´La ciencia básica´, Esther Pérez-Navarro

Actualmente, cuando se nos plantea alguna duda tenemos a nuestro alcance un recurso llamado internet que nos la puede resolver en un periquete. Por ejemplo, la búsqueda de ciencia básica en Google nos da 4.900.000 resultados en 0,30 segundos. Alucinante, ¿no? El desarrollo de internet seguramente es el fruto de muchos años de investigación básica, gracias a que distintas entidades apostaron por una inversión a largo plazo. La ciencia básica se define como la que se lleva a cabo para incrementar el conocimiento, sin fines prácticos inmediatos. Sin embargo, tarde o temprano, los resultados obtenidos suelen fundamentar progresos importantes en muy distintos ámbitos de la sociedad.

Hace veinte años que me dedico a la investigación básica en enfermedades neurodegenerativas. En concreto, al estudio de la enfermedad de Huntington, una enfermedad hereditaria que afecta al control del movimiento voluntario y para la cual, igual que sucede para otras enfermedades neurodegenerativas más conocidas como la enfermedad de Alzheimer o la de Parkinson, no existe tratamiento curativo. Los tratamientos de los que disponemos hoy son únicamente sintomáticos. Es decir, la degeneración de las neuronas sigue adelante aunque el enfermo muestre cierta mejoría en los síntomas.

¿Veinte años investigando sobre la enfermedad de Huntington y todavía no han dado con un buen tratamiento?, se preguntarán. Para que se hagan una idea, la primera descripción de la enfermedad data de 1872. En 1908 se describió que era una enfermedad hereditaria y en 1993 se determinó la mutación que causaba la enfermedad.

A estos descubrimientos se ha llegado gracias al empeño de los investigadores y a la confianza de los que invirtieron en esa investigación. Esos esfuerzos han contribuido, granito a granito, a que hoy estemos más cerca de determinar cómo ypor qué degeneran determinadas neuronas de nuestro cerebro. Este conocimiento es fundamental para diseñar terapias que frenen la progresión de la enfermedad. Es decir, terapias curativas de las que no disponemos actualmente.

Lo que me llevó a decidir que quería ser bióloga fue la inquietud que sentía por conocer cómo funcionaban las células de nuestro organismo y cuáles eran los procesos alterados en las diversas patologías. Lo podríamos resumir en curiosidad por saber. Mi idea no estaba muy lejos de la definición de ciencia básica, pero eso que parecía tan idílico en realidad no lo es tanto.

La ciencia básica también tiene su lado oscuro, que es obtener financiación para llevar a cabo nuestra investigación. La mayor dificultad radica en el hecho de que la riqueza que genera la ciencia básica, me refiero a beneficios económicos, tarda mucho en conseguirse y es difícilmente medible. No hace falta decir que con la crisis actual la ciencia ha sufrido muchos recortes, a pesar de que sólo se dedica a I+ D+ i el 1,35% del PIB, probablemente debido a que nuestro Gobierno vea la aplicación de recursos en ciencia como un gasto y no como una inversión.

Tenemos que luchar para que cuando pongamos las palabras enfermedad neurodegenerativa en Google, sea cual sea el número de resultados, la primera entrada sea el tratamiento curativo para estos enfermos, y eso lo conseguiremos apostando por la ciencia básica.

16-VIII-10, Esther Pérez-Navarro, prof. Dep. Biología Celular e Inmunología fac. Medicina UB, lavanguardia