El Consell de l´Audiovisual de Catalunya ha propuesto sacar el pressing catch que emite Cuatro del horario infantil de tarde porque, al parecer, alguna escuela o algún padre habría alertado de la nociva influencia de este programa, pues incitaría a los niños a copiar las llaves de lucha que ven en televisión. Este organismo que vela por la salud mental de los catalanes, televisivamente hablando, ha encargado un estudio y ha analizado la regulación existente en otros países. No parece que hayan encontrado prohibiciones explícitas, porque la NT1 lo emite en abierto y sin problemas en Francia, aunque han constatado que muchas televisiones emiten estos programas en canales de pago.
El pressing catch no es un espacio deportivo, sino un espectáculo de lucha simulada, algo que sabe cualquier menor en el parvulario. Pensar que estas luchas amañadas son susceptibles de generar conductas imitativas "que podrían comportar un peligro físico o moral para la infancia" resulta una idea un tanto naif, pues por la tarde se emiten igualmente películas no exentas de violencia o programas de telebasura que pueden afectar en mayor medida al equilibrio de la infancia y eso parece preocupar menos a los miembros del CAC. Cuatro no ha perdido mucho tiempo en contestar, señalando que todo el mundo sabe que el pressing catch es un espectáculo, que el espacio es de punta a cabo ficción y que aparece como no recomendado para menores, así que no vulnera ningún código ni infringe ninguna ley.
Algo de razón tienen la dirección de Cuatro, porque pensar que el Rey Misterio, con su máscara de Spiderman, su tatuaje de Viva México y unos pantalones amarillos más propios de un baile de batuca, provoca bajas pasiones o ganas de inmovilizar al compañero de pupitre resulta temerario. Lo mismo vale para King Booker, con su capa de armiño, su corona de cartón y su taparrabos ajustado, o para Melina, una vigilante de la playa con más cara que pecho (y ya es decir). Por cierto, nuestros hijos pasan ya más tiempo ante la pantalla del ordenador que ante la pantalla del televisor, así que esas imágenes que tanto preocupan al CAC están a su disposición de cualquier menor a cualquier hora en Youtube.
No parece que vayan muy desbordados de trabajo en el CAC si se dedican a emitir comunicados sobre eso que nuestra generación llamaba lucha libre y que veíamos en el viejo Price, con luchadores como Fred Lamban, Tarrés (la emprendía a cabezazos con todo el mundo), Joe Adell (el titán de Sant Andreu) o Vicente Febrer (todo un tarzán de Sants), que del cuadrilátero pasó al Consistorio en los estertores del franquismo, donde también todo era ficticio. No recuerdo que su visión me hiciera retorcer ningún brazo en la hora del patio; es más, creo recordar que me compre un póster de Gandhi cuando acabé el bachillerato.
18-V-08, Màrius Carol, lavanguardia