és el capital natural, estúpid!

Un ahorro de 2,6 billones de euros
Si se redujese el ritmo de deforestación a la mitad, en el 2030 se evitarían daños ocasionados por el cambio climático valorados en más de 2,6 billones de euros.
Un negocio de 153.000 millones
El valor de la polinización de los insectos en todo el mundo es de 153.000 millones de euros, el 9,5% de la producción agrícola global.
49 millones de euros en 4 años
Canberra plantó 400.000 árboles para reducir la contaminación y captar CO2. El balance: beneficios de 49 millones de euros en 4 años.

El principal motivo por el que cada día centenares de personas aterrizan en Hawái son sus playas y sus fondos marinos. Los beneficios netos derivados de las 166.000 hectáreas de arrecifes coralinos de este archipiélago del Pacífico se elevan a 360 millones de dólares al año. Del buen estado del coral dependen numerosas especies de peces, de las que se nutren los habitantes de estas islas, y el negocio del turismo de buceo. Además, actúa como barrera de protección de la costa ante la erosión.

El caso de Hawái es extrapolable a los arrecifes de Indonesia, Malasia o Belice; a los bosques
tropicales de Borneo, Uganda o Brasil; a los manglares de Tailandia... Ecosistemas bien conservados son sinónimo de negocio; su destrucción se traduce en pérdidas multimillonarias. La iniciativa conocida como Economía de los Ecosistemas & Biodiversidad (TEEB, en sus siglas en inglés), impulsada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, pide en su último informe que los gobiernos se tomen la naturaleza en serio, que no infravaloren el capital natural pues de su buen estado depende el futuro de muchas poblaciones. Este documento se ha presentado en la décima Conferencia de las Partes del Convenio sobre Diversidad Biológica, que se celebra hasta el día 29 en Nagoya (Japón). El TEEB reconoce que la invisibilidad de muchos de los servicios que la naturaleza presta a la economía provoca que se tomen decisiones que degradan la biodiversidad. El mensaje es que los gobiernos apliquen medidas para evaluar y comunicar el papel que tiene la naturaleza en la actividad económica, además de en el bienestar de la humanidad. Aunque nunca habría que supeditar la conservación de un ecosistema a su rentabilidad.

Pero mientras el mensaje no acabe de calar se seguirán perdiendo especies y dañando hábitats de alto valor ecológico y económico. El TEEB repasa los bienes materiales, y también los intangibles (espirituales, religiosos y de bienestar personal), que aporta la naturaleza. Los ecosistemas suministran recursos genéticos, alimenticios, forestales, medicinales y turísticos
y representan un papel clave en la retención del CO2 y en el control de la erosión, las inundaciones y la contaminación.

El TEEB reitera la necesidad de extender los denominados pagos por servicios ambientales
(PSA) como fórmula para preservar la biodiversidad. La idea es que las comunidades o los propietarios que se comprometan a cuidar sus ecosistemas sean recompensados. México implantó el PSA a escala nacional en el 2003 involucrando a más de 3.000 titulares de 2.365 kilómetros cuadrados de bosques que reciben compensaciones de más de 215 millones
de euros. Esto ha supuesto evitar la deforestación de 1.800 kilómetros cuadrados, proteger
la calidad del agua y la biodiversidad. Otra caso es el de las montañas de Catskill, al norte de Nueva York. Las autoridades de esta ciudad decidieron pagar a los propietarios de los terrenos de Catskill unos 1.000 millones de euros para que mejorasen las técnicas de gestión agrícola y ganadera y evitar así que las escorrentías de residuos alcanzaran los cursos de agua. Con esta mejora de la calidad del agua no ha sido necesario construir una nueva depuradora que hubiera costado entre 4.300 y 5.700 millones de euros, además de los gastos anuales de funcionamiento.

El TEEB asume no obstante la complejidad y los dilemas éticos que afloran a la hora de “poner precio” a los servicios de los ecosistemas. En todo caso, recomienda que, a lahora de tomar decisiones, políticos e instituciones tengan en cuenta los costes y los beneficios de la conservación.

Como se puso de manifiesto en la reciente cumbre sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU, la degradación de la naturaleza perjudica sobre todo a los habitantes de los países más pobres, pues bosques y mares son su principal, quizás única, fuente de alimento.

25-X-10, R.M. Bosch, lavanguardia