La semana pasada, coincidiendo con el día mundial contra la Mutilación Genital, la Generalitat presentó un protocolo de actuación para prevenir esa práctica brutal e ilegal. Dicen que nunca es tarde si la dicha es buena, aunque en Catalunya ya hace más de 25 años que se conoce esta tradición inhumana y que se mira hacia otro lado bajo una falsa cobertura religioso-cultural. No fue hasta el 2003 que la ley definió la ablación como un delito de lesiones, fijó penas de cárcel de seis a doce años para los que la practiquen y declaró como hecho delictivo el intento o la preparación de la ablación. No consta que nadie cumpla condena por haber permitido mutilar a sus hijas, aunque sí se sabe que entre 1990 y el 2000, el 60% de las menores residentes en España pertenecientes a las etnias africanas que tienen esta aberrante tradición sufrieron la ablación. Así lo explicó anteayer a La Vanguardia Chérif Samsidine Aïdara, imán de Arbúcies y presidente de la Asociación para la Educación de la Cultura Islámica.
Chérif Aïdara es senegalés y repite lo mismo desde hace años a sus fieles: "El islam no dice nada ni de la ablación ni de casar a niñas menores". Pero reconoce que hay imanes radicales en Catalunya (Mataró, Olot, Banyoles, Blanes…) que siguen confundiendo a sus seguidores con esta gran mentira.
¿La ley debería caer sobre estos imanes radicales que hacen apología de la mutilación de niñas? Chérif Aïdara cree más en el diálogo. No obstante, admite recibir presiones de sus compañeros radicales y tener visitas de personas de su país que le han recriminado su actitud contraria a la "tradición".
Este imán progre dice tener la solución. Todo radica en convencer a las propias mujeres, porque son ellas las que promueven esta práctica, especialmente las abuelas, que son veneradas. Aïdara envía dinero a esos poblados y compra, literalmente, a esas ancianas. En octubre envió en barco varios contenedores con camas, comida y útiles. Todo eso, a cambio de que las abuelas dejen de mutilar a sus nietas. Dice que funciona y se queja de no tener más ayudas para seguir con los envíos y para continuar predicando entre los suyos en Catalunya. Y es que la realidad es tozuda. Según Aïdara, aunque esta práctica ha bajado, entre un 30% y un 35% de las niñas residentes en nuestro país hijas de etnias proclives a la ablación están en peligro de ser mutiladas.
La pelota está en nuestro tejado, pero especialmente en el de la administración social, policial y judicial. Aunque políticamente duela hacerlo, hay que abordar la cuestión con contundencia, porque, de lo contrario, más les dolerá a ellas cuando las tijeras o las cuchillas les rebanen sus partes más íntimas.
11-II-08, Enric Sierra, lavanguardia