Hace unos días, el diario turco Hürriyet publicaba en portada una noticia que ha inundado los foros centrados en la telefonía móvil. Alude al juicio de unos luctuosos hechos sucedidos en Ankara. Todo empezó cuando un joven matrimonio se peleó. Tras la refriega Emine Pulas, de veinte años, dejó a su marido Ramazan Çalçoban, de veinticuatro, y regresó a casa de sus padres. Por lo visto, uno de los motivos recurrentes de sus rifirrafes era que Ramazan culpaba a Emine de cambiar de tema cuando se quedaba sin argumentos. Como ven, la vieja táctica digresiva, que todos hemos usado alguna vez en nuestras cuitas conyugales, se transmite de generación en generación en todas las culturas. Tras la ruidosa separación, las disputas entre ambos jóvenes persistieron a través de los mensajes de móvil. Pero, y aquí irrumpe la fatalidad globalizadora, no todos los aparatos que se comercializan en Turquía permiten teclear la totalidad de caracteres tipográficos que utiliza la lengua turca. De modo que cuando el despechado marido quiso teclear sIkIsInca (que significa "cuando te quedas sin argumentos" y se escribe con tres íes cerradas, sin punto, como una I mayúscula pero en caja baja), en realidad tecleó sikisinca (con tres magníficos puntitos sobre cada i, que significa "cuando te follan").
El equívoco resultó fatal. Emine se sintió vejada, mostró el SMS a su padre, Hamdi Pulas, y este increpó al ex yerno con el equivalente turco de esa bella expresión castellanovieja que aúna el verbo mancillar y el sustantivo honor. El desenlace tiñe de sangre otra castiza expresión castellana que proviene de los copistas más quisquillosos del siglo XVI, cuando para distinguir dos íes seguidas de una u se empezaron a "poner los puntos sobre las íes". Ramazan visitó a los Pulas para deshacer el equívoco, pero fue recibido con guadañas y dientes. Le agredieron y luego él, como venganza, acuchilló a Emine hasta matarla. Encarcelado, Ramazan se suicidó en prisión, en plan amantes de Teruel, tonta ella y tonto él. El fiscal exige ahora una condena de 15 años para Hamdi Pulas y sus otras dos hijas por intento de asesinato. Según recogen diversos blogs que lo traducen del turco, el titular del Hürriyet viene a decir "Un pequeño punto destruyó las vidas de cinco personas".
Hasta hoy, los puntos sobre las íes habían protagonizado algunos episodios menos trágicos. Mi favorito alude a las islas Fiyi, en pleno Pacífico, que en lengua fiyiana se denominan Matanitu ko Viti y en inglés Fiji. En 1874, tras su colonización por parte de los británicos, la reina Victoria escogió Fiji entre los cuatro nombres distintos que le proponían sus generales porque, según recoge el lingüista Peter Newby, "a su graciosa majestad le pareció que las tres virgulillas consecutivas, esos tres puntitos suspendidos sobre las íes y la jota, quedarían la mar de bien en los mapas donde debían constar aquellas islas acabadas de conquistar". No se puede negar que Victoria era una reina puntillosa. Con el tiempo, el significado de "poner los puntos sobre las íes" evolucionó. Pasó de querer decir "ser esmerado en extremo, demasiado cuidadoso" a su acepción corriente hoy: "Poner en claro las cosas, decir lo que hasta entonces nadie había dicho". La verdad es que al desgraciado de Ramazan Çalçoban le perdió no sustituir la i sin punto, ausente de su teclado, por una I mayúscula, pero ¿quién podría reprochárselo? Su sIkIsInca transformado en sikisinca define a la perfección lo que debió pensar de su ex suegro cuando vio que se le acababan los argumentos.
1-V-08, Màrius Serra, lavanguardia