´Liberalismo democrático´, Jaime Arias

Hablaba Antoni Puigverd en su docta entrega de los lunes, de los "ultraliberales". Un eufemismo equivalente a los neocons que hoy recluta a bombo y platillo la señora Palin en sus tea parties con la poderosa ayuda de la Fox. Pero, desde que Benedetto Croce y más tarde Isahia Berlin definieron la condición del liberalismo, esta ideología sólo es posible exhibirla dentro de los límites del sistema democrático. No puede ser liberal quien no se sienta demócrata. Incompatible con el absolutismo. Por eso los partidos liberales suelen ser garantía de las coaliciones centralizadoras.

El belga Van Zeeland fue tal vez la mejor personificación del político liberal. Ya antes de la guerra mundial, a raíz del tratado de Munich, junto a Spaak, joven líder socialdemócrata, Van Zeeland primer ministro se plantó en Downing Street para alertar al comprometido Chamberlain del peligro de guerra totalitaria que representaba la supuesta paz con el nazifascismo y la potencial amenaza del sovietismo. Dos años más tarde el increíble pacto Hitler-Stalin dio la razón a belgas y holandeses, a quienes de nada sirvió su declarada neutralidad.

Pasados a la resistencia, Van Zeeland volvió a la presidencia del gobierno del brazo del socialcristiano Pierlot y del socialdemócrata Spaak. Más antitotalitarios que nunca, amigos y aliados de los victoriosos luchadores Churchill y Roosevelt, ambos fueron decisivos a la hora de consolidar la democracia, iniciar el movimiento de unidad europea, fundar la ONU, la OTAN, la OCDE y demás instituciones de seguridad y defensa colectivas occidentales. De ahí que por impulso de los catalanes más sensibles y adictos a la europeización, naciera en Barcelona una rama de la LECE, cada día más dinámica, la que, desde hace un decenio, preside Carles Gasòliba, profesor y político de relevante prestigio internacional.

Largo tiempo parlamentario, de diputado y senador en Madrid y eurodiputado, siempre en las filas de Convergència, Carles Gasòliba es hoy en día vicepresidente de la Internacional Liberal, puesto en el que sucedió a su maestro y amigo, Trías Fargas. Pocos como este documentado político catalán gozan en Bruselas de la fama que le acredita su conocimiento de los dossiers europeos, con la ventaja de que, además de su amplia cultura y lealtad a la escuela pujolista, añade su condición de germanista, nieto por vía materna de destacada familia alemana establecida en Barcelona y con conexiones tanto en España como en la propia federación que lidera la señora Angela Merkel.

Su incesante acción al frente del Patronato Pro-Europa y de los encuentros de Peralada, y el impresionante balance de su presidencia en la LECE, convierten a Gasòliba en eventual pieza de la deseable recuperación económica, que precisa personajes que inspiren confianza. Por suerte, los hay. A por ellos.

9-IX-10, Jaime Arias, lavanguardia