´¿Qué se pierde cuando se pierde un tigre?´, Ricard Solé

En su poema La Pantera, Rainer Maria Rilke nos habla del animal que, atrapado sin escapatoria en su jaula “se ha cansado tanto su mirada, que ya nada retiene. Es como si hubiera mil barras y detrás de mil barras ningún mundo hubiese”. Para muchos grandes mamíferos, el hábitat que
sus ancestros conocieron se ha reducido a una mínima expresión, rodeado por las barras de
nuestra civilización depredadora. Más allá de sus reducidas reservas, el mundo en el que vivían
ha dejado de existir. Cuando se desvanezcan, nada podremos hacer para recuperarlos, pero
tal vez pensemos que, a pesar de todo, es una especie entre miles. ¿Debemos preocuparnos?
La evidencia de la que disponemos nos dice que sí, y mucho.

Más allá de consideraciones éticas o estéticas, la pérdida de una especie clave desencadena en las redes ecológicas a las que se conecta cambios de gran calado, a menudo imprevisibles y
normalmente irreversibles. Los ejemplos son ilustrativos. Cuando el jaguar desapareció de la isla
de Barro Colorado, en Panamá, su ausencia disparó las poblaciones de herbívoros que se
multiplicaron por mil. En condiciones normales sus poblaciones interaccionaban con las de
los árboles de la selva (principalmente acacias) a través de sus frutos. Los herbívoros se las comían y al desplazarse por la isla dispersaban las semillas no digeridas de los árboles, manteniendo así una relación de mutuo beneficio. Al explotar demográficamente los herbívoros, este balance se rompe. El resultado es que las acacias han dejado de reproducirse, ya que las semillas nunca llegan a germinar. El futuro para la selva de Barro Colorado es incierto, y los investigadores de la Estación Biológica de la isla han comprobado que los cambios continúan a lo largo de décadas, propagándose como una onda de cambios a través de la red ecológica.

En otros lugares, la extinción ha generado un colapso del ecosistema o ha favorecido a ciertos
patógenos. Lo mismo sucederá con los las poblaciones de tigres, que ahora se asoman al
borde del abismo. ¿Qué ocurrirá? Es difícil de predecir, pero nos lleva a una reflexión importante:
habitamos en una red de la que formamos parte; cortar una cuerda puede arrastrarnos a todos.

25-XI-10, Ricard Solé, Universitat Pompeu Fabra, lavanguardia