El pueblo birmano, que la votó mayoritariamente hace más de veinte años, sigue creyendo en usted y en que le hará alcanzar la democracia.
Espero ser capaz de ayudar al pueblo birmano a tener más confianza en sí mismo. No quiero que dependan de mí. Quiero que dependan de ellos mismos. Si puedo ayudarlos a tener mayor confianza en ellos mismos, creo que entonces estaré satisfecha. Quiero que el pueblo birmano tenga la libertad, la seguridad y la oportunidad de intentar mejorar sus vidas, que aprenda a cuidarse y levantarse sin tener que depender de nadie.
Su carisma es tan grande que hay personas que vienen del extranjero expresamente para conocerla.
Hoy estoy muy feliz y a la vez impresionada porque entre las visitas había un ciudadano malayo de 90 años. Ha sido un honor para mí. Le dije que espero que viva por lo menos hasta los 100 años y vuelva a visitarme. Son muchos los ciudadanos asiáticos que nos dan su apoyo. Eso me alegra mucho, porque no siempre tenemos el apoyo que desearíamos de sus gobiernos.
Justamente este anciano dijo que no quería morir sin antes verla convertida un día en la primera ministra de Birmania, y son muchos los que comparten su opinión.
Realmente no estoy trabajando para ser primera ministra o presidenta, mucha gente me lo pregunta. Estoy trabajando para conseguir la democracia. Quiero establecer unas raíces profundas de democracia genuina en Birmania. Instituciones genuinas y democráticas duraderas y con las que ayudemos a nuestro país a avanzar hacia el progreso, la unidad y la paz. No se trata de quién será el primer ministro, se trata de establecer un proceso que permita a los ciudadanos escoger sus propios líderes.
Su lucha le ha comportado muchos sacrificios personales, como renunciar a vivir con su familia. Su marido murió sin que usted pudiera verlo, sus hijos han crecido lejos, y no conoce a sus nietos. ¿En todos estos años, ha tenido algún momento de debilidad, ganas de abandonar y exiliarse?
Nunca he considerado todo lo que he hecho como un sacrificio, porque fue una elección que hice. Escogí hacer lo que estoy haciendo. Por supuesto que añoro mucho a mis hijos y me gustaría estar más cerca de ellos, pero cuando lo comparo con las vidas de los presos políticos, veo que estoy mucho mejor. Muchos de ellos tienen sus familias a su cargo, y estas sufren mucho al estar ellos en la cárcel. Tienen dos problemas: preocuparse por su propia situación y por la de sus familias. En cambio, yo estaba encerrada en mi propia casa. Y mis hijos estaban bien, seguros y libres.
No tengo nada de que quejarme. No creo que tenga derecho a decir que he hecho muchos sacrificios cuando hay tanta gente que ha sufrido mucho más que yo o mi familia.
¿Es el budismo lo que la ha ayudado a tener esta fortaleza en sus convicciones?
El budismo me ha ayudado de muchas maneras. Particularmente, a desarrollar un sentido de consciencia, y eso es muy importante en la política y en la vida. He tenido mucho tiempo para la meditación durante mis años de arresto domiciliario. La meditación te enseña lo difícil que es controlar tu propia mente y tus propios pensamientos, y aprendes cuán necesario es mantener tu vida bajo control. Mi vida no es nada normal. Pero lo importante es que yo la controle pase lo que pase. No se puede controlar todo lo que te pasa, pero sí tus respuestas.
La junta militar birmana tiene al país atemorizado. Birmania cuenta con uno de los ejércitos más extensos del mundo en el que invierte gran parte del presupuesto global. Muchos soldados sienten miedo, piensan aquello de “si no mato, me matarán”. ¿El cambio no llegará hasta que el pueblo birmano deje de sentir miedo?
El miedo es una cosa terrible. Corroe tu vida. El miedo aparta de ella lo que le da sentido. Cuanto más vives con miedo, más pierde valor tu vida. Todos tenemos que aprender a superar nuestros miedos. No estoy diciendo que tengamos que eliminarlos de nuestra vida. Los seres humanos somos susceptible al miedo. La cuestión es no permitir que el miedo controle nuestra vida. Si lo más importante es controlar nuestra respuesta a lo que nos pasa, no hay que permitir que el miedo sea nuestra respuesta.
Algo que da mucho miedo en Birmania son los centros penitenciarios, donde dudosamente se respetan los derechos humanos. Volviendo al problema de los presos políticos, son más de 2.000...
... y más de 400 son mujeres. Las mujeres siempre han estado implicadas en el movimiento por la democracia y lo han padecido. Entre los presos políticos hay también líderes estudiantiles y por supuesto, muy importantes para nosotros, numerosos líderes de las diferentes etnias nacionales que hay en Birmania. Es crucial que todos ellos sean liberados para que tomen parte en el proceso político. Si no se incluyen, el proceso no tendrá ninguna credibilidad y no podremos avanzar hacia la reconciliación nacional. Muchos creen que la reconciliación nacional es sólo un eslogan, pero es una absoluta necesidad para nuestro país, para conseguir un progreso verdadero, la estabilidad y la paz.
Y como parte de este proceso, usted siempre ha buscado el diálogo con el general Than Shwe o representantes de la junta. Pasadas unas semanas tras su liberación, ¿hay ya una fecha de encuentro?
No, de momento no hay planes para un encuentro, pero en cualquier caso, si lo estuviéramos planeando, no pienso que sea una buena idea hacer publicidad de este evento antes de que haya podido tener lugar.
¿Pero tiene mucha esperanza en que llegue ese día, y también mucha esperanza puesta en el contenido del encuentro?
Claro que lo esperamos, y no es sólo esperanza. Creo que un día todos los problemas de Birmania tendrán que ser resueltos a través de una negociación. No existe otro modo, a menos que uno crea en la violencia, y yo no creo en la violencia.
Según los estudios del 2010 de la organización Transparency International, Birmania es uno de los tres países más corruptos del mundo, después de Somalia y Afganistán. La población debe recurrir constantemente al soborno y al mercado negro. La vida cotidiana en Birmania es...
... es difícil. Pero la gente se adapta, quizá demasiado fácilmente. Quizá si trabajasen para el cambio en vez de adaptarse... Aunque tras mi liberación me he dado cuenta de que la gente está más mentalizada y sabe que debe implicarse para que llegue un cambio de régimen. Cada vez hay más ciudadanos que quieren este cambio y ven que no podemos seguir así esperando sobrevivir día tras día.
Además, sorprende ver el contraste entre la gran pobreza en la que viven los birmanos en medio de un país lleno de recursos naturales como gas, petróleo, oro, piedras preciosas... De hecho, es el primer productor de madera de teca y de rubíes del mundo.
Si hablamos de recursos, los recursos humanos son lo más importante. Lo que sucede hoy en día es que Birmania depende demasiado de sus recursos naturales, que, además, sólo benefician a ciertos sectores del país. Pero no se presta suficiente atención a los recursos humanos. Necesitamos invertir más dinero en el sistema sanitario y en educación. Sólo así nos aseguraremos de que nuestra gente sea más valiosa en el futuro. Los recursos naturales pueden agotarse, pero los humanos están en constante renovación. Hacen falta políticas de inversión responsables, también lo dice el Fondo Monetario Internacional. Y eso sólo se consigue en democracia.
Muchos delitos que se cometen en Birmania están relacionados: expoliación de los recursos naturales y agresiones al medio ambiente realizadas en condiciones de trabajo infrahumanas sólo para que unos pocos se queden con el beneficio. ¿Una de las cosas que harían falta es mayor transparencia y mejora en las condiciones de trabajo, a veces en proyectos con capital extranjero? ¿Cuál es la responsabilidad de estas empresas?
¿No es de hecho la obligación del gobierno asegurar que las empresas extranjeras establecidas en Birmania traten correctamente a nuestra gente? No creo en culpar a los otros. Primero debe ser el gobierno de este país quien proteja los derechos de su pueblo contra todo tipo de empresa extranjera que quizá no los trate bien.
¿Los países occidentales deben continuar aplicando sanciones a Birmania?
Hay muchas opiniones diferentes. Desde nuestro partido, la Liga Nacional para la Democracia (NLD), queremos ver qué tiene que decir el Fondo Monetario Internacional sobre el efecto económico de las sanciones. Hay efectos económicos, y también políticos y sociales. Queremos estudiarlos todos para poder revisar el estatus de las sanciones. Si se demuestra que estas perjudican al pueblo, entonces, obviamente, no desearemos que continúen. Queremos averiguar cuáles son los efectos reales de las sanciones.
La junta militar trata de evitar la entrada de medios de comunicación extranjeros, impedir que usted sea entrevistada y que su voz llegue a todo el mundo. Pero ahora, si no requisan este material, puede hacer llegar un mensaje a los ciudadanos españoles.
Sí. Creo que ustedes están familiarizados con la lucha y con el sufrimiento. Pienso que gracias a esto serán capaces de entender la situación en que viven los birmanos, y espero que nos ayuden tanto como puedan. Aunque sólo sea interesándose por lo que está sucediendo aquí.°
13-II-11, Txell Bonet, magazine