´Amor de padres´, Cristina Sánchez Miret

Un juez de Málaga ha obligado a "irse de casa" a un joven de 25 años que ni estudia ni trabaja - cuando menos regularmente-,porque ha agredido física y verbalmente a sus padres. Lo más curioso es que este caso ha llegado a los tribunales porque fue el joven quien denunció a los padres, cuando estos se negaron a seguir manteniéndolo. No sé si eso quiere decir - no se especifica en la noticia que leí-que además de vivir, comer y vestirse en casa de los progenitores, quería una mensualidad.

La familia no tiene demasiados recursos, el padre trabaja en una empresa de recogida de basura y la madre es camarera de hotel, pero a pesar de ello, también le pagan la carrera universitaria - de la cual sólo ha aprobado tres asignaturas-y las letras del coche.

Seguramente la cara del chico ante la sentencia debía de ser todo un poema, porque ni mucho menos se esperaba este final, aunque hay que decir que el paso por la justicia no ha acabado del todo mal para él, gracias a sus mismos maltratados progenitores. El juez José Luis Utrera ha decretado que los padres - previa petición de los mismos-le pasen 200 euros mensuales durante dos años para que no sufra "una situación repentina de inasistencia".

¿Cuándo se acaba la responsabilidad de los padres de mantener a los hijos? Parece que cuando estos se puedan valer por ellos mismos; que quiere decir en realidad que puedan mantenerse o, en su defecto, que les mantenga alguien más. En el caso que nos ocupa suerte que durante el juicio quedó claro que el chico tenía "conocimientos suficientes para operar en bolsa" y que los había usado anteriormente. ¿Pero qué pasa entonces con los que no quieren llegar a mantenerse nunca?

No lo sabemos, no hemos pensado en esta circunstancia y los padres estamos muy desprotegidos delante de la misma. Como muy bien refleja la sentencia del caso, tenemos una sociedad que quiere que los niños y jóvenes no sufran - otra cosa es lo que pasa en realidad-,especialmente a nivel de recursos económicos. Los padres por descontado no lo queremos y muchos aceptamos para nosotros condiciones de existencia peores que las que creamos para ellos. Este que en principio parece un comportamiento loable puede convertirse en todo lo contrario si no somos capaces de generar seres adultos, autónomos y responsables.

15-V-11, Cristina Sánchez Miret, socióloga, lavanguardia