El primero de los Vuitanta-sis contes de Quim Monzó, Història d´un amor,relata el caso de una pareja que se dispone a copular. Tan pronto el tipo empieza a acariciar los muslos de la chica y a musitarle palabras melifluas, empieza a aparecer gente inoportuna que interrumpe el coito. Uno de los cuentos de Mil cretins,Dissabte,meha recordado esta historia. La protagonista es una mujer de edad que acaba de perder a su marido y que se dispone a vaciar la casa de recuerdos. Igual que en Història d´un amor,el cuento se estructura en función de una compleja coreografía: la señora recorta fotos y las tira a la basura, vacía un armario, arranca los azulejos del cuarto de baño; lo baja todo a un contenedor y cada vez, antes de volver a casa, se obsequia con un refrigerio en el bar de la esquina. Cuando se publicó Història d´un amor en Uf, va dir ell (1978), muchos vieron en Monzó a un autor divertido y moderno. Error: Monzó es trágico y contemporáneo. Detrás del juego dinámico y ocurrente, del deseo que no llega a consumarse y de los personajes vestidos de época, se puede adivinar la influencia de Beckett (la interpretación mecanicista de las relaciones humanas de sus películas Quad I & II),de Brossa y Carles Santos (el gusto por el transformismo, el disfraz que trastoca las categorías sociales), del grupo pánico de Topor y Arrabal (el gesto absurdo y cruel). La primera parte de Mil cretins se abre con una frase de uno de los primeros cortometrajes de Polanski, Interrumpiendo la fiesta (1957), en la segunda la cita es de Topor. "Mis películas son la expresión de deseos momentáneos", dice Polanski en la carátula del DVD Cortometrajes 1957-1963."Sigo mis instintos pero de una manera disciplinada". ¡Exacto!
Desde 1978 hasta hoy, a Monzó se le han colgado varios sambenitos. Unos le acusan de frívolo y chistoso, otros esperaban que escribiera lo que nunca prometió. Si se toma la obra en su conjunto resulta de una extraordinaria coherencia. Este fin de etapa que representa Mil cretins vuelve a echar por tierra las proyecciones de admiradores y detractores, y presenta a Monzó como un puro espíritu de contradicción. De un lado, conecta con los orígenes. Rescata la mirada sobre el absurdo contemporáneo, el juego que lleva a desarrollar la historia siguiendo el instinto, de manera disciplinada, como en los cortos de Polanski que admiraba en su juventud (dos tipos salen del mar acarreando un armario y lo pasean
por la ciudad, hasta que de improviso vuelven a meterse en el agua). Al mismo tiempo hurga con todos los dedos en la llaga. Dos de los cuentos más fuertes (El senyor Beneset y L´arribada de la primavera)tratan del envejecimiento y de la relación de dependencia de los padres enfermos y enloquecidos. Dissabte es una glosa terrorífica de lo que significa vaciar un piso. Como en La magnitud de la tragèdia,Monzó saca a la luz de manera terrible su angustia vital. Estos tres cuentos contienen una novela que no escribirá pero que quedará para siempre flotando en la atmósfera de sus cuentos: la historia de un chico de Les Corts, con una familia encerrada en una vida de caracol, que se entrevé en relatos como El meu germà o El nen que s´havia de morir de El millor dels mons,y que aquí termina en el geriátrico.
En tercer lugar: los cuentos breves de la segunda parte no son la estilización del chiste de sobremesa como dijo el otro día Ponç Puigdevall, sino observaciones contundentes, fragmentos de realidad viva, que conectan con las historias cortas de cama de El perquè de tot plegat,que son de lo mejor que ha escrito. Finalmente, Dos somnis representa la apertura de un nuevo espacio literario. Aunque ha utilizado a menudo elementos autobiográficos, nunca había sido tan directo como ahora. Beristain y Brugat apenas consiguen ocultar a Barnils y Vendrell, los dos amigos muertos que encarnan en el otro mundo dos ideas contrapuestas de la vida que emanan del propio Monzó: el placer, la libertad, el gozo, frente a la felicidad simple y ordenada de la paternidad. En los cuentos geriátricos se nota el esfuerzo por enmascarar el shock emocional, mezclando observaciones precisas y dolorosas, como los comentarios del padre sobre las enfermeras que le manipulan el sexo en la ducha, con soluciones extremadas, como el travestismo del señor Beneset. En Dos somnis,
Monzó se muestra en su desnuda humanidad, algo azorado, pero dispuesto a dar la cara.
Història d´un amor era un cuento que enamoraba. Era tan sencillo, tan luminoso, uno se imaginaba tan guapa a la chica, tan gentil al caballero, daba tanta risa pensar que, mientras la ensartaba, llamaba a la puerta una representante de los productos Avon... el chico le sacaba la minga y se oía blop.Me imagino que la señora a la que se le ha muerto el marido y que protagoniza Dissabte es aquella chica. Y veo la dimensión que en todo este tiempo ha tomado la obra de Monzó, que no se repite, ni se acomoda, que cada vez va más a fondo en su análisis de la naturaleza humana. También a la señora la interrumpen continuamente: un vecino que encuentra en el ascensor, la guardia urbana. En Història d´un amor,que era un cuento muy 68, los condicionamientos sociales impedían la realización de los amantes. Dissabte es la historia de una progresiva renuncia, de la destrucción de lo que un día fue un mundo, que al final lleva a la mujer a arrancarse la piel. El ritual de su inmolación disgusta al vecindario. En los parámetros del mundo actual, la viuda de Dissabte es un lastre, un estorbo. El punto de vista se ha invertido: del vitalismo a la agonía.
Ternura y crueldad Si tuviera que escoger un cuento de Mil cretins me quedaría con L´amor és etern que, desde que lo leí por vez primera hace unos meses, me hace pensar en L´animal moribund de Philip Roth. Es la segunda oportunidad de un hombre que no quiere comprometerse y que deja pasar el amor de su vida por miedo a la convivencia. El cuento crea un clima fantástico de pasión y enfermedad, de indecisión y remordimiento. La mayor de las ternuras disimulada tras una inmisericorde crueldad. Qué grande es Monzó.
Julià Guillamón, lavanguardia, 21-XI-07