Así es como funciona el mundo: el funcionario de l´Hospitalet de Llobregat debe dejar que le recorten un 5% su sueldo anual porque de ese sacrificio - del suyo y del de unos cuantos más-depende que el recorte de los presupuestos sea aceptado por los inversores internacionales (los mercados). Si no lo aceptaran, dejarían de financiar al Estado, que es básico en el funcionamiento de una economía moderna. Francia está interesada en que ese recorte sea profundo, pero no mucho. Porque España es el primer cliente comercial de Francia. Si los inversores se van y España cae, Francia será la siguiente en caer. Pero si España no cae pero crece muy poco a poco por culpa de ese recorte, Francia se recuperará demasiado lentamente.
Barack Obama presiona a Zapatero y a la Unión Europea porque si Francia no carbura, el euro seguirá bajando y las exportaciones estadounidenses a Europa también bajarán. Lo mismo le ocurre a China, que se queja del descenso del euro porque sus exportaciones a Europa se debilitan, lo que les obliga a replantearse si continuar con la suave apreciación del yuan frente al dólar, como les pide Estados Unidos...
La razón democrática reclama de Zapatero que sea coherente y explique por qué ha cambiado de golpe su política económica. No está claro que el funcionario le entendiera. No porque no fuera capaz de ello, sino por la complejidad de los acontecimientos que han llevado a tal decisión. El mundo está cada vez más interconectado, pero eso no garantiza una mayor sencillez, sino una mayor complejidad. Por eso hay tanta gente a la que le gusta explicar la realidad en clave de conspiración. Decir que detrás de todos los males están Spectra y el Doctor No. O incluso volver a la guerra fría, cuando bastaba con leer a John Le Carré para saber que los malos eran una decena de burócratas con piso en Moscú. Hoy cuesta reconocer a los malos. Miren esos especuladores. Hay en ellos gente rica y perversa, pero también enfermeras holandesas o maestros californianos que confían su pensión a fondos que invierten allí donde les dicen los analistas.
Hoy los malos son infinitos y anónimos. Son hijos de esa interconexión. Y tanta complejidad provoca angustia. Hasta ahora se sabía que las civilizaciones pueden desaparecer por vulnerar las leyes de la naturaleza (los mayas, la isla de Pascua). Ahora se suma una nueva amenaza: la posibilidad de que las civilizaciones se colapsen porque se han hecho tan complejas que son ingobernables (Roma). La idea no es nueva, data de los años 60. Pero cobra vigor gracias a la crisis financiera y a la sapiencia inútilmente gastada con tanto modelo matemático. Lo cuenta el antropólogo Joseph Tainter en el último número de New Scientist.Pero eso, a estas horas, le importa poco al funcionario de l´Hospitalet. Él, lo cuenten como lo cuenten, sigue sin entender por qué le bajan el sueldo.
22-V-10, Ramon Aymerich, lavanguardia