´Paradojas de la excelencia´, Carme Alcoverro

Habrá trabajo para los más preparados? Parece que no. Tenemos más universitarios que en cualquier país de la UE. Y aunque se va repitiendo que ello es necesario para ser un país de primera, vemos que no, que continuaremos siendo, paradójicamente, un país de segunda con más universitarios que los de primera. El turismo, con poco valor añadido, continuará siendo un anclaje seguro, y al parecer las exportaciones. Pero las multinacionales de la construcción se van a invertir a otro lado. Y mientras, vamos repitiendo el tópico de la necesidad de formación profesional, aunque no haya sitio para todos los que la piden (y tengamos los bachilleratos llenos a rebosar de alumnos que jamás pasarán de primero). Al parecer, nuestra estructura social y productiva no necesitaba trabajo cualificado, y tampoco está nada claro que lo necesite en un futuro próximo. Y vamos repitiendo hasta la ironía la necesidad de la excelencia. Cuando no hay ninguna certeza de que ni los mejor preparados colmen sus expectativas de futuro. Las inversiones en investigación siguen recortándose. No digamos ya en ciencias sociales o humanidades. Y cada día son más los que se van al extranjero. ¿No será que tampoco la excelencia se necesita, aunque sea necesaria? Una mayoría de estudios ha constatado que Catalunya se caracterizaba por una gran movilidad social. Esto se tambalea. En los países más desarrollados, en especial los de tradición protestante que aún sostienen con partidos de centroderecha el Estado de bienestar, como los nórdicos, aún funciona el ascensor social. Gracias a sus políticas educativas y sociales y a la meritocracia. No es nuestro caso. Aquí, todavía hoy, la primera vía de colocación sigue siendo "los conocidos y no el conocimiento", como decía un humorista.

4-XI-10, Carme Alcoverro, lavanguardia