la gens exemplar geopolítica FIFA

La FIFA demostró la semana pasada en Zurich  que su poder político es hoy más fuerte que nunca. Al otorgar las Copas del Mundo del 2018 y el 2022 a Rusia y Qatar la federación internacional de fútbol reafirmó su voluntad de ser un actor clave de las relaciones internacionales. El fútbol, que además de deporte, es negocio, diversión y patriotismo, adquiere ahora el potencial necesario para superar los conflictos que la diplomacia no consigue resolver.

A esto aspira al menos Sepp Blatter, presidente de la FIFA. "Nada le gustaría más que el premio Nobel de la Paz", afirma un miembro latinoamericano del comité ejecutivo. "A la FIFA le gusta demostrar que no hay otra organización internacional más importante", explica un estratega de marketing contratado por una de las candidaturas.



Por si había alguna duda, ÁngelMaría Villar, presidente de la candidatura española y  miembro del comité ejecutivo, lo 1994 destacó en su discurso. Habló de sus 208 miembros  (la ONU tiene 198), de su fundación en 1904 y de su amplia labor social. El pasado Mundial de Sudáfrica ya demostró esta ambición político- solidaria.

Una vez garantizados los ingresos -y Sudáfrica  dejó un beneficio 1930 de 751 millones de dólares a la FIFA- Blatter quiere que sus campeonatos sirvan para "extender los valores humanos, culturales, educativos y unificadores del fútbol". La semana pasada, pesos pesados de la escena internacional como Bill Clinton, Vladimir Putin y David Cameron le prometieron dinero y favores a cambio de una Copa del Mundo. Pero Blatter lo que quiere de verdad es cambiar la historia.

La delegación coreana, que aspiraba al Mundial del 2022, entendió muy bien esta ambición. El ex primer ministro Lee Hong de su vida marcada por la partición. Dijo que el campeonato -había previsto disputar cuatro partidos en Pyongyang- ayudaría a la reunificación.

La FIFA, sin embargo, acabó prefiriendo Qatar. Oriente Próximo, además de ser un territorio en expansión -tendrá 700 millones de habitantes en el 2022 y crecerá una media del 8,4%-, ofrece a Blatter un legado histórico más sólido. Al margen de los conflictos enquistados, de los extremismos exacerbados, de las cada día más grandes desigualdades sociales, colectivo en Oriente Próximo.

Qatar, que hoy en día ya es uno de los principales motores diplomáticos de la región, va a convertirse, gracias a su apuesta por el deporte y a su control de la cadena Al Yazira, en una potencia capaz de influir mucho más allá de las fronteras del Medio Oriente.

La apuesta más segura de la FIFA para el Mundial del 2022 era Estados Unidos. Pero parece claro que, después de haber perdido la organización de los JJ. OO. del 2012 (Nueva York) y del 2016 (Chicago), esta nueva derrota demuestra que EE. UU. ya no es, a pesar de todo su dinero, un escenario atractivo para los grandes eventos deportivos internacionales. Tal vez sea una señal de la decadencia del imperio, pero lo que sí está claro es que ni la FIFA ni el COI tienen nada nuevo que conquistar en EE. UU.

Las nuevas fronteras de la FIFA están en Qatar y Rusia. Rusia es una democracia joven, sacudida por la corrupción y el oligopolio que explota los recursos naturales y castiga el medio ambiente, con una oposición amordazada y una población envejecida que ha visto cómo la democracia no le ha devuelto la  autoestima. Incapaz de establecer 2018 una relación fluida con Washington y Bruselas, el Kremlin ha encontrado en la FIFA al valedor internacional que tanto necesitaba.

¿A cambió de qué han conseguido Rusia y Qatar sus Mundiales? ¿Cuánto han pagado? "Todos pagan. Siempre lo han hecho" -explicaba un consultor estadounidense en Zurich-. Prometen inversiones en los países representados en el comité ejecutivo, y los hidrocarburos -abundantes en RusiayQatar- son una buena moneda de cambio.

Mucho más seguros y fáciles de organizar hubieran sido los Mundiales que proponían Inglaterra, España y Portugal, pero Blatter, que ya se arriesgó en Sudáfrica y volvió a hacerlo en Brasil -país anfitrión del Mundial del 2014-, quiere demostrar que no hay mayor fuerza transformadora que el fútbol.

La gran paradoja es que estos avances, si se producen, vendrán impulsados por una organización que funciona muy en secreto y es propensa a la corrupción.

Dos delegados del comité ejecutivo están suspendidos por vender sus votos y al menos otros tres, según la BBC, han cobrado comisiones ilegales.

7-XII-10, Xavier Mas de Xaxàs, lavanguardia