(China:) ´Encuentro con el profesor X´, Rafael Poch

La mayoría de las entrevistas que se hacen aquí son inconsistentes, confusas y frustrantes

La "Conferencia Política Consultiva del Pueblo Chino" (CPCPC) es la cámara menos decisiva - sólo "consultiva", como su nombre indica- del sistema político chino. Transmite sugerencias, peticiones e ideas a los que deciden, pero no decide nada por si misma. Precisamente por eso, es la más libre y abierta. Su pleno se reúne una sola vez al año y conoce verdaderos debates. En ella, los problemas y anhelos sociales se expresan de una forma algo menos mediatizada por el mastodóntico mundo oficial chino, que en la Asamblea Nacional Popular, una cámara que aprueba leyes y ratifica autoridades. Ambas cámaras celebran estos días su sesiones anuales, que los periodistas aprovechamos para solicitar entrevistas.

China no se entiende sin entender primero a su enorme población rural. Por eso, cuando veo entre la lista de diputados de la Conferencia Política Consultiva del Pueblo Chino (CPCPC), a un profesor universitario especialista en asuntos rurales, solicito una entrevista con él. Y me la conceden.

En los materiales sobre el personaje que leo en el taxi, aprovechando uno de esos descomunales atascos de tráfico pekineses, constato que el Profesor X es autor de una propuesta para unificar unidades de producción agrarias a fin de hacerlas más competitivas. El sentido de la propuesta es bastante confuso, pero, si quiere pescar algo, el periodista debe lanzar, a veces, su arte en aguas ambiguas. Hay que explorar…

El Profesor X me recibe en el salón del hotel en el que pernoctan estos días los diputados de la CPCPC. Es un hombre en sus cuarenta, que se empeña en hablar en inglés, lo que reduce considerablemente su capacidad de comunicar. Además está algo bebido. Dice que procede de una familia campesina pobre de la provincia de Hebei.

Le pregunto a qué se dedica. Lleva, "veinte años trabajando sobre temas rurales", explica, pero no consigo que concrete el objeto de sus estudios. Menciona un trabajo de campo en la provincia de Shandong, pero tampoco saco en claro en qué consiste: después de haberle preguntado tres veces por el contenido de tal trabajo sin obtener más que vaguedades, dejo de insistir. Me doy cuenta, de que el Profesor X no tiene la más mínima intención de explicármelo.

Le interrogo sobre su opinión acerca de las tesis del Profesor Y, un respetado académico de los estudios rurales chinos, cuya principal virtud es una honesta y desinteresada pasión por el destino de esos ciudadanos de segunda clase que son los campesinos en China. Me dice que está en desacuerdo con él, y expone dos o tres vagas ideas generales muy vulgares.

Con la primera fase de la entrevista ya fracasada (el objetivo era: identificar al personaje, ver a qué bando pertenece en el actual debate sobre mundo rural, y luego ya veremos), abordo la segunda: contenido de la propuesta que ha presentado ante la CPCPC para trasladarla al gobierno.

El Profesor X dice que en realidad, la propuesta no es suya, sino de "su partido" y que él sólo es el instrumento. El sistema chino es de partido único, el Comunista, pero cuenta con media docena de "partidos" que son su hoja de parra. La idea es que si dentro de treinta años los del partido único deciden favorecer un régimen multipartidista, las estructuras ya existen. En la Hungría del "socialismo real" y algunos otros países del antiguo bloque del Este, estas hojas de parra adquirieron vida propia en algunos momentos, durante las breves revueltas y "primaveras" que afirmaron algún tipo de verdadero poder popular antes de ser aplastadas, pero en la China actual, ese no es el caso.

Está claro que el Profesor X no está afiliado a su "partido" por ideales. En un momento dado, cuando intuye mi bien disimulada decepción al constatar que ni la propuesta es suya, ni me ha explicado absolutamente nada, me dice lo principal; "en los años ochenta, cuando era estudiante, queríamos cambiarlo todo, ahora ya tengo cuarenta años y soy mas realista". Lo que en realidad me está diciendo es que su presencia en la CPCPC es puro carrerismo, que es un conformista-escalador y un adulador del poder, y que le importa tres rábanos todo; un cínico completo. Animado por mi ausencia de agresividad (voy encajando toda esta pérdida de tiempo con las tragaderas de San Francisco de Asís), el Profesor X se extiende sobre los periodistas occidentales que sólo explican las "cosas malas" de China. Le doy la razón educadamente, y le pregunto cual es el problema más grave del campo chino y qué habría que hacer ahora para solucionarlo.

Se arranca con una explicación sobre cómo eran las cosas hace treinta años, otro recurso para no decir nada. Al final, la pregunta es; ¿por qué demonios ha accedido usted a concederme una entrevista, si no quiere decir nada, está cocido, y le importa una higa el mundo rural, la CPCPC y su pastelera madre?. Naturalmente, esta pregunta no la formulo. La respuesta, que él tampoco me da, ya la conozco; hay una consigna de ampliar los contactos con la prensa, incluso con esos arrogantes y maleducados de la prensa extranjera, y el Profesor X, simplemente, cumple con ese penoso deber, con la misma mentalidad con la que presenta propuestas en la cámara.

Mi ayudante ha estado por la mañana con un grupo de obreros impagados (trabajaron y no se les pagó; algo que hace tres años, afectaba al 70% de los más de 100 millones de trabajadores emigrantes de este país, y que en su discurso anual el Primer Ministro ha dicho ésta semana que está "prácticamente resuelto"- entendiendo por "prácticamente", que aun no lo está). Aprovechando un momento en el que el Profesor X está ocupado respondiendo a una llamada de su móvil, le digo a mi ayudante, que le pase el dosier de esos pobres trabajadores estafados, para ver si el inútil Profesor puede hacer algo por ellos. Cuando mi ayudante le explica, en chino, el asunto en cuatro palabras, y le extiende los papeles, el Profesor X, hace ademán de rechazarlos con asco, y, sin ni siquiera mirarlos, dice algo así como, "deja, deja, que estos extranjeros sólo quieren armar follón…". Para muchos chinos con responsabilidades políticas, ese es el contenido del lema oficial, "servir al pueblo".

Todo me recuerda a la URSS de los años setenta, aquel mundo de cinismo e irresponsabilidad, donde frecuentemente sólo llegaban arriba los más canallas, los más corruptos, los más asociales y despolitizados. Cuando, a finales de los ochenta, el sistema les ofreció libertad y autonomía, aquellos sujetos la usaron para lo único que les importaba: llenarse los bolsillos. La falta de pluralismo condena a China a este tipo de fenómenos. ¿Cuántos diputados pertenecen a la escuela del Profesor X?. No son pocos. Al negar la crítica y premiar el conformismo, el sistema los propicia.

9-III-08, Rafael Poch, lavanguardia