La historia cambia despacio, pero cambia. El Reino Unido va a reformar leyes seculares para que las mujeres tengan igualdad respecto a los hombres a la hora de acceder al trono, no sea necesario el consentimiento del rey para que sus descendientes se casen, y para que el monarca británico pueda contraer matrimonio con un católico aunque el fantasma de Enrique VIII se revuelva en su tumba.
Los revolucionarios cambios en las leyes de sucesión británicas fueron aprobados en la cumbre de naciones de la Commonwealth que se celebra en Perth (Australia), y necesitarán ser ratificadas no sólo por la Cámara de los Comunes sino por los parlamentos de los otros quince países que tienen como jefe de Estado a la reina de Inglaterra: Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea, Jamaica, Belice, las islas Salomón, Tuvalu, San Vicente y las Granadinas, Bahamas, Barbados, Antigua y Barbuda, Granada, San Cristóbal y Nieves, y Santa Lucía.
En su discurso de apertura, Isabel II no mencionó expresamente el asunto, pero comentó que "las mujeres deben tener un mayor papel en la sociedad", lo cual ha sido interpretado como un apoyo a la reforma, que no tiene carácter retroactivo pero se aplicará a partir de los descendientes de los duques de Cambridge, el príncipe Guillermo y la princesa Catalina, que se casaron la pasada primavera y por el momento no tienen descendientes. La clasificación en la línea de sucesión al trono ha cambiado sustancialmente, con la princesa Ana reemplazando al príncipe Andrés en el número 4, y el avance de Zara Phillips del puesto 12 al 5.
De acuerdo con las viejas leyes sucesorias, el heredero es el primer hijo varón del monarca, y una mujer sólo accede al trono cuando no tiene hermanos (el caso de Isabel II). De acuerdo con las nuevas, similares a las que ya están en vigor en Holanda, Bélgica, Noruega, Dinamarca y Luxemburgo (pero no España), el primer descendiente de Guillermo - si es que llega a rey-se situará automáticamente en el número tres de la línea de sucesión, al margen de su sexo...
El rey o la reina seguirán teniendo que ser anglicanos, porque oficialmente son la cabeza de la Iglesia de Inglaterra...
La primera ministra australiana, Julia Gillard, ha manifestado su entusiasmo por la reforma, lo mismo que el arzobispo católico de Westminster, Vincent Nichols. Pero el líder nacionalista escocés, Alex Salmond, considera que los cambios se han quedado cortos y es discriminatorio que los católicos no puedan acceder al trono igual que los anglicanos. Más lejos va el líder del grupo antimonárquico Republic,Graham Smith: "La esencia misma de la monarquía es negar la igualdad y discriminar contra cualquier hombre, mujer, que no pertenezca a la Casa de los Windsor, de modo que no hay nada que celebrar". Una comisión especial estudiará todas las leyes de los últimos tres siglos para decidir cuáles deben ser cambiadas.
29-X-11, R. Ramos, lavanguardia