"Jazz y clase de religión", F. Rovira

Francesc Rovira, coordinador de actividades de la Asociación Unesco para el Diálogo Interreligioso-Unescocat.

Debo confesar que el jazz no me apasiona. Y la religión a veces me parece vana y engañosa. Pero si tuviese un hijo desearía que en la escuela pudiese familiarizarse con ambas cosas. Por fortuna, en nuestras escuelas existe un área de música, donde mi hijo escucharía ese jazz que difícilmente sonaría en casa. Aunque en clase, lógicamente, también escucharía otros géneros. El profesor de música no está ahí para imponer sus gustos personales, sino para hacer descubrir las posibilidades de una vivencia estética del sonido. Por lo que se refiere a la religión, resulta que nadie se ocuparía de mostrar a mi hijo el hecho religioso y sus múltiples expresiones. Con lo cual habría muchas cosas que él no alcanzaría a entender.

Hace cuatro años, la Asociación Unesco para el Diálogo Interreligioso y Unescocat logramos que una comisión integrada por miembros de distintas religiones y personas no religiosas consensuase pedir la creación de un área de cultura religiosa. Sería común para todos los alumnos y ofrecería una visión panorámica tanto de las distintas tradiciones religiosas como de las cosmovisiones laicas. Y ello con una metodología objetiva, eliminando de raíz cualquier tentación proselitista, y a cargo de un profesorado seleccionado no por sus posiciones personales, sino por su competencia profesional.

Sin embargo, hay fuertes resistencias a estos planteamientos. Algunos preferirían el modelo francés, sin clase de religión confesional ni clase de cultura religiosa. Los contenidos relacionados con el hecho religioso se abordan, se supone, dentro de otras materias. Pero los hechos atestiguan que, sin un profundo plan de reciclaje del profesorado, la vía del tratamiento transversal de la cultura religiosa conduce a su desaparición.

Otros argumentan que no debe olvidarse el derecho de los padres a que sus hijos reciban una formación religiosa que esté de acuerdo con sus propias convicciones. Pero el derecho comparado muestra que hay distintas interpretaciones de cómo puede ejercerse tal derecho. En España, los acuerdos existentes con algunas confesiones entienden que ese derecho implica que cada confesión disponga en la escuela de su propia asignatura. En algunos países, en cambio, se entiende que la educación religiosa confesional debe poder desarrollarse en el marco de la familia y de la comunidad religiosa. A partir de ahí, Inglaterra o el cantón suizo de Vaud, por ejemplo, optan por tener en la escuela una materia común de cultura religiosa. Y creo que en estos lugares ninguna confesión religiosa lo ha denunciado como una violación del derecho en cuestión.

Quizás no se trate de escoger entre cultura religiosa o el derecho de los padres. Quizás ambas cosas pueden complementarse. Conocer objetivamente las distintas religiones puede constituir una parte de la formación religiosa de acuerdo con las convicciones de los padres, la parte que tiene mayor sentido delegar en la escuela y no dejar en manos únicamente de la familia y la comunidad. De no ser así, cabría preguntarse qué convicciones son esas para las cuales conocer otras religiones va en contra suya y supone un problema.

No debe temerse que una materia de cultura religiosa ponga en peligro una fe demasiado tierna. Gracias a una profesora de piano que tuve a los 11 años, Bach sigue siendo mi refugio musical más seguro. Mas ello no me impide estar enormemente agradecido por haberme podido adentrar en el jazz poco después. Aunque no me convertí, fue todo un descubrimiento. Y mi fe en Bach no se derrumbó.

lavanguardia, 7-IV-05


Respuesta en mi blog

Hola, he dado una respuesta al artículo de Francesc Rovira en mi blog sobre Estudios/Ciencias de las Religiones. Os invito a visitarlo y decir la vuestra.

http://estudioreligiones.blogspot.com

Saludos, Jaume