´Great soul´, Joseph Lelyveld

En un país tan pudibundo como India tenía que levantar ampollas imaginar al padre de la patria con un novio culturista. De ahí que la enésima biografía de Mohandas K. Gandhi no sea como las demás. Great soul (Gran alma), de Joseph Lelyveld, ya ha sido prohibida en Bombay y en su estado natal, Guyarat. Mientras, el ministro de Justicia sopesa extender la censura a todo el territorio. Los nietos de Gandhi, sin embargo, aseguran que nada contrariaría tanto a quien fundamentaba su política en la búsqueda de la verdad.



El primer sorprendido por la polémica es el autor, un ex director de The New York Times galardonado con el Pulitzer, ex corresponsal en Sudáfrica e India. El libro es una respetuosa humanización del mito, que no pasa de puntillas por sus contradicciones. Por ejemplo, el apóstol de la concordia religiosa no permitió que su hijo se casara con una musulmana. Más punzantes han sido algunas reseñas que aprovechan para ajustar cuentas con el icono pacifista, llamándole racista y bisexual, calificativos ausentes en el libro.

Great soul recuerda como el antiimperialista Gandhi había colaborado en las guerras contra bóers y zulúes  y en 1914 se ofrecía como reclutador en India para la I Guerra Mundial-. Y aunque Luther King, Mandela y Obama hayan reivindicado a Gandhi, su biografía resalta que en sus 22 años en Sudáfrica nunca alzó la voz a favor de los negros y que su queja era que los indios fueran enviados a las mismas cárceles que estos.

La puntilla ha sido que el biógrafo insinúe su relación homosexual con un rico arquitecto alemán de origen judío, en Sudáfrica. Es un hecho que Gandhi demoró dos años la reunificación con su esposa, Kasturbai, mientras estuvo alojado en casa de Kallenbach, vegetariano y culturista. Al regresar le declaró que había hecho voto de castidad de por vida. Gandhi tenía 37 años y escribía a su mecenas, Kallenbach, que nada le parecía tan feo como el coito entre hombre y mujer. También que "el algodón y la vaselina" le recordaban constantemente a él y que tenía su retrato frente a la cama (Roberts, por cierto, tenía uno de Margaret Thatcher).



"Cuán completamente has tomado posesión de mi cuerpo. Esto es esclavitud en grado extremo", le confiesa. Gandhi se refiere a sí mismo como "Cámara Alta", y "Cámara Baja" era Kallenbach, al que declara "un amor como el mundo aún no ha visto". En 1914 Kallenbach no acompañó a los Gandhi a India a causa de la Guerra Mundial. Pero seguirían las cartas inflamadas y volverían a verse antes de morir, cuando el mundo ya andaba en una nueva conflagración. Para entonces Gandhi ya era el Mahatma: un santo varón envuelto en un trapo, echándole un pulso al imperio.

2-IV-11, J.J. Baños, lavanguardia