´El esplendor del modelo nórdico´, Víctor Pou
Los países nórdicos europeos - Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca e Islandia- copan los primeros puestos de los rankings mundiales en competitividad, libertad económica, menor corrupción, bienestar social, educación, desarrollo humano, respeto al medio ambiente, uso de las nuevas tecnologías de información y comunicación, adaptación a la sociedad del conocimiento o apertura a la globalización.
Europa no tiene que buscar muy lejos su modelo, lo tiene dentro de su propia casa. Veamos qué podemos aprender de cada uno de los países nórdicos europeos.
Finlandia ha sabido adaptar su sistema productivo a pesar de la desaparición de la Unión Soviética, su primer mercado de exportación. Apostó entonces por una reconversión basada en las nuevas tecnologías y en la educación. Los resultados están a la vista: Nokia es líder mundial en telefonía móvil y el informe PISA acaba de colocar de nuevo a los finlandeses como líderes europeos en materia educativa.
Suecia ha respondido a la globalización dotando su Estado de bienestar de más libertad y competitividad económicas.
Dinamarca ha seguido los pasos de los suecos y hoy se habla de un invento danés llamado flexicurity,una exitosa combinación entre seguridad y flexibilidad.
Noruega, que nada en la abundancia gracias al petróleo, ha creado unos fondos de inversión que garantizan los beneficios para las próximas generaciones, como el Norvegian Oil Fund o el Government Pension Fund.
Islandia es líder mundial en tecnologías de la comunicación y, como ha dicho Michael Porter, se trata de un país al que uno puede referirse como "un pequeño pez que nada de manera muy exitosa en las aguas de la globalización".
Por tanto, no es de extrañar que los diferentes rankings económicos o sociales sitúen a estos países en las primeras posiciones. El informe sobre competitividad global del Foro Económico Mundial coloca en el top ten a tres países nórdicos: Dinamarca, Suecia y Finlandia. Asimismo, la CE acaba de hacer público que los países nórdicos, con Alemania y Austria, lideran la carrera hacia "las economías basadas en las tecnologías". Si Europa busca un modelo en el que inspirarse, no necesita ir muy lejos: basta con que dirija su mirada al norte. Allí se ha logrado un alto grado de desarrollo económico y de bienestar social gracias esencialmente al esfuerzo y la seriedad de las personas, la solidez de la sociedad civil y de sus instituciones, el imperio de la ley, la libertad empresarial y el buen hacer de las administraciones.
Víctor Pou, profesor del IESE, Universidad de Navarra, 10-I-08, lavanguardia