Terry Jones, talibā entre talibans

Siete empleados extranjeros de las Naciones Unidas fueron asesinados, dos de ellos decapitados, ayer en Afganistán después de que manifestantes airados por la quema de un Corán en EE.UU. asaltaran la sede de la ONU en Mazar-i-Sharif, la gran ciudad del norte y poco habituada a la violencia. Es el peor ataque que sufre laONU desde que comenzó su misión en Afganistán en el 2002: los empleados muertos, incluido personal local, pueden llegar a 20. También murieron cinco manifestantes afganos. La protesta comenzó de forma pacífica tras las oraciones del viernes, cuando unos mil manifestantes se congregaron ante el complejo de la ONU. Al cabo de dos o tres horas estalló la violencia, "Algunos manifestantes llevaban armas consigo, otros se las cogieron a los guardias de seguridad de la ONU", explicó un portavoz policial, que afirmó que "insurgentes talibanes se habían infiltrado entre los manifestantes". Los asaltantes irrumpieron en el edificio y le prendieron fuego. Los combates, con una policía y un ejército afgano superados, se prolongaron durante horas. Fallecieron cuatro guardias de seguridad nepalíes y otros tres empleados extranjeros de la ONU. Uno es un militar noruego (lo confirmó su ejército) y, según una fuente policial afgana, los otros dos son de nacionalidad sueca y rumana, entre los cuales una mujer. Se desconoce quienes son los decapitados. El jefe de la misión en la ciudad resultó herido pero sobrevivió. "Es un ataque cobarde que no tiene justificación alguna", declaró el secretario general de la ONU, Ban Ki Mun. Staffan De Mistura, el jefe de la ONU en Afganistán, voló a Mazar-i-Sharif desde Kabul. Mazar-i-Sharif es una ciudad relativamente pacífica, alejada de los focos de violencia insurgente de otras partes del país (especialmente el sur). De hecho, fue elegida como una de las primeras regiones de transición: estaba previsto que las tropas de la OTAN cedieran su control a las fuerzas de seguridad afganas el próximo mes de julio. El pastor protestante Terry Jones saltó a la fama el año pasado cuando anunció que iba a quemar ejemplares del Corán en su pequeña iglesia de Florida, en el sur de EE.UU. La condena internacional le obligó a echarse atrás, pero según su página web el pasado domingo finalmente llevó a cabo la quema ante unos 50 feligreses. El presidente afgano, Hamid Karzai,y el pakistaní, Asif Ali Zardari, han condenado el acto. En Afganistán hubo ayer manifestaciones multitudinarias, además de Mazar-i-Sharif, en Kabul, delante de la embajada estadounidense, y en la ciudad de Herat (oeste), donde una bandera estadounidenses fue quemada en un estadio y se cantó "Muerte a EE.UU." y "Han roto el corazón del islam". En Kabul, un manifestante portaba un cartel que decía: "Queremos que estos americanos bastardos y todos sus soldados se vayan de Afganistán". Un empresario de Mazar-i- Sharif, explicó que la tarde del jueves dos coches con altavoces circularon por la ciudad con llamamientos de clérigos a participar en la protesta. Tras la oración del viernes, los imanes de la mezquita Azul, en el centro de la ciudad, instaron a los creyentes a protestar de forma pacífica. La quema del Corán se ha sumado al odio popular contra las fuerzas de ocupación extranjeras, responsabilizadas de la muerte de civiles. Esta semana, además, han salido a la luz unas epeluznantes fotografías tomadas por soldados estadounidenses –que han sido encarcelados– junto a civiles afganos desarmados a quienes habían asesinado. 2-IV-11, agcs, lavanguardia

El incendio provocado por la quema de un Corán en una pequeña iglesia integrista de Florida se extiende por Afganistán. La manifestación de repulsa convocada ayer en Kandahar terminó con diez muertos - entre ellos un policía-y decenas de heridos de bala. Al grito de "muerte a Estados Unidos" y "muerte a Karzai", la multitud pretendía llegar hasta las dependencias de la misión de la ONU. Pero tras el sanguinario precedente del día anterior - en que siete empleados de la ONU fueron asesinados por manifestantes en Mazar-i-Sharif-la policía afgana se empleó a fondo en dispersar la amenaza. Durante horas, grupos de exaltados quemaron neumáticos en Kandahar - feudo histórico de los talibanes-además de un autobús y una escuela de niñas subvencionada por EE. UU..

Llama la atención que la chispa surgiera en Mazar-i-Sharif, una ciudad del norte relativamente pacífica, de mayoría tayika, donde los talibanes tienen poco apoyo - estos, de hecho, negaron cualquier responsabilidad en los sucesos-.Por todo ello, el presidente afgano, Hamid Karzai, declaraba hace apenas una semana, con motivo del año nuevo persa, que Mazar-i-Sharif sería una de las cuatro primeras localidades del país en pasar a manos de las fuerzas de seguridad afganas, en julio.

La indignación por la provocación de un desconocido pastor integrista en Florida, Terry Jones, se une a la causada por los recientes reportajes de Rolling Stone y Der Spiegel,en los que soldados norteamericanos se retratan sonrientes junto a cadáveres de civiles afganos, entre otras vilezas. El año pasado, Jones fue disuadido de quemar el Corán - tal como había anunciado-después de que el mando norteamericano en Afganistán le avisara de que ponía en riesgo la vida de sus soldados. Pero hace un par de semanas delegó en su ayudante la quema de un ejemplar, tras someter las escrituras musulmanas a una pantomima de juicio.

Así las cosas, los jóvenes manifestantes de Mazar-i-Sharif confundieron en un mismo paquete a EE. UU. y la ONU - y a ambos con el cristianismo, o una versión integrista de este-liquidando por el camino a cuatro nepalíes hindúes y a tres europeos. Y si el denominador común es la oposición a la ocupación extranjera, estos sucesos lo que hacen es cuestionar una vez más la capacidad de las fuerzas de seguridad afganas para mantener el orden.

La iglesia integrista de Terry Jones lleva el nombre de Dove (paloma) aunque, ciertamente, no de la paz. Pero el visionario reverendo Jones - que es también un homófobo impenitente-no está desprovisto de visión comercial. En su página web se pueden comprar camisetas, gorras y tazas con el lema que en un momento dado exhibió en su parroquia: "El islam es cosa del diablo". Su congregación cuenta con apenas 50 personas, de las que sólo 30 son habituales. Pero el número de interesados en sacarle un rendimiento político parece ser mucho mayor. Quizás no por casualidad, Terry Jones nació en el mismo pueblo y el mismo año que Rush Limbaugh, compañero de pupitre y uno de los predicadores neoconservadores más mediáticos de EE. UU, además de furibundo opositor a las políticas de Barak Obama.

3-IV-11, J.J. Baños, lavanguardia