La conferencia de ministros de Transportes de la Unión Europea concluyó ayer en Zaragoza con un notable éxito para la consolidación del corredor ferroviario del Mediterráneo como uno de los proyectos prioritarios de una España obligada a buscar respuestas a la gravedad de la crisis económica. El corredor mediterráneo ha dejado de ser una mera hipótesis. Es también una prioridad del Estado. Así lo ha expresado José Blanco, ministro de Fomento, en sus dos comparecencias en la conferencia de Zaragoza, la última de ellas ayer al mediodía, flanqueado por el comisario de Transportes de la Comisión Europea, el estonio Siim Kallas. Sinceramente, lo celebramos. Es una muy buena noticia, corroborada por las palabras del propio comisario Kallas y por unas clarificadoras declaraciones del secretario de Transportes del Gobierno francés, Dominique Bussereau.
El ministro de Fomento se ha expresado con total claridad a lo largo de la conferencia: el corredor mediterráneo pasa a ser una prioridad, sin menoscabo de otros proyectos que merecieron tal calificación en las redes europeas de transporte esbozadas en el 2003, planes como la denominada travesía central del Pirineo (eje que exige la perforación de un túnel de 40 kilómetros bajo la cordillera pirenaica) o la denominada conexión atlántica a través de Irun. Blanco ha sido muy claro: "El corredor mediterráneo es una prioridad para España y para Europa, por su evidente importancia económica y por su potencial conexión con el norte deÁfrica".Para llegar a esta sensata afirmación, que valoramos como un giro de primer orden, muchos han tenido que predicar en el desierto durante bastantes años y ver cómo en el 2003, en pleno apogeo de la España radial, el gobierno español ignoraba olímpicamente la posibilidad de articular el frente portuario mediterráneo con una línea de mercancías de ancho europeo.
La crisis y el aparatoso desvanecimiento del fantasioso modelo Florida (una España creciendo al galope gracias a la urbanización intensiva, el turismo y la importación masiva de mano de obra de bajo coste) obligan a dar la máxima prioridad a la industria y las exportaciones, cuyo nervio principal se halla en la España oriental. En el 2003 no se quiso ver así. Hoy sería suicida despreciar esa tozuda realidad.
No estamos ante una competición deportiva entre comunidades autónomas. Catalunya y Valencia no son enemigas de Aragón. Sería erróneo enfocarlo así. Estamos ante un necesario giro estratégico, en el que Zaragoza tendrá su papel. Las nuevas prioridades están definidas, ahora deben madurar las realizaciones.
La noticia podría titularse: "El corredor mediterráneo gana en Zaragoza", y posiblemente daríamos la razón al presidente norteamericano Barack Obama cuando advierte que la información política se confunde cada vez más con la crónica deportiva. Más que ganar una competición agonística - frente a Aragón, que defiende la perforación de un tercer paso ferroviario en el Pirineo, o frente a Madrid, que ambiciona ser el centro de todo, incluso de los puertos de mar de la península-,el corredor mediterráneo se afianzó ayer como la apuesta estratégica imprescindible para una España que necesita regresar urgentemente al tirón de las manufacturas y de las exportaciones. Ganó el sentido común. El realismo. La mirada inquieta ante la deriva de España.
Ayer, en la conferencia informal de ministros de Transportes de la Unión Europea, no perdió Aragón, ni Zaragoza, que seguirá siendo un importante centro logístico de la península. Perdió más bien la ensoñación de una España eternamente enriquecida por el turismo, la fiebre inmobiliaria, la importación masiva de mano de obra de bajo coste, una España con la soberbia del nuevo rico y el "ponga usted una estación del AVE en cada capital de provincia". Para salir del grave atolladero en el que se halla, España deberá volver a la fábrica, a los puertos y a los trenes de mercancías. Prioridad número uno: todo aquello que genere valor añadido y fortalezca la competitividad de un país en el que los ladrillos ya nunca más volverán a ser de oro.
El eje o corredor ferroviario del Mediterráneo pasa a ser una prioridad del Gobierno, por su valor intrínseco y por la posibilidad de conectar la red ferroviaria europea con el norte de África.Así lo manifestó ayer el ministro de Fomento José Blanco en la clausura de la conferencia de Zaragoza, acompañado por el comisario de Transporte de la Comisión Europea, el estonio Siim Kallas.
Blanco jugaba una partida delicada. La campaña de apoyos al corredor mediterráneo - principalmente desde el ámbito empresarial, pero también desde los principales medios de comunicación de Catalunya y Valencia-ha levantado suspicacias en Aragón, cuyo gobierno autonómico, presidido por el socialista Marcelino Iglesias, defiende la bondad de la Travesía Central del Pirineo, eje conceptuado como prioritario en el 2003, consideración que nadie ha cuestionado en la cumbre de Zaragoza. En Aragón, sin embargo, todo lo que huela a rivalidad con Catalunya levanta pasiones. El comentario de bar apunta en la siguiente dirección: "Los catalanes no nos quieren devolver las obras de arte sacro del museo diocesano de Lleida, quieren quitarnos los Juegos Olímpicos de Invierno, si nos despistamos nos quitan el agua y ahora también quieren quitarnos los trenes de mercancías". En los bares, al calor de la simplificación, se suelen mezclar churras con merinas. Falta menos de un año para las elecciones municipales y autonómicas. Y la coalición valenciano catalana es un dato inédito. Desde las fiebres de la transición, catalanes y valencianos jamás habían ido juntos.
Blanco no lo tenía fácil y por ello puso en marcha una estrategia salomónica, auxiliado por el secretario de Estado de Infraestructuras, Víctor Morlán, uno de los hombres fuertes del PSOE aragonés. Salomón, sin embargo, ayer se mojó: "El corredor mediterráneo es una prioridad estratégica para España".
El ministro se comprometió a exigir a Bruselas que incorpore el eje de Levante al catálogo de infraestructuras prioritarias - catálogo que será renovado antes de la primavera del 2011-,reparando así el olvido del 2003, cuando gobernaba José María Aznar, campeón de la España radial, y la tenaz Loyola de Palacio dirigía la comisaría europea de Transportes. Hace siete años, España crecía a un ritmo trepidante: la burbuja inmobiliaria era tersa.
Blanco introdujo otra modulación en su discurso: "El ferrocarril es prioritario, el ferrocarril de mercancías debe ser prioritario, y deberemos anteponer el ferrocarril a otras infraestructuras como las autovías y a otras obras que aportan menos valor añadido y no contribuyen tanto a la competitividad y la eficiencia de la economía". El ministro añadió que en breve dará a conocer el mapa de desarrollo del transporte de mercancías en tren.
El comisario Kallas, de filiación liberal, no quiso dejar solo a Blanco: "Es vital contar con buenas conexiones de transporte en torno al Mediterráneo y con el norte de África".Dejo claro que en Zaragoza se ha generado un nuevo consenso: los corredores prioritarios serán aquellos que unan puertos, áreas industriales y centros de exportación".
No ha sido un 0-1 en el estadio de la Romareda, pero algunos factores ambientales empujaban a que hoy se hiciese una desafortunada lectura deportiva del evento. La cumbre europea de Zaragoza se ha celebrado en un clima de ´alta competición´entre Aragón y Catalunya. Llovía sobre mojado frente a la basílica del Pilar: espeso litigio por las obras de arte sacro de Lleida-Barbastro; el alcalde de Barcelona queriendo ganar lustre en las encuestas con la incierta pirueta de una candidatura catalana a las olimpiadas de invierno, que desde hace años persiguen los aragoneses; la tensión telúrica por el agua del Ebro; la mal resuelta gestión del Arxiu de la Corona d´Aragó; las críticas de la derecha regional a la reciente ley de reconocimiento del habla catalana en Aragón Oriental/ Franja de Ponent (que casi nadie en Catalunya ha tenido la deferencia de agradecer al presidente aragonés Marcelino Iglesias...)
"¡Y ahora nos quieren quitar los trenes de mercancías!" (comentario recurrente en los bares y en foros de internet). Víctor Morlán, secretario de Estado de Infraestructuras y unos de los hombres fuertes del PSOE aragonés, quiso que la cumbre europea del Transporte se celebrase en Zaragoza.
Cumbre de ´alta competición´, en la que los anfitriones iban a examinar con lupa las palabras del ministro Blanco. La prensa aragonesa, con el prestigioso ´Heraldo de Aragón´al frente, se halla en estado de alerta. La coalición del empresariado de Valencia y Catalunya ha llamado poderosamente la atención. Pocas veces se ve a catalanes y valencianos juntos.
Blanco quiso ser salomónico, pero no confuso. Su apuesta por el corredor mediterráneo quedo clara desde el primer momento y en una de sus alocuciones no citó la Travesía Central del Pirineo. Iglesias se enfadó y no citó al ministro de Fomento al enumerar sus agradecimientos,
Trasfondo: Iglesias ha decidido no optar a la reelección; Blanco quería forzarle a ello y no lo logró. El PSOE podría perder Aragón.
10-VI-10, E. Julaian/S. Enguix, lavanguardia