´Un mal día´, Màrius Carol

En la vida hay momentos en que a uno el cuerpo le pide romper las cartas. Esta misma semana, el cabal conseller de Economia de la Generalitat, Antoni Castells, ha soltado una frase tan rotunda como ésta en un curso de verano de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo de Barcelona: "Si lo más importante es la igualdad, la cohesión y la solidaridad, no hacen falta las comunidades autónomas, basta con un modelo de Estado unitario". Y, por si a alguien no le hubiera quedado claro el espíritu de su sentencia, añadió que su mensaje iba dirigido "a los que no aceptan el autogobierno ni las autonomías", que a su juicio constituyen "la amplia parte de España". Castells es partidario de un sistema federal de verdad, pero sobre todo es partidario de más respeto hacia los ciudadanos que viven en Catalunya, que soportan una doble injusticia: la de pagar más y recibir menos, y encima tener que aguantar la acusación de insolidarios. Cornuts i pagar el beure.

Veinticuatro horas antes de esta intervención, tuve ocasión de participar en otro curso de verano, en este caso de la Universidad Rey Juan Carlos, de Aranjuez, con el título Catalunya en la España del siglo XXI, una relación a mejorar,abogando por que la generosidad que ha tenido Catalunya en distintos momentos del siglo XX, liderando la economía, aportando modernidad y contribuyendo a la regeneración de España, se convierta ahora en mano tendida hacia Catalunya para compensar con una mejor financiación e inversiones en infraestructuras tanta solidaridad acumulada. "Eso haría posible pasar de la conllevancia y a la complacencia", dije con espíritu franciscano, lo que fue correspondido por tres intervenciones desmoralizadoras, que se iniciaron con esta interrogación: "¿Por qué habla de la relación de Catalunya con España? ¿Es que Catalunya no es España?". Grogui por el alud de discursos inspirados en Las mañanas de la Cope,acabé por preguntar si los trenes de Aranjuez a Madrid llegan sin problemas. Ante el aserto, respondí que en el área metropolitana de Barcelona el servicio de cercanías no puede garantizar que el personal llegue a la hora.

A la vuelta, me llamó indignado un buen amigo para contarme que, viajando en tren por Andalucía, su esposa, en un frenazo, se dio un fuerte golpe en la cabeza y, al interesarse en catalán por el daño sufrido, una mujer le espetó con malos modales: "¡Hable en español como todo el mundo!". En ocasiones, a uno le entran ganas de romper las cartas. Pero eso es sólo culpa de un mal día.

Màrius Carol. lavanguardia, 20-VII-07.