"¿El retorno del califato?", JG Tokatlian

Juan Gabriel Tokatlian, director de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de San Andrés (Argentina)

Cuando muere Mahoma, el 8 de junio del 632, no existe una regla precisa respecto al gobierno de la comunidad musulmana.En ese momento asume el liderazgo su suegro, Abu Bakr Al Saddiq, quien se proclama califa (khalifah en árabe significa sucesor, lugarteniente), esto es: el jefe político y religioso del mundo musulmán. A él le sigue en el 634 Omar (o Umar), quien comienza la expansión del islam y con ello la ampliación del califato (khilafah),es decir, del territorio gobernado por el califa. Del siglo VII alXse produce el florecimiento cultural y la extensión territorial del islamismo, y el alcance del califato se proyecta por Europa (la península Ibérica), el Mediterráneo, el norte de África y Oriente Medio hasta Asia (lo que hoy es India y Pakistán). La decadencia del islam se hace manifiesta desde el siglo X en adelante, al tiempo que a partir del siglo XIII el sultanato otomano asume el califato y traslada su capital de Bagdad a Estambul. A la postre, el 3 de marzo de1924 -después de proclamarse en 1923 la república de Turquía, como Estado sucesor del imperio Otomano- se produce la abolición del califato.

Hoy día, desde dos perspectivas distintas, parece reaparecer la idea de la restauración del califato, en un caso como ambición y en otro como amenaza, pero en ambos como presagio de gran conf lictividad. Dos textos apuntan en esa dirección.

Por un lado, en el 2002 se publicó en Londres The inevitability of the clash of civilisation (Hatmiyyat sira´a ul-hadharat),un texto que, en algún sentido, puede ser leído como una respuesta al libro que en 1996 publicó Samuel Huntington (The clash of civilizations and the remaking of the world order).En breve, y ante el dilema entre el diálogo (al hiwar)o el choque (as sira´a),el escrito difundido por www.khilafah.com reafirma que la colisión "entre civilizaciones es un asunto inevitable". Según el texto, la "destrucción del califato en 1924" fue un ejemplo político claro de la lucha entre Occidente y el islam.Yen ese sentido, la aspiración del islamismo debería ser la reconstrucción del califato. Por ello, los musulmanes deben "trabajar para nombrar su califa y restablecer su comunidad".

Desde otra orilla, el Consejo Nacional de Inteligencia (National Intelligence Council), que es un centro de evaluación estratégica que prepara informes para la CIA, acaba de presentar el documento Mapping the global future.Este es el tercer informe de este tipo que intenta proyectar las tendencias, en este caso para el 2020, en materia de seguridad mundial. El texto describe distintos escenarios potenciales; uno de ellos se denomina un nuevo califato.Este escenario implica la posibilidad de configurar "una poderosa contraideología con gran adhesión". La eventual consolidación de esa posibilidad significaría "una gran amenaza al orden internacional".

La exacerbación de la tensión internacional se podría materializar si desde uno y otro extremo se construyen y refuerzan las percepciones de confrontación inevitable. Todos aquellos que busquen un contacto entre religiones, un acercamiento entre civilizaciones y una interrelación entre culturas deberán, en los próximos años, multiplicar sus esfuerzos y compromisos para que el escenario más catastrófico sea solamente el pasatiempo irrealizable de unos pocos fundamentalistas. Se trata, en síntesis, de no apostar ni procurar un choque global y apocalíptico entre grupos humanos.

lavanguardia, 28-V-05