"Estados Unidos es una potencia del Pacífico, y estamos aquí para quedarnos". En su Hawái natal, el más oriental de los estados de la Unión, lejos de la politiquería de Washington, Barack Obama ha aprovechado la cumbre de líderes de la APEC (Foro de Cooperación Asia-Pacífico) que se ha celebrado este fin de semana en Honolulu - y el viaje en los próximos días a Australia e Indonesia-para escenificar un cambio de prioridades que lleva tiempo en marcha.
"No hay ninguna región en el mundo que consideremos más vital que la región Asia Pacífico", dijo el presidente el sábado en un encuentro con ejecutivos. Después de una década distraído por el antiterrorismo y las guerras en Iraq y Afganistán, con una Europa zozobrante que inquieta a los asistentes a la cumbre, la primera potencia regresa, y lo hace para contrarrestar la influencia económica y militar de China.
La cumbre de la APEC, que reúne a 21 países, desde China a Chile, se desarrolló con el trasfondo de la rivalidad entre Washington y Pekín. Ambos países mantienen vínculos estrechos: sus economías se sostienen mutuamente. Al mismo tiempo, es una relación basada en el recelo. "Hemos pasado una década intentando que China tuviese una política exterior más sustancial, por ejemplo, combatiendo las armas nucleares de Corea del Norte. Queríamos que China liderase. Podía detener a Corea del Norte. Pero no quiere liderar. Su línea es: no interfiera en mi política interior y no no interferiré en la suya", lamentaba hace unos días el neoconservador John Podhoretz, director de la revista Commentary.
Obama se encuentra lejos de los neoconservadores. Pero la señal que emerge del fin de semana hawaiano y de las citas de los próximos días en países del Pacífico, es que EE. UU. está decidido a ejercer de contrapeso a las ambiciones de China. Contrapeso, primero, económico. La reuniones al margen de la cumbre han servido para impulsar la denominada Asociación Transpacífica (TPP, en sus iniciales inglesas), un acuerdo de libre comercio entre EE. UU. y ocho países más. El objetivo es cerrar el acuerdo - el primer tratado comercial negociado desde el principio por la Administración Obama-en el 2012. Mientras que Japón, un país con historial largo de contenciosos comerciales con EE. UU., ha expresado el deseo de adherirse al TPP, China se ha quejado de no haber sido invitada a sumarse a las negociaciones.
"Los países asiáticos (del grupo que negocia el acuerdo: Australia, Malasia, Singapur, Vietnam, Chile y Perú, entre otros) buscan alianzas de este tipo con Estados Unidos para compensar el músculo de Pekín, lo que explica las reticencias de China", valoraba ayer The New York Times. El esfuerzo de Washington por conteneraChina también es militar, como han explicado analistas como Robert Kaplan. Durante el viaje, Obama tiene previsto reforzar el compromiso militar de Estados Unidos con Australia e insistir en que los recortes presupuestarios en el Pentágono no afectarán la presencia en la región. En un artículo de septiembre en The Washington Post, Kaplan describía cómo China intenta absorber Taiwán por medios pacíficos "como parte de la transición hacia una multipolaridad militar en el Pacífico occidental, alejándose del lago naval americano que en realidad ha sido el Pacífico desde la Segunda Guerra Mundial". "Al mismo tiempo –añadía–, Estados Unidos intenta frenar esta tendencia". Por ejemplo, con la revisión del acuerdo defensivo con Australia, "que proporcionará mayor acceso a Estados Unidos a las bases y puertos militares australianos en la confluencias de los océanos Pacífico e Indico". "EE.UU. –concluía– deja espacio en las aguas asiáticas a la fuerza aérea y naval china, pero lo hace con recelos".
14-XI-11, M. Bassets, lavanguardia