´Guerra, petróleo y pobreza´, Bru Rovira

Antes de que en la primavera del año 2003 barril de saliera de los Chad era uno de los países más pobres del mundo. A partir de aquel año, la pobreza no ha mejorado, pero sí lo ha hecho su posición en los índices de corrupción, que ha subido algunos peldaños y compite hoy por ocupar la primera plaza.

Hace un par de años, en algunos despachos ministeriales de Yamena podía leerse, escrita bajo la foto del presidente Déby, la siguiente leyenda: "Que el petróleo sea un maná y no una maldición". No ha podido ser: como ocurre en la mayoría de los países africanos, los recursos propios, en vez de ayudar a luchar en contra de la pobreza y proyectar un futuro mejor para la población, acaban por agudizarla, activan la violencia y consolidan la corrupción.

Los primeros en interesarse por el petróleo chadiano fueron los franceses, antigua potencia colonial, quienes a través de la compañía Elf Aquitanie empezaron a perforar a mediados de los años noventa los pozos de Doba, en el sur del país. En el 2000, sin embargo, la explotación pasó a manos de la compañía estadounidense ExxonMobil, que se encargó también de construir el oleoducto que llega hasta el océano Atlántico a través de Camerún, donde se carga el petróleo en los buques que lo trasladan a las refinerías de Texas.

El Banco Mundial promovió entonces una ley que comprometía a la compañía explotadora a pagar el 12,5% del beneficio al Gobierno chadiano, pero bajo la condición para el traspaso de que este dinero - que se debía ingresar en una cuenta londinense del Citibank- fuese utilizado en la lucha contra la pobreza, considerando como sectores prioritarios la educación, la sanidad, el desarrollo rural, los servicios sociales, el medio ambiente y el agua. Esta ley, más conocida como ley 001, incluía también algunas medidas muy interesantes como la creación de un fondo de ahorro para las generaciones futuras.

Los primeros pagos, sin embargo, llegaron en plena crisis de Darfur y el Gobierno utilizó el dinero para comprar armas en nombre de la "defensa nacional". Hubo una pequeña crisis diplomática. Las cuentas en Londres fueron bloqueadas, pero finalmente se decidió sacrificar la ley 001 y los norteamericanos continúan con la explotación, temerosos de que los chinos, que ya se han ofertado, sean los nuevos inversores.

Mientras, el presidente Déby convocó en el 2005 un referéndum para modificar la Constitución que le impedía presentarse a la reelección presidencial, cargo que ocupaba desde 1990. El referéndum, por supuesto, lo ganó por amplia mayoría. Y por si había dudas sobre su voluntad de eternizarse en el cargo, la actual crisis de los niños le da la autoridad que necesitaba, porque de él depende no sólo salvaguardar los intereses petroleros occidentales, sino también la operación estrella de la diplomacia Sarkozy-Kouchner, como es la intervención militar europea en Darfur abriendo un corredor humanitario desde territorio chadiano. Cuando Sarkozy declaró ayer que debía negociarse con todas las partes para procurar que "en este asunto nadie pierda el honor (perdre la face)",sabía de lo que hablaba.

Y no hablaba de niños.

lavanguardia, 31-X-07.