´El sueño pedagógico de la izquierda española´, G. Morán

La casa del señor maestro

La enseñanza y muy especialmente el magisterio, la escuela, fue la piedra angular sobre la que se construyó la avanzadilla social y política desde la Ilustración. Los conservadores siempre tuvieron muy claro el asunto de la formación de su propia clase o de los accesos a ella, desde la nobleza hasta el Opus Dei, pasando por el eficaz período del jesuitismo; ahí siguen impertérritos, con escasas modificaciones. La izquierda no; social, cultural y políticamente ha quebrado en la enseñanza. Al menos en España. Quedan restos del naufragio, pero el hundimiento es real y masivo. El sueño del período republicano, esos cinco años de escuela que fueron lo más inolvidable y fructífero de una época, ya es arqueología. La izquierda española renunció a la enseñanza pública, como a tantas otras cosas, en aras de no se sabe muy bien qué, probablemente nada, sencillamente por presunción e incompetencia. Cuando escucho a los grandes talentos de la reforma liquidadora de la enseñanza pública del PSOE, que alegan para justificar su fracaso que el plan era bueno pero no se administraron fondos, me sube la adrenalina. En política las cosas se hacen o no se hacen; ocurre como en el mundo de la empresa, o funciona o cierras. No puedes alegar que la idea era buena pero que te fallaron primero los clientes y luego los bancos.

El filme de Nicolas Philibert “Ser y tener” es como un espejo puesto en el camino, aquello de Stendhal a propósito de la novela. Es una novela de la enseñanza primaria, de la escuela, de nuestras ilusiones, de lo que podría ser y no es. Jordi Balló escribía recientemente en este diario con ocasión del estreno de la película apelando al debate. Me temo que ese asunto está cerrado, que los dirigentes de la izquierda real, la que hay, de este país, Catalunya y España, me da igual, seguirán mandando a sus hijos a las escuelas privadas con absoluta impunidad, mientras dicen boberías y protegen unos sindicatos de funcionarios incapaces de otra cosa que no sea conservarse a sí mismos. Yo creo que no somos suficientemente conscientes de lo que significa el final del sueño pedagógico en la izquierda española.

... O asumimos la quiebra o echamos la culpa al maestro. Otros, más cínicos, echan la culpa a la sociedad o al sistema. Yo soy de los convencidos de que los padres de mi generación tenemos una responsabilidad criminal en la nefasta educación de nuestros hijos.

Gregorio Morán, lavanguardia, 10-I-2004