Hoy se estrena Inside Job, el documental de Charles Ferguson ganador de un Oscar en el que se analiza la génesis, el estallido y las consecuencias de la crisis económica en la que vivimos inmersos. Las agencias de rating se llevan un solemne varapalo, por evaluar de manera impecable los productos financieros que, de un día para otro, se convirtieron en papel mojado, pillando a sus titulares -grandes y pequeños bancos, inversores, gobiernos, fondos de pensiones...- en pelota picada. Agencias como Moody´s, que ayer situó a niveles de bono basura la solvencia del Banco Pastor, Catalunya Caixa o el Banco de Valencia.
Inside Job apunta también a la clase política, desde Bush padre hasta G. W. Bush pasando por Clinton, por facilitar legislativamente el camino a la especulación; apunta a los directivos financieros -entran y salen del sector público al privado y viceversa sin pudor- por engolosinarse con ganancias nunca vistas que les llevaron a despreciar los intereses de sus clientes, y también sacude sin piedad a los economistas académicos, gurús que ensalzaban las excelencias del sistema a sueldo de los propios actores de ese sistema. El impacto del filme ha llevado a la Asociación de Economistas de EE. UU. -18.000 asociados- a plantearse un código ético que requiera de sus miembros transparencia respecto a qué empresas están vinculados y qué posibles conflictos de interés pueden tener cuando informan de asuntos que competen a quienes generosamente les pagan otros trabajos.
Peanuts!,que dirían los yanquis. ¡El chocolate del loro!, diríamos aquí. La fuerza del dinero se traga todo, viene a decir el documental de Ferguson: el Gobierno de Obama sigue siendo un gobierno títere de Wall Street, ese poderoso lobby al que nadie se atreve a poner el cascabel. Durante años, el poder político fue devaluando el papel de los supervisores públicos y adelgazando sus competencias: si eran lo suficientemente listos como para poner en aprietos al sector, este los contrataba, y asunto finiquitado.
En su discurso de aceptación del Oscar, Ferguson se lamentó de que en estos tres años ni un solo directivo financiero haya acabado en prisión por el enorme fraude que ha empobrecido a medio mundo. Me temo que no hay cárceles en las que quepa tanta gente como la que, consciente o involuntariamente, ha contribuido a esta crisis...
El documental de Ferguson plantea una situación dolorosa: algo va mal si los ingenieros financieros cobran entre cuatro y cien veces más que un ingeniero de los que construyen puentes o carreteras. Es la economía real frente a la economía de los sueños, que pueden transformarse en pesadillas...
El mundo, tal como lo conocemos, se asomó a su propia destrucción a mediados del año 2008. El detonante no fue ni un tsunami, ni un terremoto ni el mal funcionamiento de una central atómica. Fue algo igual de grave pero más sutil: el resultado del progresivo envenenamiento de la economía mundial. Inside job,el filme de Charles Ferguson - Oscar al mejor documental-,cuyo título quiere decir algo así como trabajo confidencial,pone nombre y apellidos a los responsables de aquel desastre. Y permite, a poco que uno este interesado en entender, adentrarse en los mecanismos de lo que pasó y, de hecho, de lo que todavía está pasando.
Aquellos días de infausto recuerdo fueron el resultado de una economía especulativa, miope y codiciosa, explica Inside job,que tuvieron su epicentro criminal en esa pequeña pero todopoderosa calle de Nueva York llamada Wall Street.
Quizá no lo recordamos porque desde entonces las crisis - económicas y las otras-se suceden en el mundo a una velocidad endiablada. Eran días de rostros anónimos, compungidos, con imágenes repetidas de gente abandonando la oficina con sus pertenencias en una caja de cartón. ¿Lo recuerdan?
¿Una anécdota, no?
Pues no, porque aquellos acontecimientos, mirados con perspectiva, como hace Inside job,representan el derrumbe global de la economía. Con millones de personas en la calle, sin casa y sin empleo. No, no fue el final del mundo tal como lo conocemos: casi fue peor; fue el arranque de la recesión en la que todavía estamos inmersos.
Por eso, decir que Inside job es interesante es poco. Es apasionante, como siempre es apasionante conocer los verdaderos mecanismos que mueven el mundo. Aproximarse al drama sin mixtificaciones ni dramatismo añadido. Un documental que mira de frente a la peor crisis financiera desde, por lo menos, la Gran Depresión del 29. "Explica una situación que continúa hoy día con los problemas de la deuda - Portugal, España-y la inestabilidad de los mercados", dice Charles Ferguson su director, en las notas de producción del filme.
Ferguson (San Francisco, 1955) sabe lo que dice. Él fue uno de los poderosos de Wall Street, y por eso habla de los suyos con autoridad de insider.Licenciado por el prestigioso MIT en Matemáticas, se doctoró en Ciencias Políticas y fue consejero del Departamento de Defensa de EE. UU. y de empresas tecnológicas como como Apple, Xerox o Motorola. En 1994 fundó Vermeer Tecnologies, los inventores de FrontPage, un programa que los usuarios de Office, de Microsoft, conocen bien. En 1996, vendió la empresa a Bill Gates por 133 millones de dólares, y con el dinero en el bolsillo, dejó los negocios y volvió a la universidad. Escribió varios libros, y realizó el documental No end in sight (Sin final a la vista) sobre la guerra en Iraq. Y ahora Inside job,sobre la mayor debacle económica de la historia. La desregulación del sector ha dado paso al reinado de la ingeniería financiera, explica Ferguson, ganador del Oscar al mejor documental. "Un crimen sin culpables en la cárcel", dice.
25-II-11, M. Domínguez/S. Llopart, lavanguardia