En uno de los barómetros de opinión del Centro de Investigaciones Sociológicas sacaban la misma mala nota -no llegaban a un 3- los políticos que los okupas. No eran los únicos que suspendían, los sindicatos no salían tan mal parados pero tampoco llegaban al aprobado, rozaban el 4.
¿A alguien le extraña que la huelga haya ido como ha ido? ¿Realmente ha sido una huelga? El 29-S pasará a la historia por muchas razones, pero por ninguna que sea motivo de celebración. Pasará como el día que muchos trabajadores ya han recuperado este mismo sábado o que recuperarán la próxima semana; lo hará por la gran cantidad de trabajadores - no necesariamente los mismos-que no pudieron ir a trabajar - en clara vulneración de sus derechos democráticos-porque no tenían transporte o no podían acceder a su lugar de trabajo por cualquier otra razón impuesta.
Pasará a la historia por los muchos trabajadores que aprovecharon el día de huelga para ir de compras; y también pasará a la historia porque un miembro del Gobierno fue a la manifestación -a mí no me vale el "no he sido yo, han sido otros"- contra el Gobierno que representa y que aplicará las medidas contra las que se protesta. Todo esto, amenizado con la impagable aportación de los que se proclaman antisistema para justificar lo injustificable: la violencia y el vandalismo.
Realmente las cosas han cambiado, pero no para bien. No crean que me alegro, creo que una huelga general es algo demasiado importante como para utilizarla para nada, o sólo para cubrir el expediente: para hacer ver que se hace algo cuando no se hace nada.
La huelga ha fracasado por mucho que se diga lo contrario y encima se ha minado la oportunidad de que otra huelga sea realmente una herramienta de cambio. El problema no es que los trabajadores no quieran hacer huelga; el problema es que los sindicatos hace tiempo que no saben a quién representan. De hecho, el Gobierno está más que contento - lo digan o no-con la situación, y no me extraña. Eso sí, ahora unas cuantas reuniones para seguir con el protocolo y al final que todos puedan hablar de una victoria que sólo significa que los trabajadores seguimos estando desprotegidos. Y lo que es peor, el día 30 de septiembre mucho más que el día 28.
3-X-10, Cristina Sánchez Miret, lavanguardia