Un ciudadano que responde al nombre de Fernando Gómez-Acebo, al parecer sobrino del rey Juan Carlos, hace uso de su pertenencia a la real familia. Según se cuenta en la revista ¡Qué me dices! con abundante material gráfico, un día salió de compras con su señora. Aparcaron su coche en el carril-bus, recorrieron tiendas, se solazaron en terrazas, y ningún guardia tuvo el valor de sancionarlos, ni ninguna grúa fue llamada para retirar el vehículo. ¡Llevaban un tarjetón que decía "Casa de S. M. el Rey. Prioridad oficial", según se puede ver en las fotos! El mundo es suyo. Los ciudadanos corrientes, al aparcamiento de pago. El sobrino de Su Majestad tiene una tarjeta que le otorga impunidad.
Nunca he visto ninguna de esas tarjetas. No sé si fueron entregadas para un acto concreto, pero el beneficiario las guarda por si un día hay que ir de compras. También ignoro el número de personas que las tienen, o si sirven para colarse en las aglomeraciones de tráfico y por eso hablan de "prioridad oficial". Sólo supongo que fueron concebidas para personas muy determinadas y para ocasiones y lugares concretos, en la esperanza de que hicieran de ellas un uso noble, como se puede esperar de gente tan distinguida; no para actos incívicos, abusos sobre los demás ciudadanos u ocupar espacios reservados para el transporte público de viajeros.
Este episodio podría ser una anécdota más de las que produce el tráfico en una gran ciudad. Pero me niego a darle esa categoría, porque el protagonista muestra con prepotencia el documento que, al parecer, le da el derecho de abuso. Y después le saca la lengua al fotógrafo, quizá como se la sacaría a un guardia. Y no es difícil imaginar la expresión de desprecio a los informadores. Este sobrino de Su Majestad es, sencillamente, un jeta que entiende que su parentesco le hace superior a los demás. Aviso a los servicios del palacio de la Zarzuela: vigilen a quienes usan los nombres del Rey y de la Casa Real en vano. Estos gestos menores, estas soberbias de allegados, son los causantes de que haya todavía quien identifique Monarquía con privilegios. Estos chulos de alcurnia son los que dañan la institución.
29-III-11, Fernando Ónega, lavanguardia