O si prefieren que lo escriba de otra manera, el PRT, un partido que no existe, pero que debiera existir y del que nos acordamos cuando las campanas tocan a urnas todos los que fuimos amigos de Fernando Thomé, su fundador en la teoría etílica y cachonda de las tertulias, las barras de bar y los tenderetes destinados a culminar en el mediodía siguiente a la noche anterior. Fernando era un especialista en Derecho, sobre todo administrativo, de mucho fuste y prestigio, un amante del rock francés, cuando todos apostábamos por lo anglófilo, y un ácrata de mucho cuidado, capaz de convencer alguna noche a todos sus colegas y amigachos de la necesidad de crear un partido llamado así PRT, Perrete, o, para explicarlo mejor, Partido Radical Tolerante. Lo que pasaba era que, al día siguiente, todos nos habíamos olvidado de la urgencia democrática de la iniciativa y el PRT nunca se inscribió en el registro correspondiente de fuerzas democráticas dispuestas a competir, si no por el poder, sí al menos un escaño o dos representativos en algún lugar donde esa representación tuviese cierto sentido.
No sé el resto de los íntimos de Thomé, pero un servidor, desde luego, siempre que se acerca una consulta electoral echa de menos la presencia de ese Partido Radical Tolerante que, como su propio nombre indicaba, sería radical en lo importante, en lo trascendente, y tolerante en lo más trivial y anecdótico de la política. Toda una declaración de principios desde la propia denominación de origen, como quien dice, y que significaría una convulsión en el modo de tratar la cosa pública en este país. En un país donde lo trascendente tiende a trivializarse y en el que lo trivial suele radicalizarse hasta extremos de crispación nacional.
Llegarán las elecciones que vienen y el PRT tampoco estará presente en ellas como alternativa de voto, pero muchos de quienes suscribimos en un tiempo aquella novedosa idea lamentaremos esa ausencia y, como siempre, optaremos por una abstención consciente. Consciente de que, desde hace ya un tiempito y hasta el 9 de marzo, nos van a tupir, desde todos los partidos en liza, a promesas imposibles y a mentiras calculadas.
Hay otros Perretes por el mundo a los que el Perrete de estas ínsulas podría unirse en caso de que acabara por nacer. Cada quince días recibo en mi correo electrónico un boletín del PRT europeo, con presencia en Estrasburgo y en Bruselas, que es un Partido Radical Trasnacional (y No Violento), cuyas propuestas y actividades son siempre interesantes. Es una de las pocas comunicaciones periódicas que nunca solicité, pero que admito y no bloqueo. Y es que uno, como votante, harto de un aburrido bipartidismo que sólo se distingue en las formas y en las palabras, anhela ciertamente la irrupción en la escena política de un abierto radicalismo, atemperado por una discreta, educada y elegante tolerancia. Un sueño, seguramente.
labuenauva/eldia, 12-XII-07.