´Entre la felación y la inflación´, Sergi Pàmies

El lapsus televisado de Rachida Dati, la ex ministra francesa de Justicia, tiene el encanto de mezclar dos conceptos que, salvo sórdidas excepciones, no suelen relacionarse: sexo y economía. Ella se lo ha tomado con humor y los espectadores también. Sabe que las imágenes de su entrevista darán la vuelta al mundo y que la anecdótica efervescencia de su subconsciente ilustrará esos segundos de distensión que tanto juego dan en los telenoticiarios (ayer nos hartamos de verlas).

Más allá de la anécdota, sin embargo, sería bueno desarrollar lo que el lapsus sólo insinúa. ¿Y si de verdad existiera una relación oculta entre felación e inflación? Para intentar hallar respuestas, dediqué parte del día de ayer a revisar dos obras fundamentales: De la fellation comme idéal dans le rapport amoureux, de Gérard Lenne, e Histoire raisonnée de la fellation, de Thierry Leguay. Pensé que la lectura también me resultaría pedagógica para intentar digerir las contradicciones sindicales, patronales y gubernamentales de la huelga general.

Leídos con la óptica Dati, los títulos de los capítulos adquirían un nuevo significado "La felación como estratagema" o "La felación utilitaria". Si sustituimos felación por inflación tendríamos dos enunciados para una exposición ensayística sesuda y responsable. La teoría no deja de sorprender. Lenne sostiene que así como la penetración nos viene impuesta por la naturaleza (reproducción, supervivencia de la especie), la felación es una ocurrencia creada por los humanos para acceder a niveles distintos de placer. En otras palabras: una virguería cultural.

Como es lógico, los teóricos también repasan una de las felaciones más políticas (y económicas) de nuestra historia: la que tuvo lugar en el despacho oval de la Casa Blanca (hace años, en un memorable artículo, Quim Monzó pidió que le cambiaran el nombre por "despacho oral") y que protagonizaron Monica Lewinsky y Bill Clinton. Igual que Dati, Clinton intentó, durante un tiempo, quitarle hierro y luego vino a decir que había sido un lapsus -linguae, supongo-. Pero la realidad se impuso. El efecto bola de nieve, sumado a la situación económica de su país, acabó con la carrera presidencial de Clinton. De lo que se deduce que no es lo mismo hablar de felación que practicarla, algo que los expertos en inflación, que suelen analizarla minuciosamente cada vez que aparecen nuevos datos, deberían tener en cuenta.

29-IX-10, Sergi Pàmies, lavanguardia