la zona, está claro que les puede beneficiar ya que una habitación de hotel en el municipio sale mucho más barata (entre 85 y 200 euros, según las estrellas que tenga el establecimiento) que la multa por falta impúdica. Claro que mucha más estrellas lucen en la noche malgratense que en las habitaciones del hotel donde el servicio no incluye el subidón de adrenalina que supone hacerlo sobre la arena, con la banda sonora marina de fondo, y pendiente de los agentes que este año patrullarán como los antiguos acomodadores de cine llamando la atención a las parejas. La duda les surgirá a los propios agentes cuando tengan que determinar qué se considera hacer el amor. ¿Los prolegómenos forman parte del acto? Los expertos dicen que sí, que son tanto o más importantes. Así que probablemente sea necesario que los policías reciban algún cursillo de iniciación a la sexualidad en pareja.
La playa siempre ha sido un espacio público de desinhibición, mucho más masivo de día que de noche. No nos escandalizamos al ver miles de cuerpos casi desnudos tomando el sol o bañándose, y ahora nos sale la vena puritana durante la noche. Si no molestan a nadie, ¿por qué hay que penalizar también una actividad tan humana y sana como esta? Además, en Malgrat hay playa para aburrir (cinco kilómetros) y siempre habrá un lugar alejado de las miradas. Aunque si el tiempo sigue como hasta ahora, no será necesario patrullar por las playas. El sector turístico de la zona anda preocupado por la pertinaz lluvia que no cesa desde que el conseller Baltasar se lo pidió a la Moreneta. Pero, tranquilos, si la tradición no falla, el mal tiempo ya se acaba porque hoy es 40 de mayo y, como dice el dicho, ya nos podemos quitar el sayo.
9-VI-08, Enric Sierra, lavanguardia