´El arte de la estupidez´, J.M. Ruiz Simón


Israel ataca Siria. Bush, tal vez pensando en aquello de que la mejor defensa es un ataque, afirma: Israel tiene derecho a defenderse. Y uno, ante tal anulación semántica, no puede menos que volver a acordarse de las dos primeras de “las tres consignas del partido” de “1984”, la novela de Orwell: “La guerra es paz, la libertad es la esclavitud”. ...

Cuando los conceptos se pudren, cuando las palabras pierden su significado, las leyes, que en última instancia dependen del diccionario, se vuelven insignificantes. Resulta obvio que la actual guerra contra el terrorismo tiene, además de un frente metafísico (basado en un concepto de la realidad en la que los hechos son irrelevantes), un frente lingüístico que vacía de sentido las palabras para encapsular en ellas la mente de los ciudadanos. No cabe duda de que la “guerra contra el terrorismo”, la “guerra por la civilización”, tiene en la estupidez una de sus principales armas.

En su célebre conferencia de 1927 sobre la estupidez, Robert Musil citaba una respuesta a la pregunta de qué es la justicia, que un viejo manual de psiquiatría ofrecía como caso de imbecilidad. “La justicia -respondía el imbécil ejemplar- es cuando se castiga al otro". ...

estupidez es, sin duda, la gran cuestión de nuestro tiempo. Cuando uno oye hablar a los nuevos gobernantes del mundo, cuando uno los oye hablar del ataque como defensa o los oye desvincular el interés por los efectos del interés por las causas, tiende espontáneamente a pensar, con más o menos irritación, que son estúpidos. Pero se trata de un pensamiento, si no estúpido, al menos ingenuo. Detrás de estos discursos claramente estúpidos brilla una inquietante inteligencia. Hay en ellos un inteligente arte de la estupidez. Un arte en el que la estupidez no es la causa eficiente (el artista), sino la causa material (la materia con la que se trabaja) y la causa final (los objetivos que se persiguen). Los nuevos gobernantes del mundo trabajan con imbecilidades para convertir en es-túpidos a los ciudadanos. En este contexto, en el que de acuerdo con la tercera consigna del partido orwelliana “la ignorancia es la fuerza”, el viejo proyecto ilustrado adquiere un nuevo sentido.

J.M. Ruiz Simón, periodista.
lavanguardia, 9-X-2003