retornen les īrevoltes de la famī globals

Cuando todavía abruman las cifras del desempleo en las denominadas economías avanzadas, el espectro de la inflación está resucitando tras su muerte aparente en 2009 gracias a los máximos alcanzados durante estas semanas por los precios de las materias primas agrícolas y al gradual encarecimiento de los precios del petróleo a medida que el consumo energético vuelve a los niveles anteriores a la Gran Recesión de los años 2008-2009.

Basta con echar un vistazo a los gráficos que se adjuntan en esta información para comprobar la misma subida vertiginosa del índice de los precios agrícolas. Como contrapartida, el rebote de los precios del petróleo es más gradual, pero no deja de devolverlos a los niveles registrados durante los meses de marzo y abril de 2008, a medio camino de una de las burbujas especulativas -con su consecutivo pinchazomás veloces de la historia del capitalismo. Este repunte de los precios de la alimentación y de la energía se ve reforzado en el caso de la economía española, por el aumento de tasas, tarifas y peajes, en lo que parece una conspiración destinada a frenar la recuperación de las economías reduciendo el poder adquisitivo de empleados, parados y pensionistas.

En cualquier caso, se trata de un problema global que ya se ha traducido en revueltas del hambre en Mozambique, Argelia y Túnez, en lo que podría muy bien ser el remake de la crisis alimentaria de los años 2007-2008, cuando se registraron manifestaciones violentas en una treintena de países en desarrollo, desde México a Marruecos, Egipto y Bangladesh, todos ellos importadores netos de los alimentos que conforman su dieta básica (trigo, arroz, maíz...).

Las causas de este calentamiento son las mismas que hace dos años. En primer lugar, hay que citar un factor objetivo: la oferta se ha visto mermada por contratiempos climáticos (sequías, inundaciones, El Niño en el océano Pacífico) en agriculturas exportadoras como las de Australia, Ucrania y Rusia ypor decisiones políticas, como la prohibición de las exportaciones de arroz por parte de India. Otrosí, las subvenciones a los combustibles "bioecológicos" han reducido en una cuarta parte la superficie dedicada al cultivo de cereales en Estados Unidos. Por último, en el frente de la demanda, como ya empezó a percibirse hace dos años y medio, el enriquecimiento de las clases medias en gigantes emergentes como China. India, Indonesia, Brasil y Rusia provoca un enriquecimiento de las dietas alimenticias, especialmente en carnes y lácteos (lo que, a su vez, presiona sobre la demanda de cereales para la alimentación animal).

La suma de esta razones objetivas, no obstante, ha provocado una reacción excesiva de los mercados, que sólo se puede explicar por la participación de fondos financieros especulativos. En cualquier caso, la FAO, la organización de las Naciones Unidas con sede en Roma, y dedicada a la alimentación y la agricultura, ha lanzado la voz de alarma ante un inminente "choque de los precios de la alimentación" que, "en caso de prolongarse unos meses, culminará en una crisis alimentaria". En diciembre, su índice de precios alimentarios (trigo, maíz, arroz, productos lácteos, azúcar, carnes...) subió hasta 214,7 puntos, superando el techo de 213,5 puntos alcanzado en junio de 2008.

En el frente energético, los consumidores españoles están pagando ya los precios de las gasolinas más caros de la historia, una evolución que parece exagerada cuando los precios del petróleo no han superado los 100 dólares frente al máximo de 147 dólares de julio de 2008. Y han visto subir un 10% la tarifa eléctrica.

Para completar las amenazas inflacionistas nada mejor que el petróleo, cuyo vertiginoso ascenso en la primera mitad del 2008 no fue en absoluto ajeno al colapso de la economía mundial en los meses siguientes ni al entusiasmo nocivo por los biocarburantes. El martes pasado, el economista jefe de la Agencia Internacional de la Energía, Fatih Birol, lanzó la señal de alarma: "Los precios están entrando en una zona peligrosa. La factura de las importaciones se está convirtiendo en una amenaza para la recuperación". Aunque Arabia Saudí, primer productor de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), defiende precios situados entre 70 y 80 dólares, en las últimas semanas la subida se ha acelerado hasta tocar los 95 dólares. Birol pidió a la OPEP un aumento de sus exportaciones. Las próximas semanas servirán para comprobar si los financieros han vuelto al mercado con la intención de acelerar una subida sin relación con las tensiones entre demanda y oferta física. Como cuando Goldman pronosticó que llegaría a 200 dólares en el 2008.

10-I-11, M. Estapé Tous, lavanguardia