´Fútbol, déficit y deuda´, José Mª Gay de Liébana

Sentenciaba Séneca que "la economía es la ciencia de evitar gastos superfluos, o el arte de usar con moderación los bienes propios". No estaría de más que en el agitado mundo del fútbol se evocara esa máxima.

La Liga de las Estrellas no es moderada y se precipita hacia su pobreza. Los clubs desean más de lo que tienen, pugnan entre sí en una batalla económica que se traslada al desequilibrado terreno deportivo, rompiéndose igualdades futbolísticas a causa de la opulencia de alguna entidad que hace gala de su capacidad compradora sin límite en pos de títulos y glorias que le son esquivos, y los pobres se ven necesitados de vender, año tras año, casi todo lo vendible, azuzando el descompensado juego de los despropósitos balompédicos.

La Primera División española gasta más de lo que ingresa. En la temporada 2008-09 frente a unos ingresos de explotación de 1.455 millones de euros, los gastos sumaron 1.704 millones y, tras satisfacer un peaje de 74 millones en resultados financieros negativos, el déficit ordinario de la Liga de las Estrellas ascendió a 323 millones de euros (casi 54.000 millones de pesetas) en una sola temporada. El problema se agrava al observar como la temporada 2007-08 se saldó con una pérdida ordinaria de 304 millones de euros y la 2006-07 con números negativos de 155 millones; en conjunto, 782 millones de euros perdidos en la actividad de los clubs en apenas tres temporadas, más de 130.000 millones de pesetas. Estamos ante una hemorragia económica sin freno. Los clubs se ven compelidos a buscar plusvalías extraordinarias, es decir, a enajenar jugadores y a procurar operaciones inmobiliarias, gracias a las cuales intentar enjugar sus monumentales desajustes. Hogaño, empero, las cosas no chutan como antaño.

Conjugando esos guarismos con activos que suman 3.800 millones de euros (más de 632.000 millones de pesetas), cuyo grueso reside en la inversión en jugadores y estadios, que se financian con apenas 274 millones (menos de 46.000 millones de pesetas) de capitales propios y a través de una deuda de 3.526 millones (587.000 millones de pesetas), el cuadro clínico de la Liga de las Estrellas denota la cruel realidad de nuestra economía: euforia inversora sin frenesí en los precios de compra, baja capitalización, uso y abuso de la deuda o el cuento del apalancamiento. ¿No suena esa cantinela a nuestras cuentas públicas y a las mismas dolencias genuinas de nuestro Siglo de Oro? ¿Cuándo estallará la burbuja futbolística?

 

 6-VI-10, José Mª Gay DE Liébana, profesor de Economía Financiera y Contabilidad, Universitat de Barcelona, lavanguardia