La violencia sexual en el Congo es la peor del mundo
El 29 de julio de 2007, un caso particularmente sombrío de carnicería humana tuvo lugar en la República Democrática del Congo (RDC). De acuerdo con un informe de la ONU, un soldado en la provincia septentrional de Kivi supuestamente violó y luego macheteó hasta la muerte a una mujer Hutu y a su bebé de tres meses.
Un comunicado de prensa de la ONU dice que la violación resultaba emblemática de "las violaciones cometidas por la policía nacional congoleña y por grupos rebeldes armados, que incluían el asesinato y la violación de aldeanos y la extorsión y el robo a civiles". Yakin Ertürk, la relatora especial de la ONU en materia de violencia contra las mujeres, denunció la violencia sexual en la RDC como la peor que había visto en su vida.
De acuerdo con la ONU, se registraron 27.000 asaltos sexuales en 2006 en la provincia del sur de Kivi, y se cree que esto es sólo una fracción del número total de casos de violación en el país. "La violencia sexual en el Congo es la peor del mundo", dijo John Colmes, el subsecretario de la ONU para asuntos humanitarios. "El volumen de las cifras, la indiscriminada brutalidad, la cultura de la impunidad... son sobrecogedores".
Otros observadores occidentales se muestran igualmente apabullados por lo que aparenta ser un nivel sin precedentes de violencia sexual. Malteser International, una agencia de cooperación de la Orden Soberana de Malta que trabaja en el Congo oriental, informa de que en una aldea, Shabunda, el 70% de las mujeres admiten haber sido sometidas a violencia sexual. André Bourque, un consultor canadiense que trabaja con grupos de cooperación en el Congo oriental, alertó de que "la violencia sexual en el Congo alcanza un nivel jamás alcanzado en sitio alguno. Es todavía peor que en Ruanda cuando el genocidio."
Entre los perpetradores de violencia sexual se hallan las tropas del gobierno congoleño, estimadas como criminales de la peor especie. Se incluyen también en esa categoría los llamados Rastas, grupos paramilitares que aterrorizan las zonas rurales secuestrando y violando mujeres, quemando bebés y masacrando a quienquiera les desafíe. El grueso de ellos procede de las antiguas milicias Hutu que se refugiaron en Ruanda luego de las guerras genocidas de 1994 y sobrevivieron en el corazón de la selva, reconocibles por sus espantosos chándales brillantes y sus camisetas de Los Angeles Lakers. Están, además, las milicias locales llamadas Mai-Mai, que apelan a una mitología militar harto más arcaica: se untan con aceite antes de entrar en batalla (New York Times, 7 octubre de 2007).
Desde 2003, la región de Darfur en Sudán occidental ha sido el lugar del terror sistemático. De acuerdo con Amnistía Internacional, "en esos ataques, se mata a los hombres, se viola a las mujeres, y los aldeanos son dispersados tras el incendio de sus hogares; sus cosechas y su ganado, medios principales de su subsistencia, son o quemados o saqueados" (Amnistía Internacional: "Darfur: la violación como arma de guerra: la violencia sexual y sus consecuencias", 19 de julio de 2004).
Se estima que, hasta la fecha, en Darfur, unos 2,5 millones de personas han sido desplazadas, más de 400.000 han muerto y un sinnúmero de mujeres y niñas han sido violadas o sexualmente aterrorizadas. Un informe de 2007 de Refugees International descubrió que "la violación de mujeres en Darfur no es esporádica o aleatoria, sino que está inexorablemente vinculada con la destrucción sistemática de sus comunidades". Sostiene que los milicianos janjawid, sostenidos por el gobierno, los "jinetes armados o 'milicia árabe'", practican la violación como arma de limpieza étnica (Refugees International: "Leyes sin justicia: una valoración de las leyes sudanesas sobre las supervivientes de las violaciones").
Más recientemente, un informe escrito en marzo de 2008 por Louise Arbour descubrió "claros indicios" de que miembros de las Fuerzas Armadas sudanesas (FAS) violaron a mujeres y niñas en Sirba, al noroeste de la capital de Darfu, El Geneina. El informe afirmaba que un testigo ocular vio "a cuatro niñas escoltadas hasta una choza abandonada y allí violadas a punta de fusil por un grupo de soldados pertenecientes a las FAS".
1-VI-08, D. Rosen, sinpermiso